viernes, 3 de mayo de 2013

Ositos de peluche cósmicos


Acabo de leer el libro de David Eagleman Incógnito. Es un texto ligerito acerca del funcionamiento del cerebro que resulta divertido mientras habla de la forma en que el cerebro reconstruye, por no decir inventa, la realidad a partir de la información siempre deficiente aportada por los sentidos. Otra parte, en la que relaciona la neurociencia y la culpabilidad, es interesante: dado que el comportamiento se ve influido por hormonas, genes, narcóticos, lesiones, neurotransmisores y demás, no tiene demasiado sentido hablar de responsabilidad, por lo que la administración de justicia debería realizarse pensando en términos prácticos, como el riesgo de reincidencia o las posibilidades de reinserción, y no en términos de castigo. Muy bien.

El final es el que resulta desconcertante: al hablar del reduccionismo y el materialismo extendidos de modo generalizado entre los científicos, Eagleman se hace un lío entre el sí y el no, porque tan pronto parece que está del lado de reduccionistas y materialistas como aboga el todo es posible, incluido que el cerebro sea una especie de receptor de algo que está fuera…

Me pongo a leer por ahí y me entero que Eagleman es el inventor de una cuarta vía alternativa al ateísmo, teísmo y agnosticismo: el posibilismo. Rechanzando el agnosticismo por considerarlo demasiado tibio, defiende tomar una postura más proactiva y basarse en la ignorancia que tenemos de casi todo para abrazar activamente todas las posibilidades. ¿Por qué negar la existencia de seres superiores si no podemos asegurar que no existan?

Pues yo se lo voy a decir: por la misma razón que no estamos todo el día dándole vueltas a la posibilidad de ser cerebros metidos en un frasco y conectados a un ordenador que crea un mundo virtual para nosotros; o ser el sueño de una mariposa; o el proyecto de ciencias de un alumno de secundaria de una especie gigante; o la efímera manifestación de un azar cuántico; o la creación de un dios barbudo, aburrido y algo canalla: porque no aportan nada. Una teoría que no puede ni refutarse ni rebatirse no es significativa. Divertidas sí que son, y pueden dar mucho juego en relatos de ciencia ficción, pero intelectualmente solo pueden aportarnos una cosa: humildad. La existencia de esas alternativas inalcanzables nos hace mirar nuestras teorías con modestia y desterrar la certeza de nuestra caja de herramientas. Nunca podremos estar seguros de nada que tenga que ver con la realidad. Pero esto no quiere decir que no podamos construir modelos. De hecho, es que lo hacemos constantemente: todos.

Otra cosa es hasta qué punto nos creemos nuestros propios modelos. Dice Eagleman que es tanto lo que ignoramos acerca del universo que ser ateo no está justificado. Esta afirmación aparenta tener sentido, pero en realidad no lo tiene: es como si aceptamos como posibilidad que más allá del alcance del Hubble existen unos gigantescos osos de peluche dando calor al universo. ¿Podemos negarlo? Pues, de modo estricto, no, pero no conozco a nadie que decida adoptar una postura activa respecto de la existencia de los ositos de peluche gigantes. Pues lo de los ositos de peluche y los dioses es lo mismo.

Yo soy ateo. Esto puede significar muchas cosas. En mi caso quiere decir que nunca he encontrado ningún indicio, ni prueba, ni siquiera especulación que haga mínimamente razonable creer en la existencia de seres sobrenaturales. Todo cuanto tiene que ver con dichas creencias se explica con argumentos históricos, políticos, sociológicos, psicológicos o psiquiátricos, así que mi postura al respecto es que no, no existen. Muchos dirían que entonces tendría que ser agnóstico porque no estoy seguro, pero es que eso es una perogrullada, porque seguro no estoy de nada.

¿Creo que los planetas giran alrededor de su estrella porque están animados de espíritus que desean unirse al padre-sol en un abrazo cósmico? Pues no, porque para ser espíritus con voliciones se comportan de un modo bastante monótono, siguiendo siempre las mismas reglas, esas que Einstein se encargó de formular en su teoría de la relatividad.

¿Estoy seguro de eso? ¡No!, ¡claro que no!: puede ser que los ositos de peluche gigantes hayan castigado a los espíritus de los planetas a seguir esas aburridas órbitas como castigo a algún delito cometido en el pasado. Puede ser. ¿Tengo entonces que ser agnóstico? Reconocer que este cuento es irrefutable no quita que no aporte nada y que me quede por tanto con la relatividad. ¿Quiere decir esto que creo en la relatividad? NO.

