
Es, como tanto les gusta a los americanos,
un retrato de ellos mismos y sus cosas, pero sin relato. No voy a entrar en si
es un cómic o no, qué más da, pero lo que sí es cierto es que es,
evidentemente, un experimento cuya única gracias reside en eso, en el
experimento. De hecho, creo que el experimento hubiese podido ser mucho más
interesante si se hubiesen establecido lazos, implicaciones sutiles,
consecuencias inesperadas, restos arqueológicos, trazos de historias que,
aunque o contadas, se pueden intuir. Pero no: resulta todo bastante soso.
Un ejercicio de estilo de un ilustrador,
nada más.
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