Leo La
condesa sangrienta, texto de Alejandra
Pizarnik que empezó siendo una reseña literaria pero pronto se convirtió en
un extraño canto a la condesa Báthory, una aristócrata húngara del siglo XVI de
la que se dice que asesinó a más de seiscientas jóvenes para hacerse con su
sangre.
Pizarnik no se deleita con los crímenes, aunque
tampoco los obvia: simplemente se deja llevar por la fascinación de un
personaje a la vez sanguinario y sofisticado en una prosa de gran precisión a
la que adorna de sutiles pinceladas líricas.
La edición que he leído está ilustrada por Santiago Caruso. Sus dibujos, magníficos,
mezclan el goticismo de Nosferatu, la frialdad de un libro de anatomía y la
extrañeza surrealista de lo onírico.
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