Y aquí pienso que está el eterno quid de la cuestión: los creyentes, o aquellos que, sin serlo, siguen mirando el mundo con los mismos esquemas, creen que la única forma de relacionarse con el mundo es la creencia, de modo que todo debate gira en torno a creer en una cosa u otra. Pero no es así: lo racional no es dejar de creer en los ositos cósmicos para pasar a creer en la gravedad: lo racional es no creer, lo racional es limitarnos a comparar teorías; hacer elecciones, siempre provisionales, cuando sea necesario, y vivir en consecuencia. Soy ateo en la misma medida que soy relativista: de entre las teorías que hemos elaborado hasta ahora, pienso que son las que mejor describen el mundo en sus respectivos ámbitos conceptuales.

¿Por qué se empeña la gente en creer? Pienso que se debe a que la gente es demasiado condescendiente consigo misma y aceptan sus prejuicios e instintos como si fuesen la verdad absoluta, en vez de ponerlos en cuarentena y criticarlos convenientemente.

Todos tenemos un juego de creencias que es el que usamos para manejarnos con el mundo sin pensar: instintivamente creemos en la continuidad del mundo; en el transcurrir del tiempo; en la tridimensionalidad del espacio; en la causalidad... También tenemos creencias acerca de cómo debe ser el mundo, la justicia, la moral, la amistad… Todo eso forma parte de lo que somos y está grabado a fuego en algún lugar de nuestro cerebro como consecuencia de nuestra herencia genética y cultural. Y está bien, porque nos permite vivir sin estar cuestionándonos a cada paso qué hacer. Son nuestro software básico. El piloto automático. Vale.

Pero lo que no tiene sentido es creernos nuestras creencias. Una cosa es que yo crea que el sol sale todas las mañanas y se pone todas las tardes, y otra que yo sepa que no es así, que es la gran bola sobre la que viajo por el espacio la que rota respecto de uno de sus ejes. Sin embargo, muchos llevan mal estas contradicciones y convierten, para resolver el conflicto, sus creencias animales en convicciones que defienden a capa y espada.

Lo que les pasa a los creyentes, y esto es una teoría, es que utilizan la razón para justificar sus creencias, en vez de utilizarla para criticarlas. Pero con eso no resuelven el conflicto: tan solo lo ocultan. Lo cierran en falso y son deshonestos consigo mismos. A esta deshonestidad le llaman fe.

La única forma de superar la contradicción es aceptarnos como somos, como una pluralidad de influencias, como máquinas dotadas de múltiples programaciones contradictorias y dudar, de todo en general y de nosotros mismos en particular.

38 comentarios:

  1. A todos nos gusta pensar que somos importantes, y que la totalidad de nuestros actos tiene relevancia. Un universo que nos ignora, y al que no le importamos, parece resultar para muchos como menos confortable que un universo en el que existen uno o varios seres sobrenaturales pendientes de nosotros. Tal vez por eso la iglesia, (acertadamente desde su punto de vista) condenó el pensamiento de Epicuro, con sus dioses que ni se relacionaban con el hombre ni se preocupaban por él, por ateo.

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    1. Sí, tienes razón. Lo que no acabo de ver es cómo son capaces de seguir creyendo que los dioses se preocupan de nosotros. Copérnico, Darwin y Freud mostraron que no somos el centro de nada, ni del sistema solar, ni de la vida ni de nosotros mismos. Sin embargo, ellos siguen creyendo que somos importantes. Todos los días asistimos a guerras, a cataclismos, a hambrunas. Sin embargo, ellos siguen creyendo que los dioses se preocupan de nosotros.

      La única explicación que le encuentro a esta creencia es una completa disociación entre la mente emocional y la racional, una especie de desdoblamiento de la personalidad.

      Si a alguien tienen otra teoría…

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  2. La capacidad humana para la contradicción parece ser bastante poderosa. Ignoro qué explicación podrá dar cuenta de esto, pero lo cierto es que somos capaces de mantener series de creencias incompatibles entre sí. Mediante qué alquimia mental, eso sería algo interesante de investigar. Sospecho que puede tener algo que ver el esquematismo de muchas de nuestras creencias: por ejemplo, el contenido del concepto (llamémoslo así) "ser sobrenatural" no necesita ser pensado hasta el final (donde se revela como autocontradictorio) para ser operativo.

    Los propagandistas suelen acabar antes, recurriendo a que son cosas que están más allá de nuestra razón, o de nuestra comprensión,y bla, bla, bla. Pero para ese viaje a lo irracional no creo que se necesitan las alforjas del argumento.

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  3. Alberto, veo que te gusta la parte en la que te da la razón en la cuestión de la responsabilidad, una idea que has defendido más de una vez en este blog pero que yo no acabo de entender. Si no somos libres ni por lo tanto responsables de nuestros actos es absurdo hablar de ética ¿no?. Ni tendría sentido reprocharle a nadie por su comportamiento.

