domingo, 22 de abril de 2018

¿Cómo se puede creer en Dios después del telediario?


Uno de los temas que más me desconciertan es el de la contradicción que existe entre lo mucho que sabemos como especie y lo poco que sabemos como individuos.

Con la mecánica cuántica es comprensible, porque es difícil, porque hay que manejar matemáticas superiores y eso no está al alcance de todo el mundo, de modo que hay que conformarse con que solo unos cuantos las conozcan y la entiendan y los demás disfruten de lo que para todos supone tal conocimiento.

Sin embargo, desde hace siglos sabemos que la existencia de un dios personal, todo  bondad, omnipotente y omnipresente es una bobada, una contradicción lógica, y, pese a todo, miles de millones de personas en todo el mundo siguen creyendo en entidades así.
No sé por qué. Sospecho que tiene que ver con la educación, y hasta pienso que algo en nuestra programación genética nos incline a la superstición. Pero que gente con formación, gente que lee, viaja y conoce gente de otras culturas y otras religiones siga aferrada a sus mitos familiares y sea incapaz de superarlos me desconcierta.

Soy comprensivo, que no condescendiente, con la gente sencilla, léase aquellos que tienen que dedicar su tiempo a sobrevivir: bastante tienen. Pero no puedo ser otra cosa que intransigente con aquellos que han disfrutado de la formación y los medios de vida para disponer de un rato y ponerse a pensar. En esas circunstancias, ¿cómo se puede creer en cuentos de hadas, en amantes seres paternales cuando todos los días mueren millares de personas de hambre, de miseria, de asco?

No me considero una buena persona. De hecho, no sé muy bien qué significa eso, pero no puedo entender cómo gente que piensa que lo es, gente que se cree buena, acepta que este mundo de mierda sea obra de un ser bondadoso. ¿Les parece obra de un ser bondadoso lo que ven en el telediario de la cena?

Me cuesta escribir sobre estas cosas porque me enciendo y porque, de verdad lo digo, no entiendo cómo se puede conjugar un mínimo de empatía con lo que pasa en el mundo y la creencia en un creador bondadoso.

Supongo que ahora habrá algún lector que piense en recordarme aquello de que dios nos ha hecho libres. Entonces yo diré aquello de qué clase de libertad de mierda es la que tienen los inocentes que mueren bombardeados por las bombas de da igual quién.

En el siglo XVIII, el terremoto de Lisboa, en el que murieron cien mil personas (alguna buena habría, ¿no?), dejó consternados a los franceses y, de alguna manera, espoleó la Ilustración, la enciclopedia y la Revolución. Hoy, gracias a los medios de comunicación globales, asistimos en directo a todo tipo de desastres, naturales o no, que tienen como consecuencia dolor, sufrimiento y muerte. ¿Cómo se puede creer en dios ante algo así?

Si alguien me lo puede explicar, se lo agradecería.

9 comentarios:

  1. El Fundamento mitológico del Ser que se personifica en un creador, cuya criatura es el hombre; la función superior del mito y el ritual, que al final lo que es, es establecer una relación del hombre con Dios, no tiene nada que ver con lo repugnante que puede llegar a ser el humano. Sino que tiene que ver con esos momentos de "trascendencia" que tenemos hasta los ateos.
    La verdad es que yo poco te puedo explicar. Poco más allá, de que lo mejor de mí, en el fondo, es que también soy tú.

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    1. Me gustaría que te extendieses algo más acerca de "esos momentos de trascendencia que tenemos hasta los ateos" y acerca de que también eres yo.

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  2. jajaja, esto es lo que se llama dejar que me cave mi propia tumba... La respuesta que he dado a tu pregunta, en el fondo, es tan sutil de comprender como la propia pregunta.
    Por lo menos, espero que se entienda que lo que yo comprendo como acto religioso, en realidad, no tiene nada que ver con lo miserable que pueda llegar a ser el humano o con las desgracias que le puedan pasar. Sino que tiene más que ver con esos momentos de "trascendencia" que todos tenemos.
    Me parece comprensible, que para entenderlo mejor quieras que desarrolle un poco cuál es esa trascendencia que tenemos hasta los ateos. La lástima es que de estas cosas se habla mucho mejor en una sobremesa y sentado en un butacón, con alguna copa de licor. Casi en la intimidad.
    Yo no entiendo de ciencia, ni de filosofía, ni de música, ni de casi nada. Apenas entiendo mis propios pensamientos, porque están llenos de contradicciones. Pero no te imaginas cuánto me emociona la música, y la arquitectura y a veces la comida. Alguna vez me he atrevido a Danzar, y he sentido cómo esas cosas entraban en contacto con lo más profundo de mí mismo. Con una realidad que no era tangible pero que me parecía más real que la vida corriente. Algo más allá de los hechos prosaicos, más allá de lo Literal. Algo que me trasciende y que lo vivo como profundo y como auténtico.
    La existencia de la propia Historia de la Filosofía, intentando situar al Yo en algún lado me evidencia esa trascendencia.

