miércoles, 21 de abril de 2010

Hiyab

He oído decir que el velo que llevan sobre la cabeza algunas mujeres musulmanas es una señal de sumisión. Puede ser. Pero también lo son los tacones altos y a nadie se le ha ocurrido prohibirlos. O los velos de las monjas, ya puestos.

He oído decir que hemos quitado los signos religiosos de los centros de enseñanza pública. No es cierto: se han quitado los signos religiosos oficiales, pero a nadie se le dice que se quite el crucifijo que lleva sobre el pecho.

He oído decir que, por coherencia, si los chicos no pueden llevar gorra en clase, las chicas musulmanas no deben llevar pañuelo. Sí, eso es coherencia. Pero la coherencia no es un valor si no sirve para proteger algo más. Soy ateo, pero entiendo que no es lo mismo forzar una norma de buenas maneras que una religiosa. Además, es tan fácil cambiar el reglamento y decir: “se prohíben los sombreros y gorras en clase”. En el caso de que un niño tenga cáncer y se quede calvo por la radioterapia, ¿van a obligarle a quitarse el pañuelo “por coherencia”?

He oído decir que los centros educativos públicos en España son laicos. Si es así, ¿por qué se sigue impartiendo religión?

He oído decir que hay que poner límites en algún sitio. Estoy de acuerdo. El burka, por ejemplo, que impide reconocer y relacionarte con la persona. O la ablación de clítoris, que es una agresión física e irreversible. Pero, poner el límite en un pañuelo que se lleva en la cabeza... ¿no es desproporcionado?

He oído decir que la comunidad de Madrid siempre apoyará la libertad de los centros educativos. ¿Quiere decir esto que si el consejo escolar decide no aceptar a los gitanos le apoyarán?

Soy ateo y considero a las religiones, en especial a las monoteístas, un atajo de supersticiones. Pero también sé que el sentimiento religioso es algo muy profundo que no puede cambiarse por decreto ley. Para muchas mujeres musulmanas el hiyab es una seña de identidad. Para otras, quitárselo es tanto como desnudarse. Pero también he visto muchas chicas que han aparecido por el instituto y, al cabo del tiempo, se lo han quitado.

Me gustaría que llegase el día en el que el hiyab no fuese más que un adorno, al igual que los crucifijos o los rosarios. Pero para que llegue ese día, el mejor camino no es hacerles sentir que la sociedad les rechaza, sino hacer todo lo posible para que aprendan matemáticas, literatura, filosofía, historia...

Hoy, en una clase, un alumno ha sacado el tema. La opinión del resto ha sido unánime: hay que respetar las costumbres de los compañeros. Mientras decían esto miraban a la mejor alumna de clase, una chica encantadora, que, asustada bajo su hiyab, ha acabado preguntándome si en nuestro instituto podía pasar eso.

lunes, 19 de abril de 2010

Alicia

A ver si os suena esta historia: una profecía augura que vendrá el elegido, conseguirá la espada mágica, matará al dragón y liberará así al país del sangriento rey que lo gobierna.

Pues donde pone el elegido leed Alicia y donde pone rey sangriento leed reina de roja y ya tenéis el guión de la sorprendente y original historia que cuenta Tim Burton en su última producción, titulada, por evidentes razones económicas, Alice in Wonderland.

Si se busca en www.google.es “alicia país maravillas”, las dos primeras direcciones corresponden a la película de Tim Burton. Si se busca “alice wonderland” en www.google.co.uk, lo mismo.

Si uno mira por ahí en los blogs de cine, verá que hay mucha gente que habla de la Alicia original refiriéndose a la película de Disney.

Lo confieso: he ido a ver Alice in Wonderland. Y me siento deprimido. Por ser tan inocente, por picar de nuevo, por ver que son insaciables rescribiendo la realidad, por ver que han sido capaces, otra vez, de neutralizar una de las obras más escandalosas de la literatura.

En los dos libros que el reverendo Dodgson, alias Lewis Carroll, dedicó a Alicia Liddell, se juega con el lenguaje y la lógica, con la ambigüedad, la paradoja, los juegos de palabras, la relatividad de la existencia, las inversiones especulares, el azar...

