sábado, 28 de abril de 2018

Monstruos


Toda sociedad genera monstruos. En toda estructura aparecen anomalías. Todo sistema adolece de su propia teratología. Y es lógico: una sociedad implica una elección, un conjunto de elecciones. Inevitablemente, hay quien no se adapta: son los monstruos.

Las sociedades conscientes de este hecho se preocupan de perseguir, neutralizar, restañar el daño y evitar en la medida de lo posible la acción de sus monstruos. En estas sociedades el complejo de culpa es inevitable: incapaces de autoaniquilarse, sufren sin embargo y permanentemente ser la causa de sus monstruos, lo que las lleva en ocasiones a ser excesivamente contemporizadoras.

Otras sociedades, inconscientes, no reconocen a sus monstruos como propios. Por el contrario, en cuanto los identifican como monstruos los consideran extraños, ajenos, lo que les permite perseguirlos con saña homicida. Lo que nunca logran comprender estas sociedades es por qué nunca dejan de aparecer nuevos monstruos: por eso, su lucha sin cuartel contra la monstruosidad no tiene fin.

Un tercer tipo de sociedad es la perversa, aquella en la que sus jerarquías aceptan sus monstruos como propios pero sin reconocerlos como tales. Aquí el mal está encarnado en las propias estructuras de poder. Aquí los monstruos andan por las calles, pero también llevan toga. Aquí la sociedad está rota entre el odio y la comprensión, entre la ciudadanía y el poder, entre la ética común que odia instintivamente a los monstruos y un poder corrupto, absurdo y prepotente que los defiende quizá solo por dejar patente que su poder emana de algún sitio muy alejado del sentido común, quizá de dios, no sé.

Lo que sí sé es que es asqueroso poner en duda que cinco hombres, al penetrar a una mujer en manada, están ejerciendo violencia. Lo que sí sé es que demuestra mucha ignorancia, o mucha perversión, no sé, pensar que una  mujer puede disfrutar de semejante situación. Lo que sí sé es que un juez no puede juzgar con equidad sin empatía, y que hay que tener muy poca empatía para entender consentimiento en una situación como la que hemos conocido. Lo que sí sé es que me repugna vivir en un país donde cinco animales pueden violar a una mujer sin que los jueces sean incapaces de ver la violencia de semejante acto.

He intentado imaginar la psicología de los miembros del tribunal (atención, entre ellos hay una jueza), pero no he sido capaz. Lo primero que le viene a uno a la cabeza es que sean machistas, de extrema derecha, católicos, carcas en general, pero nada de esto explica nada. Un amigo me sugiere que están pagados. No lo sé, claro, pero, no sé, sería tan tremendo…

Tras darle vueltas, solo se me ocurre encuadrarlos en ese tipo humano que culpa a las víctimas, ese que culpa de su enfermedad al enfermo, al desgraciado de su mala suerte, al pobre de su pobreza, o a la violada de su violación. Son ese tipo de gente que desprecia a aquellos que hacen feo el mundo, aquellos que dan problemas, aquellos que nos obligan a enfrentarnos a una realidad que muchas veces es cruel, aquellos que nos fuerzan a cuestionarnos la mierda de mundo en el que vivimos. Son aquellos que les recuerdan que este mundo, del que ellos son miembros sobresalientes, puede ser el peor de los mundos.

Son ese tipo de gente que entre los monstruos y las victimas se quedan con los monstruos. De lo que no parecen conscientes es de que, a su vez, esta elección los convierte a ellos mismos en monstruos.

Qué asco.

2 comentarios:

  1. Hola Alberto, qué gusto volver a leerte y vaya temita nos has traído en esta entrada. Yo me tomo todo este tipo de cosas, después del pataleo, para mis limitadas reflexiones. Mis experiencias me acaban llevando a la conclusión de que nuestra capacidad de juicio es tan pobre que tenemos que ser prudentes a la hora de juzgar. Y esto por supuesto no es una defensa de esos impresentables, sino un "cuidado que siempre nos faltarán datos". Por muy popularizado y mediatizado que esté siendo este caso, no nos aportará más capacidad de juicio.
    El mundo y la vida son esencialmente injustos, pero solo cuando lo olvidamos sentimos este desamparo ¿o aún te crees que la espada de la Justicia está para enderezar al torcido y proteger al virtuoso?
    Hasta donde yo sé el tribunal sí ha visto la violencia, pero a efectos de responsabilidad penal les ha "cuadrado" ese acto asqueroso dentro de el artículo del abuso. Porque al final esas reglas que llamamos leyes siempre estarán bajo la tutela del juez y esto también me parece monstruoso.

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    1. Hola Plumametálica: un gusto leerte.

      Las leyes hay que interpretarlas: es imposible escribir un código legal que contemple todas las situaciones. De hecho, es bueno que haya que interpretarlas, porque el juez así puede introducir la humanidad que le falta al frío articulado jurídico.

      Pero para que esta interpretación sea socialmente razonable, el ojo del juez debe estar en sintonía con la sociedad. No se trata de caer en el linchamiento: precisamente para eso tenemos un sistema jurídico, para lograr una mirada desapasionada de la que, no podía ser de otra manera, carecen las víctimas. Pero lo que es absurdo es que ese margen de interpretación sirva para ir en contra del sentir social.

      ¿Por qué pasa esto? Hay muchas razones: el agotamiento del sistema de cooptación; resabios del pasado y, posiblemente lo más importante, falta de formación de los jueces. Dicho de otra manera: alguien debería de explicarles, quizá psicólogos, quizá filósofos, quizá todos a la vez, qué es violencia y cómo son los comportamientos que provoca.

      Y no, nunca me he creído que “la espada de la Justicia está para enderezar al torcido y proteger al virtuoso”, pero sí sé que vivimos, pese a todo, en uno de los países más seguros del mundo, y eso es gracias a la educación, la sanidad, los subsidios, el sistema judicial y el sistema policial. ¿Vivimos en el mejor de los mundos posibles? Pues no lo pienso, pero, mientras logramos el paraíso terrenal, no estaría de más que cambiásemos lo que hubiera que cambiar para que la cosa no empeore. Si continuamos permitiendo que el descrédito de la política y ahora de la judicatura acabe con las pocas ilusiones de la gente respecto del sistema, esto se va a poner feo.

      Más feo, quiero decir.

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