domingo, 13 de junio de 2010

Allá donde residen los conceptos abstractos

Durante mucho tiempo, los conceptos abstractos fueron para mí un problema, porque, por un lado, creía en su existencia pero, por otro lado, no sabía cómo manejarlos, cómo entender su existencia. La solución platónica, adjudicarles un mundo donde morar independiente, inmaterial, me parecía pura fantasía, puro mito. Sin embargo, si los conceptos abstractos no existen por sí mismos, ¿dónde están?, ¿de qué son parásitos?

Un buen día leí en algún sitio (no lo puedo recordar, es horroroso, apostaría porque fue en algún libro de Russell, pero no lo puedo asegurar) que todo lo que existe, existe en algún sitio. Estoy seguro que para muchos será una perogrullada, y que para otros será la negación de todas sus creencias, pero para mi fue uno de esos pensamientos que aclaran montones de ideas confusas y parecen organizarlo todo de pronto con su mera presencia. ¡Pues claro!, si algo existe, debe estar en algún sitio.

Por ejemplo: el gato. No me refiero al de Cheshire, ni uno blanquinegro que tuve de crío, ni al gato egipcio del que hablaba el otro día, ni a los que viven de los roedores del Jardín Botánico de Madrid. Me refiero al concepto de gato, a la idea abstracta de gato. ¿Dónde está? Pues es bien sencillo: en mi cabeza. El concepto gato es una determinada configuración neuronal de mi cerebro que abarca, de uno modo entre extensional e intensional, los límites del conjunto de cosas del mundo a las que yo puedo, sin forzar mucho la analogía, llamar gato.

¿Y solo está en mi cabeza? No, claro que no. No conozco con precisión la extensión geográfica de la especie gatuna, pero sé que hay miles de millones de cerebros con una configuración neuronal dedicada a contener conceptos más o menos parecidos al mío de gato.

¿Solo parecidos? Sí, solo parecidos, porque el concepto de gato que tenemos cada uno depende de nuestra experiencia personal. Ya comenté que yo difícilmente llamaría gato a un gato egipcio, como me imagino que muchos tendrían problemas en llamar gato a un plumoso gato de Angora. Y luego están los gatos salvajes, y los linces, y yo qué sé cuántas especies y variedades de gatos que son gatos según quien los mire.

Sin embargo, la comunicación es posible. ¿Por qué? Pues porque los conceptos de gato suelen solaparse. No completamente, no precisamente, pero sí en buena parte. Gracias a eso, la mayor parte del tiempo, cuado alguien dice que ha visto un gato o que tiene un gato o que le ha arañado un gato, los demás le entienden, porque todos disponemos de una imagen de gato que cuadra bastante bien con lo que nos quieren contar. Sin embargo, si viajamos a países lejanos, quizá nuestros conceptos no se solapen lo suficiente con los de allá como para entendernos, lo cual puede provocar que, al escuchar “viene un gato”, no salgamos corriendo lo suficientemente rápido como para escapar de las garras del león.

La cosa es, ¿todos esos conceptos de gato, no tienen un referente real? Sí y no. Para verlo podemos echar mano de la definición clásica de especie, basada en la capacidad de cruzamiento, o de la genética, para ver si a todo aquello a lo que llamamos gato comparte un mismo genoma. La cosa merece la pena estudiarla sincrónica y diacrónicamente.

Sincrónicamente descubriríamos que las especies no tiene unas fronteras tan perfiladas como solemos pensar. Por un lado hay variedades tan distintas entre sí que cuesta reconocerlas como de la misma especie. Por otro, hay variedades que, habiendo iniciado el camino de la especiación, aún comparten lo suficiente como para poder cruzarse (perros y lobos, por ejemplo). Un experto distinguiría un lobo amaestrado de un perro, pero yo no. Recuerdo una vez, en un pueblo de Soria, que entré en un bar. Me acerco hasta la barra y pido unos vinos. Al mirar a mi derecha veo un bicho descomunal, tres veces más grande que un gato “normal”. Me asusté, por qué negarlo. Me tomé el vino, más que nada para mantener la compostura, y pregunté que qué era aquello. El lugareño que atendía tras la barra me miro extrañado y me contesto: “el gato”.

Diacrónicamente, la cosa es aún más interesante. Las especies, con el tiempo, y como consecuencia de la selección natural, van cambiando, modificándose. Los gatos domésticos de hoy no han existido siempre. Proceden de otros bichos que no eran gatos. La cosa es que entre los bichos que no eran gatos y los que sí son gatos no hay saltos bruscos, sino todo un continuo, toda una secuencia de animales que, de modo imperceptible, fueron pasando de una especie que no era gato a otra especie que sí era gato. La cosa es: ¿dónde ponemos la frontera? ¿A qué le llamamos gato y a qué no? Estamos demasiado acostumbrados a que el registro fósil nos ofrezca, en su mezquindad, ejemplos demasiado distantes de los bichos. Pero si dispusiésemos de toda la gama, nos encontraríamos con miles de esqueletos que, de modo imperceptible y con una lentitud exasperante, se irían pareciendo al de un gato. Así las cosas, ¿cuándo los gatos empezaron a ser gatos?

De todo lo dicho se pueden sacar las siguientes conclusiones:

1. Las ideas abstractas residen en los cerebros humanos (aunque sean tan reales como la idea de gato).

2. Su origen es experiencial, pues cada idea es producto de la experiencia personal de alguien. Por eso, la extensión de las ideas abstractas es distinta en cada mente, salvo que se llegue a un acuerdo explícito (a través de definiciones, por ejemplo).

3. La relación entre las ideas abstractas y la realidad es aproximada y polémica. Aproximada porque la experiencia de cada uno es limitada. Y polémica porque las ideas abstractas imponen una discretización del mundo y, con ella, la imposición de unos bordes precisos a lo que en realidad no tiene bordes, ni sincrónica ni diacrónicamente.

4. El lenguaje, en el caso de que el solapamiento sea suficiente, permite la comunicación. Pero cuando el solapamiento es escaso, genera confusión.

Odio discutir sobre el significado de las palabras. Me encanta hablar sobre el significado de las palabras, y su etimología, y hacer comparaciones con lo poquito que sé de otras lenguas. Pero discutir sobre el significado de las palabras me parece ridículo. Lo importante no es decidir si un bicho de 200 kilos, abundante melena y pelo rubio es un gato o no. Lo importante es, en el supuesto de que el bicho tenga hambre, estar lo suficientemente lejos.

12 comentarios:

  1. Me interesa mucho el tema de la "frontera", pienso que las fronteras tanto si hablamos de gatos como de política o de pornografía o de lo que sea siempre plantean serios problemas cuándo uno trata de establecerlas con nitidez. Lo de los gatos se podría aplicar también a los humanos, mi padre es humano y el padre de mi padre y el padre del padre de mi padre...etc pero si continuamos hacia atras unos cuantos millones de años se supone que llegaría un momento en que encontrariamos algún antepasado mío sobre el que surgirían serias dudas de si lo podriamos considerar de nuestra especie o no.

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  2. El de la especie humana es el caso más espectacular, sí señor, porque no solo muestra la brumosa frontera entre dos especies, sino entre dos fronteras mucho más generales: la animalidad y la humanidad. Si creemos firmemente que estas dos categorías son disjuntas, entonces no nos queda más remedio que creer que hubo una madre animal que tuvo un hijo humano, tontería que nos lleva a pensar que esas dos categorías deben, necesariamente, solaparse.

    El lenguaje es un mapa y, como todos los mapas, tiene su escala, que no es precisamente 1:1. Aquellos que manejan un vocabulario de quinientas palabras utilizan para moverse por el mundo un mapa groseramente burdo, mientras que aquellos que disfrutan de un vocabulario más rico y de más ricas estructuras viajan con un mapa más fino. Pero, en cualquier caso, nunca es 1:1, nunca refleja con exactitud la realidad. La consecuencia de esto es algo que saben todos los que han manejado mapas: los detalles se pierden, las estructuras se simplifican y el mapa, llegado cierto punto, deja de valer para nada.

    Confundir el mapa con el territorio, creer que nuestras categorías se corresponden perfectamente con la realidad, es la gran trampa del lenguaje.

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  3. Alberto, como a Almazul, ya imaginaras que los temas relacionados con las palabras, los lenguajes, es una porcion de mis pasiones.
    Por ahora con solo unos minutos en el cafe matutino, te dire que mis conceptos de las palabras son como lo expresas y asi lo he observado es en algunos de mis alumnos.
    Para mi la simple palabra GATO representa alejamiento, miedo, escalofrios, pezunnas, arannos, sorpresas, misterio.
    Entre mis alumnos, como se sabra por Espanna, los Arabes tienen un concepto de los perros, de suciedad, antiHigienicos, asquerosos, de poca o cero pulcritud en las gentes que los poseen. Conozco Arabes que vienen de A. Saudita y NO hacen amistad con gentes que tienen perros.

    Entre mis alumnos Europeos, algunos tienen perros, otros tienen gatos. Algunos Japoneses tienen peces, acuarios y lo distinto, algunos sudAmericanos tienen pajaros.
    Una Italiana alumna ya amiga mia, Marina, tiene un gato, se llama Misha. Marina me dice que su gato sube al dormitorio mas alto en su casa, en el tercer piso y lo hace 5 o 10 minutos ANTES de que yo llegue a su casa. Durante mi estancia en su casa, Misha es INVISIBLE.
    Se mete bajo una cama y no sale. Cuando me voy, Misha lenta y pausadamente, empieza a salir de su rincon, luego del dormitorio y me dice Marina baja las escaleras con mucha prevencion.

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  4. Una Japonesa, Haruno, tiene una perrita llamada Koo. La perrita se va a la puerta de su casa 5 o 10 minutos cuando anticipa que voy a llegar.
    Se para apoyandose en los vidrios de la puerta de entrada a su casa y contempla la calle esperando ver llegar mi coche.
    Me dice Haruno que Koo empieza a correr y ladrar cuando yo aun no bajo de mi coche. Durante la clase, Koo se posa junto a mis pies y en veces posa su cabeza sobre mis pantuflas, en las casas de los Arabes y Asiaticos siempre uso MIS pantuflas, mis sandalias.
    Koo me contempla con mirada fija cuando estoy haciendo ejercicios de pronunciacion con Haruno. Y gira e inclina su cabeza en sennal que ella tambien esta aprendiendo Ingles. Se hara bilingue?

    Gertta, una Alemana y su esposo tienen 2 perros, Labrador, esos que son color mostaza oscuro, muy bonitos y amigables.
    El esposo va a correr a un parque todas las mannnas, les pone una pannoleta, un pannolin o mascada, a cada uno de sus perros.
    Se suben a su coche Porsche y se sientan en el asiento tracero, con un garbo y elegancia en su coche y NO giran la cabeza solo miran al frente aun si uno les llama.
    Como si solo concentraran su atencion en el camino, en lo que este frente a ellos.
    En los aparcamientos del supermercado esperan al esposo de Gertta SIN moverse, sin girar sus cabezas, sentados en el Porsche como si su amo fuera su empleado, su chofer.
    Cuando estoy en su casa, Chuckie uno de los perros, tiene celos de Paws, el otro perro. Se pelean por posarse cerca de mi o por la atencion que yo ofrezca a cada uno. Tengo que dar atencion igual a ambos. Lo demandan.

    Finalmente y tengo mas de 100 experiencias y conceptos, tiuve un Saudita, beduino que tenia un canario amarillo con azul.
    Un pajarito que bailaba segun la musica que escuchara. Rap, rock & roll, jazz, musica arabe, etc. etc.
    Me decia Abdul-azis que su pajaro pedia musica minutos ANTES de que yo llegara a su piso. Su apartamento. Volaba y se revolcaba en el piso del apto.
    Obligadamente, teniamos que dedicarle 5 minutos al pajarito y verlo y bailar junto con el. De otra manera, el pajarito cabron no nos dejaba empezar la clase.
    Volaba por toda la casa sin parar.

    Y mis comentarios son para indicar que supongo, asumo, imagino y observo que los animales tienen tambien conceptos de lo ABSTRACTO.
    Y saben que el algo del algo existe y esta alli., ahi.
    Porque Misha se esconde en el sitio mas recondito y apartado de la casa?
    Porque los otros demandan, piden y esperan mi atencion, mi compannia AUN cuando ni siquiera estoy cerca de la casa de ellos.
    En 10 minutos puedo estar a 10 millas de distancia de sus casas y YA ellos anticipan lo abstracto de mi abstraccion.
    A Misha le tengo PANICO. Y supongo es mutuo.

    Cuando ninno, tuvimos un perro y un gato. Eran compatibles, se querian. Un dia mi madre regalo el gato a una persona que vivia a 45 millas de casa.
    El gato NO soporto, se escapo de la casa de esta persona, lo buscaron 2 meses.
    El gato aparecio un dia frente a nuestra puerta, flaco, debil. COMO LLEGO? como supo todo dentro de lo abstracto?
    Su radar? Su sentido del algo en el alla, el alli? Que habia en "Mifus" que le urgio regresar a aquel algo que habia en nuestra familia?

    No se si estas vivencias en lo abstracto y los conceptos encajan con tu tema.
    Aun quiero mencionar algo respecto a Existencias y MAGRITTE. Lo hare.
    Seremos MAS hipotesis nosotros que los animales?

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  5. Cuando era adolescente tenía yo una perra que sabía cuándo terminaban las películas de la televisión: era empezar a salir los créditos en pantalla y salir la perra hacia la puerta de la calle a toda velocidad, dispuesta a que la sacásemos de paseo. Podría especularse sobre la capacidad de mi perra para reconocer los caracteres del alfabeto, o incluso el habitual fluir vertical de los créditos. Podría ser, pero he de decir que mi perra era ciega. ¿Entonces? Bueno, tras detenida observación descubrimos que, en realidad, quienes reaccionábamos a los títulos de crédito éramos nosotros, y que la perra, al darse cuenta de que todos nos agitábamos de repente en nuestro asientos, entendía que había llegado el momento de salir.

    No sé yo si los animales tiene capacidad de abstracción. Sí sé que pueden aprender y hasta asociar símbolos con objetos. Pero capacidades extrasensoriales...

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  6. Al lector, persona sensible, se le llenaron los ojos de lágrimas. Cuando le puntualizaron que lo que leía era sólo producto de la imaginación del poeta, contestó:
    - Lo sé, pero lo que yo siento es de verdad.

    Para mí, eso son las palabras, y allí es donde residen los conceptos abstractos.

    Alucino con este blog. El partido que saca de un gato, perdón, de gato.

