Si esta película es magistral es por
las actuaciones, por los diálogos, por los personajes. Porque estos son
inteligentes, sus palabras agudas, rápidas, y porque los actores saben encarnar
y decir todo eso con maestría gracias, sin duda, a un guion magnífico y a una
dirección impecable.
Sí, todo parece estar bien, pero es que es
así. Ver en una película a gente lista hablando del teatro es una gozada. Ver
gente mala exponer su maldad sin dobleces, y llegar a acuerdos, resulta
sorprendente. Ver crecer a los personajes en esas dos horas, verles pasar de la
megalomanía a la aceptación de su propia realidad y de sus propias
limitaciones, toda una lección.
Increíble.
Un detalle menor es la aparición de Marilyn
Monroe, aunque es interesante, porque apunta por dónde van las cosas: Bette Davies
se va yendo y viene Marilyn.
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