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    1. ¿Si tu ordenador funciona mal no intentas arreglarlo? ¿No miras a ver si tiene algún problema de hardware? ¿O quizá de software?

      La responsabilidad es un concepto que necesitan los católicos para condenar a sus enemigos al fuego eterno, pero no es necesario para construir una sociedad. Me interesa la ética para diseñar, para corregir, incluso para apartar de en medio al que hace daño, pero no para castigar.

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    2. En cualquier caso, por si a alguien le interesa, el tema este de la responsabilidad, el libre albedrío y demás lo desarrollo en extenso en http://hominidus.epsilones.com/e-libertad.htm

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    3. Sí, pero la diferencia es que mi ordenador no tiene conciencia de si mismo y por lo tanto no es responsable, yo soy el responsable en este caso de hacer lo necesario para que funcione bien. No me acaba de convencer tu argumento, entiendo lo que quieres decir de los católicos pero entre esa postura, que hace completamente responsable de sus actos al ser humano, y la tuya, que la niega completamente, creo que hay un termino medio.
      Yo creo que las personas tenemos un cierto grado de libertad y por lo tanto somos responsables de nuestros actos hasta cierto punto. Pero también hay circunstancias que limitan nuestra libertad, por ejemplo: no tiene el mismo grado de libertad el que nace en un barrio de chabolas y no tiene acceso a la educación, que alguien que si tiene esa educación.

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  4. En la cuestión del libre albedrío, como en todos los problemas de existencia, la carga de la prueba recae sobre quien la defiende. Quiero decir que si crees que “las personas tenemos un cierto grado de libertad”, debes decirnos dónde reside ese grado. Yo, desde luego, no he encontrado libertad en ningún sitio: sí que he sabido de la influencia que sobre nuestro comportamiento tienen los genes, las hormonas, los narcóticos, los neurotransmisores, la educación, el entorno social, la cultura, las enfermedades y los accidentes, pero nunca he encontrado nada que pueda sostener un cierto margen de libertad. Algunos intentan sustentarla en la incertidumbre cuántica o en caos matemático, pero eso es tanto como confundir libertad con azar o impredecibilidad.

    Para los creyentes no hay problema porque creen en ese muñeco al que llaman alma y que no está, dicen, condicionado por nada. Que esto implique que si hay almas malas es porque dios las ha creado es un problemilla que no acaban de resolver, pero eso es asunto suyo. La cosa es que si no nos creemos lo del pequeño homúnculo en el que reside nuestra esencia y nuestra libertad (lo cual genera además, un problema de regresión al infinito) no sé dónde podemos cifrar ninguna libertad.

    Sinceramente, pienso que este es uno de esos problemas que son, en realidad, falsos problemas por tratarse el concepto de libre albedrío de un concepto vacío, sin sentido. Nos encontramos en una bifurcación. Tras unos segundos, elegimos el camino de la derecha. ¿Por qué? Puede que lo hayamos hecho porque sí: entonces eso es azar. O puede que lo hayamos hecho por alguna razón, pero entonces estamos basando nuestra elección en algún criterio, y eses criterio, ¿de dónde viene? De la tradición, de un amigo, de una lectura, de una experiencia…

    No, no tiene sentido. Lo que sí tiene todo el sentido del mundo es hablar de la libertad de acción, que es aquella por la cual podemos llevar a cabo nuestras elecciones, entendidas estas como los resultados de nuestros cálculos mentales. Ante la bifurcación me sentiré libre si, sea cual sea mi elección, puedo surcar cualquier de los caminos sin que nada ni nadie me lo impidan. Pero hacerme responsable de mi elección es hacerme responsable de montañas de influencias sobre las que no he tenido ningún control y de las que soy, en buena parte, completamente inconsciente.

    Por cierto, no he entendido muy bien tu apelación a la conciencia. ¿Qué es la conciencia para ti?

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  5. La conciencia para mi es el conocimiento de las consecuencias de nuestros actos, por ejemplo: sé que si tiro una colilla en un campo seco en pleno mes de Agosto tengo una probabilidad bastante alta de provocar un incendio, por lo tanto se me podría imputar una responsabilidad si cometo esa negligencia.
    Por consiguiente creo que cada cual es responsable de sus actos según su nivel de conciencia. Si es un niño de 5 años el que tira la colilla jugando pienso que no sería responsable porque no es consciente del alcance de sus actos. En todo caso serían los padres los responsables por dejar el mechero a su alcance y no vigilarlo.
    En cuánto al origen de los criterios por supuesto que nada surge de la nada, todo lo sacamos de algún sitio, mi conciencia y mis opiniones propias las elaboro a partir de muchas influencias: lecturas, familia, amigos, experiencias, etc. Pero llegado un punto uno tiene que asumir la responsabilidad de sus propias decisiones, si estás en un cruce y un amigo te dice que tomes el camino de la derecha y le haces caso y te pierdes, no le puedes echar la culpa a tu amigo, la decisión es tuya, desde el momento en que decides hacerle caso ya es tu decisión y no asumirla es una muestra de inmadurez. Por otra parte si no tenemos responsabilidad cuando cometemos un delito tampoco la tendremos cuándo hacemos algo bueno, no tendría por lo tanto ningún mérito sacar buenas notas ni realizar nada que requiera un esfuerzo o un mérito especial.

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    1. Exponer un deseo (“llegado un punto uno debe”) o manifestar un juicio (“es una muestra de inmadurez”) no prueba nada. Si haces caso a tu amigo no le puedes echar la culpa a él, pero sí a las influencias que te hacen aceptar.

      Otra cosa, y esto no tiene que ver nada con la libertad, es que exista un incentivo a comportarse responsablemente, y es que los de alrededor valoren dicho comportamiento. Quienes hayan mamado dicha forma de ver las cosas se comportarán responsablemente porque hacerlo así forma parte de su programación.

      Lo mismo ocurre con el mérito: ¿le es achacable el éxito en los estudios al alumno que vive en una familia estructurada donde los padres leen libros y le llevan al teatro y a conciertos y ha sido dotado por los azares de la combinatoria con unos genes estupendos? ¿Le es entonces achacable falta de mérito al chaval que para ver a su padre tiene que ir a Alcalá-Meco, que no ve a su madre porque tiene que trabajar todo el día en no sabe qué para darles de comer a sus cinco hermanos y a él, y que los únicos libros que conoce son los que le presta el instituto?

      Otra cosa es que intentemos inculcarles la idea de mérito como incentivo, como una nueva influencia que contrarreste otras influencias. O que descubran lo interesantísimo que es aprender. Pero todo esto no es más que cambiar la programación de una máquina que no nos parece adecuada, lo cual introduce una nueva cuestión: ¿adecuada para qué?, ¿para que sea feliz? ¿o para que sea otro ladrillo en el muro?

      Insisto: para probar la existencia de algo hay que señalarlo con el dedo. Defender la existencia del libre albedrío es afirmar que, tras eliminar todas las influencias, queda algo. Reformulo entonces mi pregunta: ¿qué es?, ¿dónde está?, ¿cuál es su mecanismo?

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  6. Creo que no nos vamos a poner de acuerdo, tal vez porque hablamos de cosas diferentes. Si aceptamos tu teoría da igual hacer las cosas bien o mal porque si las hago bien no es mérito mío y si las hago mal tampoco es culpa mía, siempre le puedo echar la culpa a mis padres, y estos a los suyos, o a las malas compañías o al barrio o a la mala suerte...

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  7. Yo en esto estoy completamente con Alberto: no veo dónde está ese margen de libertad. Es decir, creo en la libertad y la responsabilidad como una ilusión útil para poder sobrellevar esta vida (imagínate que fuéramos realmente conscientes de nuestra total falta de libertad) y convivir (imagínate una sociedad donde las responsabilidades no existan).

    Alberto ha puesto muy buenos ejemplos y me he sentido completamente identificado con el tema del mérito, pues desde bien joven me preguntaba por qué la gente hablaba de "mérito" cuando en realidad se referían al éxito o al esfuerzo por conseguir algo que los demás iban a valorar, y totalmente condicionado por las circunstancias. Llegué a la conclusión de que el mérito no existe, pero un par de veces que saqué el tema en familia y entre amigos no me pusieron muy buena cara.

    Almazul, no creo que tengamos que hacer las cosas bien porque nos vayan a reconocer cierto mérito sino porque realmente sintamos que estamos haciendo lo correcto. Tampoco me parece que esté justificado hacer las cosas mal (o de manera que sentimos que están mal) por el mero hecho de que creamos poder echar la culpa a otros.

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    1. Si Asier, muy bonito eso de hacer las cosas porque es lo correcto, pero es muy abstracto, seamos realistas, esto no funciona así, todo el mundo buscamos el reconocimiento de los demás cuándo hacemos algo y a nadie nos gusta esforzarnos en hacer algún trabajo y que luego los méritos se los lleve otro que no ha hecho nada. Y tampoco nos gusta que si cumplimos las leyes y las normas y otro no las cumple se vaya de rositas. Sigo pensando que razonamos en planos diferentes, seguramente tenéis razón pero lo que defendéis es válido a determinado nivel, pero a escala humana por decirlo así no vais a poder deshaceros fácilmente de la cuestión de la responsabilidad, me parece a mí.

