sábado, 26 de diciembre de 2009

Ética objetiva

¿Se puede hablar de ética con objetividad?

Las elecciones éticas pueden ser de dos tipos: la elección de criterios o principios generales por un lado y la evaluación de comportamientos concretos por otro.
La elección de criterios generales es un proceso subjetivo e irracional. Podemos optar por buscar la felicidad de los humanos o por servir a los deseos de alguna deidad. Podemos elegir entre éticas materiales y éticas formales. Podemos abrazar el imperativo categórico o bien lanzarnos a una vida singular y libre. Todas estas elecciones son producto de la propia genética, la tradición, el contexto histórico, la educación, la experiencia personal, y montones de influencias más. Es decir, son subjetivos e irracionales. Hasta la elección de la racionalidad es irracional.

Por su parte, la evaluación de los comportamientos tiene por objetivo decidir efectivamente qué hacer, lo que implica clasificar los comportamientos en buenos y malos, cosa que se hace aplicando los criterios éticos generales. Habrá quien considere que matar es malo porque disminuye la felicidad del mundo, o porque desencadenará el círculo vicioso de la venganza, o porque lo prohíbe algún dios. Otros considerarán que es bueno porque con ello debilitan al enemigo, o porque obtienen alguna ganancia o, simplemente, porque lo dice algún dios.

La forma de realizar estas elecciones difiere mucho de unos a otros. Mientras que unos se limitan a tomar su decisiones aplicando las imprecisas reglas heredadas que conforman su instinto moral, otros reflexionan sobre dichas reglas y elaboran complejos sistemas de evaluación.
Dicho esto, paso a contestar la pregunta “¿podemos hablar de ética con objetividad?”. La respuesta es que sí, aunque no siempre. Es casi imposible discutir sobre los criterios generales, porque la discusión en sí exige unos criterios compartidos que no se tienen. Y discutir acerca de la bondad o maldad de un comportamiento apenas tienen sentido cuando los criterios generales no tienen nada en común.

Sin embargo, la aplicación de los principios generales a los comportamientos particulares sí admite la discusión racional y objetiva. Racional en el sentido del propio análisis del lenguaje; y objetiva en el sentido de análisis de la realidad. Asumido el imperativo categórico “compórtate con los demás como quieres que los demás se comporten contigo”, sería contradictorio defender el asesinato como algo bueno. Asumido el objetivo general de alcanzar una sociedad pacífica en la que los humanos puedan vivir felizmente es absurdo confiar en que eso llegará por sí mismo gracias a la natural bondad humana cuando sabemos que los humanos no somos buenos por naturaleza.

Los criterios son difícilmente discutibles. En caso de conflicto, solo cabe optar, si es posible, entre la coexistencia pacífica o la imposición por la fuerza de una de las dos alternativas, lo cual es, en sí, una elección moral, aunque a veces venga forzada por las circunstancias. Pero sobre los medios para alcanzar los objetivo sí se puede discutir, lo cual permite que unos digan estupideces y otros no.

1 comentario:

  1. La ética no parece ser una ciencia, pero estoy totalmente de acuerdo en que la correcta aplicación de la teoría a la práctica es una ciencia, no sé si de la exactitud, pero al menos de la coherencia y la coherencia tiene cierto componente objetivo, afortunadamente.

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