    Independientemente de si se es ateo o no, puedes saber de qué estoy hablando, porque si te respondes con el corazón en la mano sabrás si has vivido eso o no.
    Lo que pasa es que hay un Dragón con muchas cabezas (algo así decía Nietzsche ¿no?) El Racionalismo, con su materialismo, su cientifismo, su literalismo... todo eso que tanto me limita. Claro que también me enseña y me pone los pies en la tierra. Pero por dentro llega un momento en el que me limita, solo que mi trascendencia (y creo que la de todos) es tan potente, que llega el actor de un teatro o un escritor o el bailarín y consigue danzar fuera de su piel y ponerme el vello de punta. Entonces es cuando el artista y yo conectamos y nos convertimos en uno.

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    1. Sigue pareciéndome tan difícil de explicar. Espero tener más oportunidades, para que sepas a qué me refiero.
      Lo de que lo mejor de mí es que, en el fondo, también soy tú es peor aún. Para que sepas lo que quiero decir con eso, primero habría que hablar del sitio en el que ubicas tu identidad. Si me cortaras un brazo, yo seguiría siendo yo (es cierto que no podría ya tocar la guitarra pero seguiría siendo yo) y si me cortaran el otro brazo, y las piernas y así sucesivamente. ¿Qué sería aquello que si me lo extirpara dejaría de ser yo?
      No diré qué es, que cada uno juegue a mutilarse y lo encuentre. Y después si quiere, que se pregunte si es lo mismo que queda de mí.
      Es solo una visión algo poética (o yo lo veo así) de lo que hace Richard Dawkins en su "Gen egoista" cuando dice que somos "máquinas de supervivencia" de nuestros genes, que resultan ser los mismos en mí, en Adam Smith y en un erizo de mar. Solo que en cada individuo toman un taxi distinto para pasar a la siguiente generación.

      Por supuesto, esto no son lecciones ni nada parecido. Solo pensamientos soltados así, casi sin ordenar.
      Saldos.

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    2. Sé a qué te refieres, claro que lo sé: la vida no merecería la pena sin esos momentos de plenitud en los que sientes haber alcanzado alguna clase de verdad y, sí, de unidad con el mundo exterior.

      La única cuestión que cabe debatir es hasta dónde llevamos las metáforas. El efecto de la música quizá ayuda a explicar lo que quiero decir: la música tiene la capacidad de ponernos en sintonía, nos ofrece un vehículo para armonizar, y gracias a sus compases podemos entrar en resonancia y sentirnos partes de un todo. Genial. Pero de ello no hay por qué sacar conclusiones místicas: el instrumentista de la gran orquesta apenas si escucha al conjunto. El actor, si es de la escuela brechtiana, no hace más que fingir.

      No pretendo ser despreciativo: esos momentos de plenitud son reales: yo me los imagino como si el cerebro se encendiese en mil destellos, como si se desplegasen en él unos hermosos fuegos artificiales: algo nos afecta en tantos niveles que alguna clase de umbral se supera y todas nuestras potencias mentales participan de una auténtica fiesta.

      A estas experiencias podemos llamarlas como queramos, pero lo que no tiene sentido es sacar de estas experiencias conclusiones acerca del mundo, como no tiene sentido sacarlas de lo que uno siente bajo los efectos del alcohol u otras drogas.

      Si uno, pese al telediario, cree en dios, no puede argüir que es que se siente uno con el cosmos cuando escucha el Mesías de Händel. Yo también lo siento, pero si uno espera lo suficiente se le pasa y se acabó la unidad cósmica.

      En cuanto a que el racionalismo limita… Volvemos al uso de las palabras: si por racionalismo entendemos la creencia de que la razón todo lo puede, estoy absolutamente en contra. La razón necesita datos sobre los que trabajar. Y pasión para actuar.

