El autor
cuenta su experiencia como víctima del atentado a Charlie Hebdo, desde los días previos a los disparos que le
destrozaron la mandíbula hasta el atentado de la sala Bataclan, con el que cierra la obra y quizá un ciclo vital.
Hay muchas cosas que llaman la atención: la
intensidad del relato, la lucidez con la que rememora su larga y penosa
convalecencia, la profundidad psicológica de los retratos de quienes le
rodearon durante aquellos meses, el detalle con el que describe su vuelta a la
vida victoria a victoria, sensación a sensación.
Personalmente, me ha sorprendido las
coincidencias culturales, las lecturas, las citas: en todo momento he tenido la
sensación de estar leyendo a alguien conocido, a alguien cercano, a uno de esos
con los que uno intercambia habitualmente hallazgos y reencuentros.
Sin embargo, lo más extraordinario es el
desnudamiento que hace Lançon: no sabemos cómo era antes del atentado, él dice que entonces murió y que luego fue otro, pero en el libro se muestra decidido a contarlo todo, y lo hace,
sean miserias o grandezas.
Lo más extraño quizá es el tiempo que le
dedica en su relato a sus asesinos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario