martes, 2 de junio de 2015

True Detective

True Detective son dos detectives. Uno filosófico, nietzscheano, extraño. El otro, brutal, pero integrado en el sistema. El asesinato tiene mucho de ritual. Y el caso se complica. Están implicados religiosos, y gente importante. Niños desaparecidos durante años. Simbolismo vudú. Mardi Gras. Y Louissiana, con sus enormes llanuras y las viejas refinerías en el horizonte. Una crueldad física parece emanar de los pantanos y corromperlo todo. Es la oscuridad. 

Asistimos a dos líneas de tiempo, la que se produjo hace diecisiete años, cuando se enfrentaron por primera con la primera muerta y los primeros símbolos, y el presente, desde el que cuentan aquella historia, aunque no exactamente cómo ocurrió. La transformación de los protagonistas, sus voces, el plano secuencia, las tomas aéreas, los diálogos, las localizaciones, los tipos humanos, hasta la presentación: todo habla de la degradación del animal humano.

Con sus vidas destrozadas, ¿por qué enfrentarse de nuevo al horror? Cohle lo dice al principio: "es mi programación". Y el eterno retorno, un eterno retorno que permite sin embargo, al final, un momento de paz.

Impresionante. 


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