Es verdad que El origen del mundo de Courbet sigue poniendo nervioso a más de
uno, pero nadie se escandaliza ya ante un cuadro tan polémico en su tiempo como
Desayuno en la hierba, de Manet.
¿Quiere decir esto que vamos progresando?
No, no lo creo. Quiere decir, simplemente, que nos hemos acostumbrado. Los escándalos
tienen que ver con ese espíritu conservador que se inquieta ante los cambios.
El impresionismo o el expresionismo abstracto supusieron, sobre todo, innovaciones
en la técnica pictórica, innovaciones rechazadas por aquellos que rechazan siempre
lo nuevo, por norma, porque sí, en un notable ejercicio de pereza mental.
Pero la vida sigue, las técnicas se asimilan
y nos damos cuenta de que no pasa nada, de que esos cuadros que muestran bajos
fondos y a gente bebiendo absenta o jugando a las cartas llevan ahí años y no
pasa nada. De hecho, vemos que la sociedad, el mundo cambia más deprisa que el
arte, que el arte corre con la lengua fuera intentando contarnos lo que pasa
pero fracasando, porque ya ni siquiera nos incomoda.
Sin embargo, tenemos un cuadro como el que
subí hace unos días: Phryné devantl'Aréopage, de Jean-Léon Gérôme. La historia que muestra es la siguiente: Friné, hetaira y modelo de Praxíteles, se jactaba de ser tan
hermosa que Afrodita. Por eso fue acusada de impiedad y llevada ante el areópago
para ser juzgada. Como el defensor vio que no estaba consiguiendo nada, le quitó
en un gesto dramático la ropa para que los miembros del jurado la viesen y
decidiesen si merecía la pena hurtarle al mundo tanta belleza.
Pero la historia tiene otra interpretación:
Friné se había comparado con Afrodita. El abogado, al mostrar su cuerpo
desnudo, estaba quizá diciendo “¿puede o no puede compararse con una diosa?”.
La cosa es que Friné fue exculpada, quizá porque, por unos instantes, todos aquellos
señores togados cometieron también impiedad al no poder imaginar que la diosa
del amor fuese más hermosa que aquella criatura que tenían ante sus ojos.
El cuadro de Jean-Léon Gérôme es de la
escuela academicista. Denostados por la historia del arte como conservadores
frente a los innovadores impresionistas, a mí me gustan porque, pese a ciertos
excesos, contaban cosas. Visto con siglo y medio de distancia, los campos de
flores del impresionismo me parecen mucho más burgueses que los desnudos de
Gérôme o Bouguereau.
Apreciación tangencial: veo que sigues siendo un afrancesado. Ahí hay otro filón, para el blog, para la conversación, para la estética.
ResponderEliminarGracias por el piropo...
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