El libro,
a través de las puertas que algunos cuadros de Vermeer y otros objetos
nos ofrecen, investiga las conexiones globales que se abrieron durante el siglo
XVII como consecuencia del progreso de la navegación y el comercio. Insiste en el
fenómeno de la transculturación, por el cual aspectos de una cultura pasan a
otra. Las cerámicas, los sombreros de piel de castor o el tabaco son algunos de
los ejemplos de bienes que, del modo más improbable e imprevisible, transformaron
a productores, consumidores y a varias civilizaciones de todo el mundo.
Es muy interesante por las conexiones
sorprendentes entre descubrimientos, modas y azares. También porque muestra que
la globalización no es un fenómeno enteramente nuevo, sino uno ya conocido que
ha entrado en una nueva fase.
La definición de Descartes de Ámsterdam
como “un inventario de lo posible” es reveladora.
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