Terminé hace unas semanas de leer En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, pero me ha costado sacar las conclusiones generales acerca la obra por culpa de la perplejidad que me ha producido, aunque lo cierto es que las conclusiones las tengo claras.
Proust hace
pasar a su personaje por las tres edades. El Marcel niño es encantador:
sensible, observador, delicado, inteligente. Luego crece y se convierte en un
joven idiotizado por el sexo primero y por los celos después. Cuando por fin se
hace mayor, toma conciencia de la inutilidad de su vida y busca
desesperadamente la salvación en el arte, en la literatura que siempre acarició
pero que nunca tuvo la voluntad o la disciplina de abrazar. Se pone a ello, e
intenta rescatar el tiempo que se fue, el tiempo que pasó en fiestas absurdas,
buscando destilar fragmentos de tiempo puro mediante la identificación de
personajes y situaciones que se repiten, buscando arquetipos que congelen el
tiempo y le ayuden de alguna manera a escapar de la muerte. Ese es el eje que
recorre toda la obra, la simetría entre la relación de Swann y Odette y la suya
propia con Albertina.
No entiendo el tratamiento de la
homosexualidad. Entiendo que no pudiese o no se atreviese a reconocer que él
era homosexual, pero no puedo comprender que le dedicase cientos de páginas a
denigrar sus propias prácticas sexuales, llegando a inventarse todo tipo de
barbaridades acerca del pobre Charlus. ¿Te escondes insultando y criminalizando
a los que son como tú? No lo entiendo.
Personalmente, la lectura me ha resultado
compleja. Con momentos de muchísimo placer, sobre todo en los dos primeros
volúmenes, también he vivido el tedio de esas fiestas que parecían dilatarse
hasta el infinito en su tontería; el desprecio del personaje por su actitud
machista y profundamente egoísta en sus relaciones con las mujeres y, en
general, con Albertina; el rechazo ante la misoginia y la homofobia de los
relatos de las vidas de Charlus y Saint-Loup; y, finalmente, en el último
volumen, la profunda tristeza de ver una mente extraordinaria enfrentada
desesperadamente a la muerte.
Más allá del relato histórico y social, En
busca del tiempo perdido es el relato de un fracaso vital, de una vida
tirada a la basura. Como todas, por otra parte.
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