      Hume decía que la razón es, y debe ser, esclava de las pasiones. Lo cierto es que la razón y la pasión solo trabajando solidarias puede servirnos: si una identifica los caminos, la otra elije; si una nos muestra los errores, la otra inventa nuevas posibilidades. La razón sola limita, porque es estéril. La pasión sola conduce al desastre porque es locura.

      Seamos apasionadamente inteligentes e inteligentemente apasionados.

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  3. Es duro debatir sobre algo que con desgana se describirá como "percepción mística", porque siempre será relegado a la periferia. O es negado o se mantiene a cierta distancia, en los márgenes de lo que es considerado un debate "serio". Lo que pasa es que no podemos olvidar que el concepto de "misticismo " apareció muchos siglos después de aquello a lo que estoy intentando referirme.
    Retomo el hilo para que no haya dudas y sepamos bien de qué estoy hablando.
    Resumiendo: tú te preguntas cómo se puede creer en dios después del telediario, yo respondo que "lo trascendente" en el Ser Humano es independiente de lo repugnante que podamos llegar a ser y puse algunos ejemplos de eso que considero trascendente. Y tú añades con toda la razón del mundo que lo único que cabe debatir es hasta dónde llevamos las metáforas, que pese al telediario, por mucho que puedas llegar a sentir esa trascendencia no puede ser argüido, porque si uno espera los suficiente es algo que se pasa y se acaba la unidad cósmica. (Yo considero importantes cada uno de los puntos que expones en tu argumento, solo escojo estos a los que me he referido por resumir la idea, pero tengo muy en cuenta todos)

    Como estás viendo, el arte de alguna manera me conmueve. Igual que creo te sucede a ti. El arte no es, como la ciencia, una lógica de referencias. Sino una liberación de la referencia. Una representación de formas, imágenes o ideas que no comunican un pensamiento, ni siquiera un sentimiento, sino un impacto.
    Hablo del arte, no porque eso nos lleve a dios, sino porque estoy convencido de que nace del mismo lugar en el que nace dios. De esa tracendencia que te decía más arriba.
    Es imposible hablar del nacimiento de nuestro arte sin hablar de la mitología a la que se refería. No es descabellado decir que la mitología es la madre de nuestro arte, pero es que la mitología también es hija de esa "trascendencia" nuestra.

    En un edificio de la Administración Pública te dirían –Caballero esa solicitud la tiene que pedir Usted en la planta de arriba.
    Quiero decir que si quieres saber por qué la gente puede llegar a creer en Dios, después de todo, nunca lo podrás entender racionalmente. Porque la mitología no se inventó racionalmente (esto lo pondría en negrita porque lo considero muy importante). Para esa solicitud tendrás que cambiar de planta.

    Yo solo digo que para un creyente, que ha sido capaz de ver "lo numinoso" o la trascendencia o a Dios, detrás de la bruma, aunque sea solo por un momento. Claro que sabrá, o por lo menos creerá intuir que hay otra realidad tras los bastidores. ¿Cómo no va a seguir en su anhelo pase lo que pase en el mundo?

    Por cierto, fantastica la obra del Mesias de Handel, no la conocía. No en vano esos griegos hicieron que la palabra canción y canto tuvieran la misma raíz que Camino.





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    1. Dices, y bien bonito, que el arte es “una liberación de la referencia”. Sí, es una definición interesante, pero el que nos liberemos de la referencia no hace que no exista. Cuestiones de simetría (visual o conceptual), o la aparición o simulación de elementos atractivos (el río, el bosque, las colinas), o las referencias simbólicas a referentes a su vez atractivos o estimulantes están detrás de nuestra apreciación artística. Para no entrar en bucle voy a intentar ser claro: no pienso que haya nada trascendente. No niego la experiencia, pero sí que esta responda a algo realmente trascendente. La mitología la inventamos para explicar lo inexplicable. Pero cuando entendimos lo del rayo, el mito de Thor dejó de tener sentido.

      En cualquier caso, yo no me pregunto cómo puede la gente creer en dios. Sé cómo pasa: yo fui creyente hasta los quince o dieciséis años. Lo que no me explicó es cómo se puede seguir creyendo después de echarle un vistazo al mundo. Incuso podría entender que alguien siguiese creyendo en dios, pero que en tal caso le maldijese. Pero lo de aceptar al bondadoso y omnisciente señor todopoderoso me resulta incomprensible.

