viernes, 26 de junio de 2015

¿Pesimismo? ¿Optimismo? Desmesura

El miedo, la desconfianza, el pesimismo, son fuerzas paralizantes, castrantes, inhibidoras de la vida, del disfrute. No son fuerzas ilógicas, no son irracionales. De hecho, se diría que son muy racionales, salvo por un pequeño detalle: impiden lograr el objetivo de vivir una buena vida.

El optimismo, la despreocupación, la espontaneidad, son fuerzas estupefacientes que te vuelven imbécil. Inducen de casi nada que estamos en el mejor de los mundos posibles. Son fuerzas peligrosas, porque te hacen obviar los peligros, que son ciertos, y te hacen ciego a las miserias del mundo.

La síntesis dialéctica sería algún estado superior en el que la aventura y la reflexión se abrazasen, pero no, no voy por ahí. Tampoco creo en ningún aristotélico estado intermedio. Cada vez estoy más convencido de que la clave está en la genialidad. Un pesimista fue Borges. Un optimista, se me ocurre, fue Hugo Pratt. Pero el pesimismo de uno y el optimismo de otro fueron creadores gracias a sus particulares personalidades y a dos cosas que tenían en común: los libros y la desmesura.

El otro día una compañera me preguntó que cómo se presentaban las vacaciones. Le contesté que bien: Francia, a comer y beber. “Con moderación”, me dijo. “No no, con moderación no: la moderación es malísima”, le contesté chistoso, aunque convencido. Le hizo mucha gracia.

2 comentarios:

  1. Hola Alberto, que texto tan sugestivo.
    Cuando dices que el pesimismo y el optimismo son fuerzas, lo primero que me ha venido a la cabeza ha sido preguntarme sobre la direccionalidad de esos vectores. ¿de dónde a dónde irían? y en qué ejercerá esa fuerza o qué la recibirá. Y sobre todo en por qué tendría que hacerme vivir una buena o mala vida.
    Me parece muy sugestivo que un profesor que me enseñó de límites, hable de la genialidad de la desmesura, de la transgresión de límites impuestos y de ir más allá.
    El pesimismo y el optimismo se comportan como límites impuestos y estoy seguro que también se pueden transgredir.
    Un abrazo.



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  2. Nada mejor para trascender los límites que saber en qué consisten exactamente. Por eso es bueno saberlos calcular... Además, como recordarás, en muchas ocasiones, para dicho cálculo, hay que irse hasta el infinito.

    Y sí, se pueden transgredir, claro que sí: por su carácter convencional y aproximativo, todos los conceptos humanos se pueden transgredir. Los verdaderos límites están en la naturaleza, y no en el lenguaje.

    Un placer.

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