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    2. Almazul: para nada se trata de deshacerse de la responsabilidad. Como muy bien dice Asier, la libertad y la responsabilidad son una “ilusión útil”, y lo útil no hay que desecharlo. Ahora bien: siendo verdad que hay costumbres e instintos difíciles de eliminar de la visión naif de la realidad que muchos tienen, no por ello tenemos por qué renunciar a construir teorías más precisas y eficientes.

      Esto de la responsabilidad tiene una influencia enorme en multitud de asuntos: en sanidad, olvidar el concepto de responsabilidad permite ver a los alcohólicos y drogadictos como enfermos y no como viciosos; en justicia, gracias a considerar los actos delictivos como consecuencias de la sociedad en su conjunto y no de la maldad de un individuo concreto podemos reducir la componente de castigo de las penas en favor de la reeducación y la reinserción; en educación, dejar de clasificar a los alumnos en buenos y malos estudiantes y verles más bien como afortunados o desafortunados en la lotería de la existencia, nos deja pensar no tanto en premios y castigos como en formas de compensar esas desigualdades.

      Olvidarnos del concepto de responsabilidad está en la base de una visión más progresista de la realidad. Mientras creamos en el libre albedrío y la responsabilidad, seguiremos creyendo en el bien y en el mal y echándole las culpas a los individuos y no a los sistemas.

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  8. No estoy de acuerdo para nada en eso que dices de "Olvidarnos del concepto de responsabilidad está en la base de una visión más progresista de la realidad."
    Yo soy comunista y como comprenderás no me gusta nada esta sociedad capitalista, quisiera cambiarla, pero para cambiarla hace falta en primer lugar tomar conciencia de la realidad y después actuar en consecuencia. Las cosas no cambian solas, es el individuo desde sus conciencia y su responsabilidad el que decide afiliarse o no a un sindicato, militar o no en un partido, votar o abstenerse en las elecciones, participar o no en una huelga o manifestación (o en un escrache, que ahora están de moda)Como ves yo no considero como tu que el concepto de responsabilidad solo sea útil a los curas y al estado, también a los que luchamos contra ellos.
    Por cierto, me hace gracia cuándo hablas de "reeducación y reinserción" muy revelador. Yo creo precisamente que el problema está en el sistema, no en ciertos individuos descarriados a los que hay que reeducar y reinsertar.

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    1. Si me permites, voy a hacerte dos preguntas:

      1. ¿Qué entiendes por conciencia y por responsabilidad y dónde residen?

      2. Mientras llega la sociedad sin clases, ¿qué hacemos con los que asesinan, violan o malversan los fondos públicos?

      Si te hago estas preguntas es porque entiendo que no estás de acuerdo conmigo, pero no sé por qué, primero porque me dices cosas que he dicho como si no las hubiese dicho, lo cual, lo confieso, me confunde, y, sobre todo, porque no sé si crees en la responsabilidad basada en el libre albedrío, en la responsabilidad como ficción útil o en alguna otra versión que no hemos manejado por aquí hasta ahora

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  9. La conciencia la responsabilidad residen en el mismo lugar dónde reside mi capacidad para distinguir tu pregunta 1 de la 2 o mi mano derecha de mi mano izquierda.
    La conciencia es lo que me hace ser consciente de que no debo conducir si estoy bebido y la responsabilidad es lo que me hará sentir culpable si conduzco bebido y atropello a un peatón.
    Creo que con esto he respondido a tu primera pregunta, en cuánto a la segunda, evidentemente habrá que tomar las medidas oportunas (y tendremos que tomarlas desde nuestra responsabilidad, por cierto) para evitar que los asesinos o violadores en potencia vuelvan a reincidir.
    Hablas de la responsabilidad como "ficción útil" puestos a ser puristas tendríamos que reconocer que la realidad misma es una
    ficción, tal como dice Zizek. La responsabilidad no sería más ficción que el valor económico, o el amor, por ejemplo.
    De todas formas pienso que la realidad tiene varios niveles y lo que puede ser válido y aceptable a determinado nivel no tiene porque serlo en otros y alomejor el problema es que aquí los estamos mezclando todo, por ejemplo: tu y yo sabemos que la tierra gira al rededor del sol, sin embargo al nivel de la vida y la experiencia cotidiana sigue siendo válido decir que el sol "sale" por el este y se pone por el oeste. Igual que tu seguirás discutiéndote con el lampista y apelando a su responsabilidad y a su conciencia cuándo te haga una chapuza mal hecha en el baño y te cobre un pastón, aunque luego me niegues teóricamente que el lampista tenga libre albedrío ni por tanto responsabilidad ninguna.

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    1. He releído lo escrito hasta ahora y no entiendo qué es lo que no te convence. Tus definiciones de conciencia y responsabilidad, aunque la primera sea algo circular, no entran en contradicción con la inexistencia de libre albedrío. Lo que dices de los niveles es, precisamente, a lo que se refiere la expresión “ficción útil”. Dices, respecto de ciertos comportamientos, que habrá que “tomar las medidas oportunas”, por lo que no sé entonces qué hice de “revelador” al hablar de “reeducación y reinserción”.

      Nietzsche nos enseñó a sospechar de las categorías con las que manejábamos la realidad, a las que tachaba de “falsificaciones”. Lo que he intentado explicar es que, aun aceptando que la responsabilidad pueda ser una falsificación útil en situaciones del día a día (y hasta en esto tengo mis dudas), puede no serlo en otras cuestiones igualmente prácticas como la drogadicción, el delito o la educación, porque considerar a la gente responsable de sus actos nos lleva a castigar en vez de a evitar.

      Echarle la culpa al ladrón de sus actos es como chillarle al funcionario que está en la ventanilla por una medida que ha tomado el consejo de ministros: uno se desahogará, pero no arreglará nada: por el contrario, encabronará al pobre de la ventanilla y conseguirá que la mala leche siga contaminándolo todo.

      Sigo manteniendo la tesis de que el libre albedrío no existe: no he encontrado argumento que la refute. A partir de ahí el concepto de culpabilidad deja de tener sentido y la responsabilidad se queda en algo que le endilgamos o no a la gente según nuestra conveniencia.

      Dicho de otra manera: no somos responsables: los demás nos hacen responsables.

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  10. Dices que la carga de la prueba recae en los que afirmamos la existencia de libre albedrío, pero yo no lo veo tan claro, depende de como plantees la cuestión, veamos:
    1 En el mundo hay personas (con sus cuerpos físicos, materiales)
    2 Las personas toman decisiones (yo por ejemplo he decido irme a cortar el pelo mañana)
    Según la teoría de algunos la decisión de cortarme el pelo no la he tomado yo, la ha tomado mi cerebro no se sabe muy bien como y luego me ha informado (alomejor hay un osito cósmico de esos ahí dentro que lo ha decidido por mi)
    Yo creo que los que no creeís que he sido yo el que he tomado la decisión sois los que deberíais demostrar quien y/o como la ha tomado.
    Creo que con la responsabilidad pasa como con el azar: todo tiene una causa, lo que ocurre es que hay causas que son práticamente imposibles de conocer y de describir, como por ejemplo saber porque sale el número 34567 en la lotería en vez del 53288. Y mientras no sepamos cual es la causa y podamos predecir el número que va a salir el azar seguirá siendo lo que es, por mucho que sepamos que todo obedece a causas.
    Por eso mientras no se demuestre lo contrario las personas somos las que tomamos las decisiones de manera más o menos
    consciente.
    (P.D.: Almazul e Ibilanne somos la misma persona, he comentado sin darme cuenta de que había abierto sesión con otra cuenta diferente a la que suelo usar para comentar en este Blog)

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    1. Almazul, está claro que no me he explicado: en primer lugar, claro que eres tú el que toma las decisiones. Nunca he dicho lo contrario. De lo que se trata es de saber qué eres tú y qué significa tomar decisiones.

      La carga de la prueba recae en ti porque eres el que defiende una existencia no comprobada: todos estamos de acuerdo, me parece, en que los genes, la cultura, los narcóticos, la sociedad etc. etc. influyen en nuestro comportamiento. Mi postura, hasta que no se demuestre lo contrario, es que no hay más, que eso que vemos es todo lo que hay, y que el yo es el resultado de ese conjunto de influencias (lo cual se parece un montón a lo que decía Marx, por cierto). La tuya, según entiendo, es que tenemos una facultad maravillosa que nos permite tomar decisiones con cierta independencia de las influencias mencionadas y que hace del yo un ser responsable.

      Algo así me suena a causa incausada, y eso se contradice con lo que dices de que todo tiene causa.

