martes, 19 de enero de 2010

Haití

Se hace difícil hablar de nada cuando ocurren cosas como el terremoto de Haití. Cuando el dolor entra en acción, cuando la indefensión es absoluta, no hay moralinas ni matices filosóficos que valgan. Quien haya sentido alguna vez un dolor intenso, prolongado, desesperante, sabe a qué me refiero. Y quien no lo haya experimentado no puede entenderlo, porque el lenguaje es incapaz de evocarlo. Uno siente la tentación en estas ocasiones de buscar un culpable sobre el que descargar su ira, y a mí se me ha ocurrido hablar del obispo canalla ese que ha comparado el mal físico de los de allá con el mal espiritual que sufrimos los de acá. Pero no merece la pena. No serviría de nada. Lo que ha ocurrido en Haití, como lo que ocurre todos los días en tantos lugares del planeta, es una manifestación más de lo poquito que le importamos a una naturaleza ciega a los asuntos humanos. Es devastación pura, sin sentido, amoral.

Sobre lo que sí merece la pena reflexionar es sobre por qué los desastres azotan a unos territorios de una manera y a otros de otra. Me refiero, naturalmente, a la pobreza, que a hasta en esto nos hace distintos al convertir a quien la padece en víctima propiciatoria de todas las desgracias.

Pero este es asunto para otro momento. Ahora, en medio del caos, solo cabe pensar una cosa: ayudar. Y es bien fácil: basta entrar en Internet, o en una sucursal bancaria, y dar dinero y hacer que, por una vez, sirva para algo limpio. Habrá quien diga que buena parte de ese dinero se lo quedarán los especuladores, y las mafias, y los gobiernos locales, y hasta las ONGs. Es posible, pero esto no deja de ser una excusa para no hacer nada porque, sea lo que sea lo que llegue, merecerá la pena.

7 comentarios:

  1. Es importante ayudar, y ciertamente hay cuentas en todos los bancos para poder hacerlo. Sobre el desastre me ha llamado la atención la noticia de que los ricos han resultado los menos afectados ya que su barrio no se ha roto como el resto... seguramente la ayuda se centrará en esos ricos, para que vuelvan a levantar el pais al nivel que ya estaba.
    No confío en que mi ayuda sirva para nada bueno pero no me siento bien si no ayudo de algun modo, supongo que es un argumento similar al que puedan utilizar los religiosos para mantenerse firmes en sus convicciones, no creo que sirva... pero por si las moscas.

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  2. No creo pecar de inocente si digo que no es lo mismo. Yo tenía un amigo que decía no ser supersticioso, pero que se echaba un poco de sal por encima del hombro cuando derramaba el salero “por si acaso”. Esto no es “por si acaso”. Hay gente en Haití, como en otros muchos sitios del mundo cada día del año, haciendo cosas reales como curar heridas, abastecer de agua o repartir alimentos. Para eso hace falta dinero. Insisto en que no sé cuánto llega de lo que uno da, pero la prueba de que algo llega es que hay gente allí haciendo cosas.

    Por cierto, he leído por ahí que algunos bancos cobran comisiones por los ingresos que se hacen para las campañas de colaboración. Me parece que esto es un buen criterio para abandonar inmediatamente tales bancos.

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  3. Soy bastante escéptico con esto de las ayudas, pero la verdad es que no me apetece en estas circunstancias ponerme a argumentar en contra de los que quieran ayudar porque voy a quedar como el malo de la película. Os propongo que retomemos el tema dentro de 6 meses o un año, en frío, y entonces veremos en que ha quedado la ayuda humanitaria y quien se acuerda de Haití.

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  4. Los que se van a quedar fríos son los muertos que ahora están vivos pero sin recursos.

    En cualquier caso, me parece bien retomar el tema en frío cuando sea menester.

    Dejo para entonces, esta pregunta: dado que algo se hace (basta ver la televisión), ¿de dónde sale el dinero que paga lo que se hace?

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  5. Pues yo creo que hay varias cosas que merecen la pena. Una hablar del hijo puta del obispo, por eso de hacer publicidad negativa y otra desde luego, ayudar, aunque también tenga el temor de que acaso se pierda por el camino. Pero prefiero pensar que no será así.

    A mi más que el hecho de que se hayan mantenido en pie las casas de los ricos, me ha llamado la atención que se haya mantenido en pie la cárcel de forma que más de 6000 presos andan en libertad mezclados entre la multitud hambrienta y malherida. A ver si puede ser que si hay que construir algo robusto, no sea precisamente la cárcel.

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  6. Tienes razón. Y es que construimos que te cagas de bien cuando queremos. Menos mal que ahora vamos a ir todos para allá a imponer el orden. Lo que me gustaría saber es qué hubiese pasado si todo el dinero que va a costar la movilización militar en Haití se hubiese invertido en el país... antes.

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  7. ¿Te gustaría saber? Pues si, hay tantas cosas que nos gustaría saber y que a nadie le importan...

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