sábado, 13 de junio de 2015

Hablando del Diablo

Val es una mirona y se dedica, enmascarada con una capucha de diablo, a espiar a la gente en sus casas, en espacial a su padre y su madrastra mientras se lo hacen. Pero a la madastra le gusta que la miren, y al novio de Val mirar a la madastra, y esto es suficiente para que Val lleve sus actividades muchos más lejos.

Pese a la aparente sencillez de sus obras, Beto Hernández consigue desarrollar complejas historias con personajes que evolucionan y, partiendo de la normalidad, se sumergen en estados emocionales de gran intensidad. Y lo logra con un ritmo que te lleva de viñeta en viñeta sin que te dé tiempo a respirar. Su capacidad de síntesis es tan grande que la primera lectura es como un fogonazo que te revela de golpe la historia. Después, en sucesivas lecturas, descubres con sorpresa las múltiples conexiones entre los personajes y sus porqués, aunque estos nos lleguen prácticamente desde el silencio.

Magnífico tebeo.

2 comentarios:

  1. Ayer pasé por la librería para buscar un libro de una serie juvenil para mi hija, ir de estante en estante ojeando libros es uno de esos placeres que nos van vetando al plastificar los libros. Me fijé que la sección de comics parece una de las pocas que va en aumento, es un campo del que no tengo ni idea, soy incapaz de distinguir lo bueno de lo malo pero hace tiempo que ya no los llamo tebeos, para mí, esos son los que leía yo cuando era chaval y tienen poco que ver con lo que había en esas estanterías.

    Si el crecimiento de esas estanterías sorprende gratamente, en otra sección me llevé una gran desilusión. La estantería, mejor dicho la balda, de matemáticas y ciencias estaba más bien vacía, pocos libros y no demasiado atractivos. Contrastaba con la de religión, esta sí era una estantería... atestada de los mismos y ya no digo la de temas esotéricos, que tenía más de una estantería. Curiosamente no había ningún ejemplar de autores como Bertrand Russell, Richard Dawkings o Carl Sagan. En todo caso me sorprende porque ahora mismo resulta que en papel tengo más libros de divulgación matemática que libros de ciencias en la librería del Corte Ingles y si añado los e-books podría tener varias estanterías, así que por oferta no es.

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  2. Cuando el "boom del comic" en España, hace ya unos años, hubo mucho debate acerca de cómo llamarlos, si tebeos, comics o historietas. Lo de tebeos no le gustaba a mucha gente porque sonaba a Mortadelo y Filemón y, por tanto, a lectura infantil. Lo curioso es que sí les pareciese bien llamarlos comics cuando este es un término inglés que, como es obvio, significaba ‘cómico’.

    Que historieta no funcionase tiene su lógica por el carácter despectivo que conlleva el diminutivo. Pero a mí tebeo me gustaba, y me gusta. Nunca entendí la necesidad de recurrir a un término inglés cuando ya teníamos una de, por otra parte, etimología tan propia. Además, yo nunca dejé de leer tebeos: pasé de unos a otros, claro, pero nunca dejé de leerlos, y, quizá por eso, nunca sentí la necesidad de llamarlos de otra manera, como no sentí la necesidad de buscar un nombre distinto para distinguir las ¿? de García Márquez de las novelas de Julio Verne.

    Pero la lengua tiene vida propia y lo de cómic se ha impuesto. Hasta el DRAE subraya el carácter infantil de los tebeos. Yo, lo confieso, aunque soy recalcitrante y sigo diciendo que leo tebeos, uso comic cuando pienso que no me van a entender.

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