Pero, lo más pasmoso, es que los libros de Alicia son un canto amoroso a una niña de siete años. No me voy a meter en la cuestión psicoanalista y sexual del asunto. Pero lo que sí sé es que pocas veces un escritor ha hablado con tal admiración de su personaje. Pocas veces un autor se ha convertido a sí mismo en mero instrumento para ensalzar la gloria de su personaje. Carroll, rendido desde un principio a su jovencísima amiga, no intenta ocultar en ningún momento su enamoramiento, y convierte un paseo en barca, aquel en el que creó las historias que le contó a Alicia, en el momento perfecto de su vida, aquel que después añorará y recordará como modelo de la vida que él hubiese querido.

Nada de esto está en la película de Burton. Ni siquiera los personajes que copia los copia como eran. En las historias de Carroll, todos los personajes son complejos, irónicos, egoístas, y ponen a prueba la inteligencia de Alicia. Ahora, todo eso se ha convertido en otra empalagosa versión de la historia de San Jorge y el dragón.

Cabrones.











El grabado del gato de Cheshire es del genial John Tenniel.




domingo, 18 de abril de 2010

Problema de lógica numérica

Almazul dijo...


No tiene nada que ver con el tema que estamos tratando pero puede venir bien para desengrasar un poco después del debate político y tampoco impide que podamos seguir comentándolo, a Alberto y los demás seguro que os gusta este problema de lógica numérica que he encontrado por ahí, si alguno conoce la respuesta que no la dé inmediatamente para dar oportunidad a que los demás lo descubran por si mismos:

7662 = 2
7111 = 0
2172 = 0
6666 = 4
3213 = 0
1111 = 0
9881 = 5
8809 = 6
9312 = 1
8193 = 3
0000 = 4
2222 = 0
3333 = 0
5555 = 0
8096 = 5
7777 = 0
9999 = 4
5531 = 0
7756 = 1
6855 = 3
2581 = ?

miércoles, 14 de abril de 2010

España franquista

España lleva décadas vanagloriándose de su transición política, el proceso por el cual pasamos de una dictadura a una democracia. Pero lo cierto es que muchas heridas quedaron sin cerrar.

En Alemania, a ningún político de derechas, salvo algún pirado neonazi, se le ocurriría ya no defender a Hitler, sino intentar minimizar lo que fue. En España, el principal partido de la oposición se niega a condenar oficialmente el franquismo (de hecho, su presidente-fundador fue ministro franquista).

En Francia, en Alemania, la derecha es laica. En España no. Aunque digan que sí lo son, luego se ve a los políticos de derechas de la mano del clero en manifestaciones contra el aborto, el matrimonio homosexual y cuanta libertad se intente poner en marcha.

En Francia, los casos de corrupción pueden acabar con un partido. En España, si el partido es de derechas, no. Por qué a los votantes de la derecha no les importa que sus políticos sean unos corruptos es algo que no puedo saber, aunque sí sospechar.

En España los jueces se equivocan mucho. No sé si más o menos que en otros sitios, pero se equivocan mucho. Por eso no deja de sorprender que sea solo cuando un juez intenta juzgar los crímenes del franquismo cuando la fuerza de la ley cae sobre él y le quita del medio.

En Alemania el nazismo es un movimiento marginal. En España, el franquismo sigue vivo en la política y en las instituciones.

Y en la gente, en mucha gente que, con toda la desvergüenza del mundo, defiende que en la Guerra Civil hubo dos bandos, y que si unos eran de uno los otros eran del otro, y que ya está, y que hay que olvidarlo. Naturalmente, la mayoría de los que prefieren olvidar son de derechas y no tienen a sus muertos enterrados en zanjas.

Lo que está pasando en este país es, sencillamente, vergonzoso.

La única esperanza es que los amigos argentinos juzguen desde allá lo que no podemos juzgar desde acá.

domingo, 4 de abril de 2010

Creencias laicas

Solemos asociar las creencias con la religión pero, siendo este un ámbito ideal para ellas, no es el único. En realidad las creencias lo infectan todo, desde la biología (las jirafas tienen el cuello largo por su afán de comer las hojas de los árboles) hasta la matemática (existen infinitos números), pasando por la política (los mercados se autorregulan), la lógica (la excepción confirma la regla) o la psicología (All you need is love).

Pensando en algunos de los debates ocurridos por aquí últimamente, pienso que, más allá de las lógicas diferencias entre la forma de pensar de unos y otros, con demasiada frecuencia subyacen creencias injustificables que, sin embargo, condicionan todo el discurso y hacen imposible la comprensión.