      La verdad es que mi incredulidad es retórica, porque tengo una idea bastante precisa de cómo se puede creer en dios pese a todo. Si no la explicito es porque me da miedo quebrantar la ley española que prohíbe ofender los sentimientos religiosos de los demás.

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    2. Tienes toda la razón. La experiencia de trascendencia o por lo menos la ilusión de esa trascendencia no tiene por qué responder a algo realmente trascendente.
      Pero no es cierto que la mitología, solamente, responda a esa naturaleza explicativa. Y creo que, precisamente, en la comprensión de esos matices podría estar la respuesta a tu pregunta, aunque sea una pregunta retórica.
      Dios no es bondadoso, omnisciente y todopoderoso porque es una creación nuestra, como una obra de arte. Nace del mismo lugar que nuestro arte y, como decía más arriba, se podría decir que a su vez es el origen o la inspiración para las primeras expresiones artísticas de nuestra humanidad. (En realidad, hablo de más de 60.000 años de "expresión artística", en los que el arte, principalmente, tenía esa naturaleza mágica, mitológica o religiosa).

      En otra entrada del blog me preguntaba sobre: en una supuesta civilización desarrollada de "mantidae", cómo se integraría culturalmente el impulso de cortar la cabeza al macho tras la cópula. Pues en esta, me preguntaría cómo se integrarían, en la cultura de una posible sociedad desarrollada de sisones o urogallos, sus danzas rituales de cortejo.

      En las mitologías de todo el mundo hay como un caleidoscopio de mitos, en los que algunos mitos se repiten frecuentemente. El robo del fuego, el diluvio universal, el mundo de los muertos, el nacimiento virginal o el héroe resucitado tras una tortura, me valdrían como ejemplos. Después si hacemos una comparación entre distintas religiones, podemos comprobar que todas se nutren de ese caleidoscopio de mitos, escogiendo unos mitos en concreto y adaptándolos a sus fundamentos religiosos.
      Estoy seguro de que no te estoy diciendo nada nuevo, pero por lo menos te sirve para saber desde qué punto estoy queriendo hablar.

      Lo del dios bondadoso, solo es un mito más de ese caleidoscopio, que se ha escogido en la religión de la zona en la que nos ha tocado vivir. Nos podría haber tocado uno malvado, que los hay, o uno, como en el zoroastrismo mentiroso o malo pero que se complementará y será equilibrado con otro bueno, restableciendo así un nuevo mundo. Sólo son ejemplos.

      A lo que voy es que "la madre del cordero" aparece cuando buceamos en nuestros orígenes y llegamos a lo mitológico, o si me apuras, cuando buceamos un poco más y llegamos a las danzas rituales de los sisones. Pero si nos acercamos a lo mitológico como si se tratara solo de algo explicativo nos lo perderemos casi todo o por lo menos no entenderemos casi nada.

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    3. ¿Entonces se puede aceptar a un dios bondadoso, después de todo lo que ocurre en el mundo?
      Para lo mitológico, no es que se pueda aceptar. Es que se tiene que aceptar y no puede ser de otra manera. Y esto es así porque, como en lo artístico, el acto mitológico se tiene que liberar de toda referencia.
      Quiero decir que cuando el hombre santo de turno, se coloca, por ejemplo, una máscara sagrada; esa máscara deja de ser algo hecho por un humano, ya no es de madera, ni la lleva puesta un hombre. No puede ser una mera alusión. Sino que ese hombre santo con la máscara se convierte en el propio dios. Tal y como ocurre o debería ocurrir con el vino y la hostia consagrada en la liturgia católica.

      Y todo esto es independiente de lo que ocurra en el mundo. Sí, sé que esto es incoherente y un poco incomprensible, como pueden ser los sueños. Pero no podemos olvidar que en la mitología se juntan la literatura y la "ciencia" del inconsciente, donde A puede ser B y a su vez puede ser C.
      Por estos motivos, a lo largo de la historia, los lugares sagrados eran protegidos, como custodiados, por imágenes de terribles guerreros o bestias que flanqueaban la entrada al lugar. De alguna manera para impedir que la fría lógica, los "aguafiesas" y positivistas que no quisieran "jugar" quedaran fuera.

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