El autor
se inventa una ucronía completamente innecesaria para montar un popurrí de
temas de actualidad desarrollados ese estilo literario que huye de dobles
sentidos, imágenes sugerentes y profundidades mentales y lucha porque el lector
jamás tenga la más mínima duda acerca de lo que está ocurriendo.
Acerca del tema central, la posibilidad de
que construyamos máquinas que puedan pasar por seres humanos, el texto no
aporta nada que no se haya dicho, dibujado o filmado con anterioridad. El autor
da por hecho que sí, que podremos hacerlo, pero no indaga demasiado en el
asunto: se limite a tirar del test de Turing.
Ahora que lo pienso, ya sé para qué se inventa la
ucronía y convierte a Turing en personaje: para poder desarrollar su historia
de robots inteligentes como si Blade Runner
nunca hubiese existido. Pero existió, lo cual hace anticuada a esta novela nada
más nacer.
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