Su virulencia provienen de que, en la mayoría de las ocasiones, están tan confundidas y entrelazadas con la forma que tenemos de ver el mundo que somos inconscientes no solo de que son arbitrarias y, casi siempre, erróneas, sino de que son creencias.

Creer en la ilimitada curiosidad infantil, en la innata bondad humana, en que el progreso es imparable o en que la naturaleza es sabia parece tan natural que muchos no ponen en duda lo que es, en casi todos los aspectos y sentidos, falso.

Creer que todos somos iguales, que algo es algo, que existen el bien y el mal o que los pisos nunca bajan nos dejan inermes ante una realidad en la que las diferencias son escandalosas, en las que algo puede en realidad significar nada, en que hay tantas reglas morales como personas, incluso más, y en la que los pisos, a veces, bajan.

Por todo esto creo que puede ser interesante, y hasta divertido, hablar de eso, de las creencias no religiosas, aunque todas, una vez se estudian, tienen cierto tufo religioso, en el sentido de que todas ellas reflejan no cómo es el mundo, sino cómo nos gustaría que fuese.

Ya he citado algunas de las creencias que pienso comentar, aunque la lista puede crecer con las aportaciones del personal. Si alguien ha encontrado alguna creencia solapada por ahí en mis escritos, le agradecería enormemente que la denunciase.

Una habitación con vistas








Fotos tomadas desde un asiento de piedra que hay al lado de una ventana
del monasterio de Santo Estevo de Ribas do Sil
entre el 27 y el 31 de marzo de 2010.

sábado, 3 de abril de 2010

Steve Hackett II

Por cierto: también sabe tocar en acústico. Atención al Horizons que suena a partir del minuto cuatro.

viernes, 2 de abril de 2010

Steve Hackett en Finisterrae

Ayer vi y escuché a Steve Hackett en el primer concierto de la primera edición de Finisterrae, un festival de rock progresivo que se está celebrando en A Coruña.

Para quien no lo sepa, diré que el grupo Genesis ha tenido tres etapas: la primera, progresiva, con Peter Gabriel a la voz; la segunda, progresiva, con Phil Collins a la voz; y la tercera, la más larga e infumable, dedicada a recaudar dinero... con Phil Collins a la voz.

Se ha escrito mucho acerca de quién era el alma de Genesis: que si Gabriel, que si Collins. Incluso hubo quien dijo, creo que él mismo, que era Banks... Lo cierto es que Genesis dejó de ser Genesis cuando Steve Hackett se marchó. Sin embargo, Steve Hackett ha seguido siendo durante décadas Steve Hackett.

El rock progresivo puede definirse de muchas manera: para unos es el intento de hacer lo que los músicos clásicos, pero con instrumentos electrónicos (el rock progresivo al principio se llamó sinfónico). Para otros, lo importante es el peso de la instrumentación, con especial hincapié en los teclados. Pienso que sin duda algo importante, de ahí lo de progresivo, es la convicción de que la música debe evolucionar: frente al pop, siempre copia de sí mismo, siempre igual pese a los cambios en la indumentaria, el rock progresivo basa su fuerza en la experimentación, en la búsqueda de nuevos timbres y armonías.

Pero hay algo más: el rock progresivo, el buen rock progresivo, cuenta historias. Historias no triviales, quiero decir, historias que van más allá de chico desea chica y chica desea a otro chico. Las historias de las que hablo evolucionan a medida que los largos temas progresivos desgranan sus sonidos. A veces las letras son importantes, pero siempre son lo de menos, porque es la música la que te hace sentir cosas, la que te produce emociones que cambian y crecen con el tiempo construyendo de esta manera una narración.

Fotos: Charo
Steve Hackett lo hace. Ayer lo hizo. Tras la música plana de unos cuantos grupos planos, superficiales en el sentido literal de la palabra, sin profundidad, sin historia, meros ejecutores de escalas y acordes, llegó el espectáculo, la magia de un tipo que entiende un concierto como algo más que una sucesión de estribillos.

Os dejo aquí un vídeo muy similar a lo que sonó ayer en A Coruña. Verlo y oírlo así no tiene casi nada que ver con la realidad, pero menos es nada.