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  11. Me alegra que cites a Marx, él distinguía entre clase "en sí" y clase "para sí". Todos los trabajadores asalariados somos clase "en sí" pero solo los que han tomado conciencia de su posición en la sociedad y en la historia son clase "para sí". Sarte, como sabrás, también hacía esta distinción entre ser en sí y ser para sí y hablaba de lo que el llamaba la "mala fe" y también decía que lo importante no es lo que te han hecho o lo que han hecho de ti los demás (la sociedad, tus padres, la herencia genética, etc) sino lo que tu haces con lo que te han hecho, y yo estoy muy de acuerdo con él en este punto. Un hombre no tiene culpa de ser más bajito, más torpe, menos inteligente, ni de nacer en una barraca y que su padre sea un alcoholico y su madre una prostituta, porque nada de eso lo ha elegido él, pero en la medida en que tome conciencia de sí mismo y de su situación y empiece a tomar decisiones propias, será responsable de las mismas (la actitud de tomarse a uno mismo como objeto al que pasan cosas y no como sujeto consciente libre y responsable que toma decisiones y las asume es precisamente lo que Sartre llamaba la "mala fe"). Dicho de otra forma: unos tenemos un ordenador, otros una libreta y un lápiz, y otros una tiza y un pizarrín. Evidentemente no se puede exigir lo mismo al que tiene un ordenador que al que tiene un pizarrín, pero cada cual es responsable de lo que hace con lo que tiene.

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  12. Almazul, no veo diferencia alguna entre afirmar la existencia de un sujeto consciente y libre y afirmar la existencia de un alma inmortal dotada de libre albedrío. En ambos casos se trata de la enunciación de un artículo de fe. Y la fe, en ninguna de sus variantes, va conmigo. Me rindo.

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  13. ¿Te rindes? ¿como puedes rendirte si no tienes conciencia ni por lo tanto voluntad propia? Con todos los respetos creo que te pasas un poco de rosca en este tema. Hay un refrán (que por cierto lo cita Engels en uno de sus libros) que dice que "los extremos se tocan" y tu de tan radicalmente cientifista y racionalista que quieres ser al final acabas siendo más extremista y sectario que los de la inquisición.
    Yo soy ateo y partidario de la ciencia, pero pienso que negar la conciencia y la responsabilidad de las personas es negar todo lo que da sentido a la vida humana, yo sí me rindo porque no se que argumentos puedo darte para que entiendas lo que quiero decirte ni tampoco veo que tu me vayas a convencer a mí.

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    1. Almazul, creo que Alberto ha dejado bien clara su postura (que coincide con la mía) y ha dado varios argumentos para justificarla. Como dice, la carga de la prueba acerca de la existencia de la responsabilidad o libertad recae sobre quien afirma que existe.

      Citas a Sartre y haces tuyas las palabras donde dice que lo importante es "lo que tú haces con lo que te han hecho". ¿Acaso ese "lo que tú haces" no viene en parte condicionado por "lo que te han hecho"? El resto sería la genética, las circunstancias, etc. Total, que sigo sin ver el margen de libertad.

      Hablas en tu último mensaje de que negamos todo lo que da sentido a la vida humana, pero ¿de qué sentido hablas? Yo no le veo ninguno más allá del que cada uno de nosotros queramos darle.

      Todo esto no quita, como ya he comentado, para que acepte e incluso desee la existencia de ilusiones útiles como la libertad y la responsabilidad para poder vivir y convivir lo mejor posible.

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    2. Asier: El margen de libertad aparece en el momento en que dejas de tomarte a ti mismo como objeto y te asumes sin excusas como ser consciente capaz de tomar decisiones y asumes la responsabilidad de tus propios actos. Por ejemplo: imagínate que estás comiendo en un restaurante con varias personas, le das un golpe sin querer a una copa de vino y la derramas sobre el vestido de tu compañera de mesa, puedes tomar dos actitudes:
      1- Sentirte responsable por tu torpeza, asumir plenamente la responsabilidad y pedir disculpas a la señora ofrediéndote a pagarle la tintorería o lo que haga falta, etc y tomar conciencia de lo que te ha pasado para la próxima vez poner más cuidado.
      2- Pensar que no ha sido culpa tuya porque tu no querías hacerlo y que además no podrías haberlo evitado de ninguna de las maneras ya que es algo que tenía que suceder necesariamente porque estaba determinado por la sucesión de causa y efecto desde el momento Big Bang, por tus genes, por la mala educación que te dieron tus padres que no te enseñaron a comportarte en una mesa etc, etc.
      A mi me parece mucho más razonable la primera opción ¿Es una ilusión útil? No sé, tal vez la ilusión realmente útil para muchos, como tu, sea la segunda opción , pues os permite liberaros de la molesta sensación, a veces angustiosa, de sentiros responsables de vuestros actos, no en vano Sören Kierkegaard llamó a la angustia "el vértigo de la libertad".

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    3. Almazul, a pesar de que creo haberlo dejado bien claro, creo que sigues malinterpretando lo que digo. Mi visión no tiene nada que ver con querer "liberarme de responsabilidades" o con que la libertad me dé vértigo. Es independiente de eso, es el resultado de un intento de desentrañar los motivos de nuestro comportamiento y de las 'decisiones' que tomamos.