    Ante todo pedir disculpas por la intromisión de este grosero paleto de escala 1:1 entre los profesores (leo alumnos por todos lados), pero es lo que tiene internet.
    Me parece, para mentes tan ilustradas, un tanto rebuscado el contenido de algunas entradas. Parece más espectáculo que filosofía u opinión, pero me divierto y también me divierto con los comentarios.
    Sobre los comentarios:
    Para Almazul: Lo de que nuestros tatatatarabuelos fueran de nuestra especie o no ¿qué importancia tiene? Ya lo dijo el profesor Alberto : “en el supuesto de que el bicho tenga hambre, estar lo suficientemente lejos”, y más de siete millones de años es lo “suficientemente lejos”.
    Para Anónimo: Un pasaje memorable (mezcla del Catón y Reader’s Digest) “mis alumnos europeos tienes perros y gatos. Mis alumnos japoneses, peces. Los sudamericanos, pájaros”. Con esto y otros de los párrafos sobre bichos ya tiene para el Manual de Psicología Animal. Imagino que al gatito de la amiga-alumna italiana lo pondrá usted en “gatos discretos”.
    Por lo demás lo de los “perritos” del Porsche lo entiendo porque a mis perritos les pasa igual cuando los paseo en el Rolls.
    Un crack, Anónimo. Sigue escribiendo.

    En cuanto al asunto en cuestión, primero un homenaje al profesor Alberto: un buen día leí en algún sitio (no lo puedo recordar, es horroroso, apostaría porque fue en algún texto de Borges):” No son más silenciosos los espejos/ ni más furtiva el alba aventurera;/ eres, bajo la luna, esa pantera/ que nos es dado divisar desde lejos./ Por obra indescifrable de un decreto/ divino, te buscamos vanamente;/ más remoto que el Ganges y el poniente,/ tuya es la soledad, tuyo el secreto./ Tu lomo condescendiente a la morosa/ caricia de mi mano. Has admitido,/ desde esa eternidad que ya es olvido,/ el amor de la mano recelosa./ En otro tiempo estás. Eres el dueño/ de un ámbito cerrado como un sueño.”
    Eso es un gato.
    Después una digresión: Me parece percibir un cierto desprecio en “me parecía pura fantasía, puro mito”. Como si la fantasía y los mitos fueran algo poco intelectual cuando sea que escuchemos con divertida indiferencia el sortilegio fantástico de un médico brujo de ojos enrojecidos del Congo, o que leamos con refinado embeleso las pálidas traducciones y las estrofas del místico Lao Tse, o que tratemos de romper, una y otra vez, la dura cáscara de un argumento de Santo Tomás, o que captemos repentinamente el brillante significado de un extraño cuento de hadas esquimal, encontraremos siempre la misma historia variable y sin embargo maravillosamente constante, junto con una incitante y persistente sugestión de que nos queda por experimentar algo más de lo que podrá nunca ser sabido o contado, por ejemplo, de un gato, según “El héroe de las mil caras. Psicoanálisis del mito”.
    Por último, una solución al enigma del encuentro con el gato: Si me encontrara con el gato de la melena y el hambre (y como no sé muy bien si esto va de bichos o de palabras o de conceptos abstractos), le recitaría esos versos de Boris Vian:
    “No quisiera morir/ antes de conocer/ los monos del Brasil/ que duermen sin soñar./ Los zorros de Moscú/ devorando el jardín./ Las arañas de plata,/ de seda y de rubí...”

    Hasta pronto,

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  7. Esa manera de hablar de los gatos como "espejos silenciosos", etc. o de "las arañas de plata, de seda y de rubí" es un particular modo de dar existencia a los afectos o a las percepciones subjetivas de quien los ve o conoce. Es una emoción o una percepción trasladada al lenguaje que alquien desea compartir.Pero esos textos no se usan en la vida cotidiana para hablar de gatos ni de arañas de verdad porque una comunicación de ese tipo (literaria) iría contra los instintos básicos de supervivencia en el caso de que alguien tratara de avisarte de que por ahí viene un gato o una araña que te quiere picar. Imposible correr lejos si quien te avisa lo hace con ese pedazo de "circunloquio" por muy hermoso que resulte disfrutar de ellos en la lectura cuando no te amenaza ninguno real desde las afueras de tu sofá.Las palabras son eso que dices P. Tristan, pero son también símbolos de trozos de realidad acerca de los cuales nos conviene tener cierto convenio.

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  8. Pitt Tristan, preguntas que importancia tiene si nuestros tatatatarabuelos eran de nuestra especie o no.
    Yo no sé que importancia tiene, lo único que he hecho es señalar la dificultad de establecer una frontera clara entre conceptos a los que solemos atribuir una diferencia de caracter "esencial", como por ejemplo: hombre- animal. Precisamente esa dificultad lo que viene a señalar es el caracter no esencial de dichas diferencias.

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  9. Si los conceptos no tuvieran más relevancia que para la pura contemplación teórica, probablemente el tema no tendría ninguna importancia para la mayoría de la gente. Pero los conceptos son más que eso: forman parte de las "instrucciones de uso" con que nos enfrentamos al mundo, instrucciones que no son las mismas para todos: puede que el asunto de nuestro tataratataratatarabuelo nos deje fríos, pero cuando de lo que se trata, por ejemplo, es de decidir cuándo un embrión humano deja de ser embrión y se convierte en humano, supongo que la cosa cambia bastante.
    Saludos.

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  10. Pues sí.... Hasta ahora figura en los diccionarios la palabra "feticidio" como el mismo significado atribuido (implícitamente) al resto de los -cidios: acción y efecto de dar muerte al feto y, por lo tanto, delito. El siguiente problema en un diccionario es decidir si, en sus eternos remandarse de una palabra a otra, podría ser considerado sinónimo de aborto. Ambos coinciden en un aspecto del significado común: la posible "voluntariedad" del acto ( los -cidios, puede que me equivoque, pero no todos son accidentales e, igualmente, aborto se suele definir como interrupción voluntaria o por causas naturales del embarazo.) ¿Qué se hace con esa barbaridad de palabra? La opción más razonable sería la de eliminarla del diccionario, pero ahí está.

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  11. Alberto, seguro lo habremos antes comentado en carta.

    He estado pensando en todos los comentarios sobre conceptos abstractos, ALLA y si ustedes conocen las obras y las maneras de pensar y actuar de
    Rene Magritte, Mark Rothko, Salvador Dali, Picasso y Marc Chagall, supongo todos concluiriamos que ellos en distintas formas coinciden con algunos de nosotros en cuanto a que las palabras son limitativas, la palabra en su contenido literal limita. Es el interes y la profundidad en uno mismo donde existe la posibilidad de ampliar los horizontes. Dentro de todos los que menciono, tiendo a pensar y puede ser porque he experimentado mas con ellos en mi ocupacion, pienso que Magritte es el que mas nos instruye en la "traicion de las imagenes y la traicion de las palabras".

    En estos dias hemos estado estudiando los simbolismos que algunos colores representan.
    Hago esto asociando los colores con texturas y con estilos de musica. Uso mucho el Jazz, Blues y R&R.
    Para un alumno que tengo, venido de Senegal, el color negro no representa el negro, el simbolismo del negro como negro.
    No se si en Espanna sucede igual porque el extranjero que reside en Espanna es distinto a extranjeros que residen en EE.UU.
    Este Senegales, vino a EE.UU. para estudiar Ingles. Me dijo que prefiere la parte NorEste de los USA porque en la parte del Sur hay mucho "negro".
    Es verdad, no solo somos hipotesis, somos metaforas vivientes y podemos ser sin limite. ;-DDD

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  12. La traición de las palabras, su hechizo, sí, ese es el gran tema: lo que las palabras tienen de realidad y lo que tienen de invento y, sobre todo, lo que tienen de moldes que nos obligan a ver las cosas de determinada manera. Una estrategia para luchar contra las imposiciones del lenguaje puede ser, precisamente, manejar distintos medios, como son las imágenes y las palabras, o los distintos idiomas: en cuantos más puntos de vista distintos tengamos mejor veremos el poliedro.

    Hace años tuve un alumno que se declaraba racista. Un buen día empecé a verle todo el día con un compañero congoleño. Un día le pregunté: “¿no eras racista?”. Me contestó: “sí, pero es que él es mi amigo”.

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