      Una cosa es lo que pienso a nivel teórico y otra cómo quiero que sea la práctica diaria. Y aunque sean diferentes, las conclusiones teóricas pueden tener aplicaciones en la práctica (Alberto ha dado algunas pistas sobre ello). Es como si en física pensara que la teoría de la relatividad es la que mejor describe la realidad pero luego para resolver los problemas que me afectan en el día a día aplique las leyes de Newton (mucho más simples y prácticas).

      En ese ejemplo que pones tu actitud está totalmente condicionada por la educación que has recibido (entre otras cosas). En el fondo se puede incluso considerar un acto egoísta, pues a cambio esperas que cuando tú seas el perjudicado, los demás se comporten de manera similar: una manera de convivir mejor.

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    4. Voy a pasar por alto la parte personal (¿extremista, sectario, demasiado racionalista? Ya te vale…) y voy intentar explicarte cómo y por qué actuaría en el interesante caso que propones:
      Lo que haría: ruborizarme desde la planta de los pies hasta la coronilla, pedirle a mi acompañante mil y una disculpas, y ofrecerme para llevarla a su casa, o a la mía, a cambiarse.
      El porqué: Almazul, sabernos desprovistos de libre albedrío no nos capacita para hacer lo que nos da la gana, precisamente porque no tenemos libre albedrío. ¿No te das cuenta de la contradicción que nos propones? Vienes a decir que negando la libertad ¡tenemos la excusa para ser libres!
      Almazul, por mucho que mi mente racional me haga ver la falsedad de ciertos conceptos, no puedo saltarme las distintas programaciones que configuran mi comportamiento: no puedo evitar sentirme torpe y ridículo, no puedo evitar ser un chico bien educado, no puedo evitar saber que si no me comporto como es debido las posibilidades de volver a quedar con la chica se van a ver reducidas a cero, no puedo evitar pensar que un mundo en el que la gente se comporta de determinada manera es un buen mundo para vivir, no puedo evitar tener grabado a fuego en mis entrañas el imperativo categórico. Y saberme una máquina no me va a parar, por saberme una máquina mi software no se va a transformar en otra cosa. Eso que soy, ese amasijo de prejuicios, ideas, dogmas, reglas, intuiciones, instintos, deseos y yo qué sé cuántas cosas más va a seguir ahí, llevándome de acá para allá en su viaje a ninguna parte.
      Pero no somos estados, sino procesos: el cerebro es una máquina de calcular, y hace cálculos con el material disponible, y, como consecuencia de esos cálculos, el software elige entre las distintas alternativas. Pero somos tan complejos, y contradictorios, que somos impredecibles. Y, ¿sabes qué pasa? Pues que si la impredecibilidad está asociada a un mazo de cartas, nos sentimos en presencia del azar, pero cuando está asociada a un humano, nos sentimos en presencia de algo superior, en un ejercicio más de eso que tan bien se nos da a los humanos cuando no entendemos algo: inventarnos seres mágicos. En este caso, la libertad.
      Almazul, solo te pido argumentos, no desideratas. Un ejemplo: mis extremismos llevan, según tú, a negar todo lo que da sentido a la vida humana. No estoy de acuerdo pero, y si así fuera, ¿qué?, ¿vamos por eso a defender un absurdo?, ¿solo porque no nos gustan sus consecuencias? Amigo, la verdad no tiene por qué ser ni buena ni bella. Tú primero deseas y luego adaptas tu esquema de las cosas para que esos deseos sean posibles.
      ¿Radicalmente cientifista? ¿Ese es tu ataque? ¿Que soy demasiado racionalista y cientifista? Uno de los errores de la izquierda en general y del marxismo en particular ha sido y es haberle dado la espalda a la ciencia, haber confiado más en Rousseau que en Darwin, y así nos va. Los extremos se tocan, tienes razón. SI le dedicases un momento a analizar tu propio discurso verías en cuanto se parece tu defensa de la responsabilidad a la defensa de la existencia del alma. Podría ser un ejercicio interesante.

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    5. Asier, discúlpame: cuando he incluido mi comentario no me he dado cuenta de que ya habías participado tú. En cualquier caso, coincidimos plenamente, para variar, je je je.

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  14. Asier, en el ejemplo concreto que te he puesto si que puedo estar condicionado por la educación que he recibido, pero por ejemplo no lo estoy en mi ateísmo o en mis ideas políticas que son distintas a las que he recibido de mis padres o en el colegio, claro que estas no las he sacado de la nada, son fruto de las lecturas e influencia de varias personas, experiencias etc, pero siempre hay un momento en el que uno decide asumir lo que es o no asumirlo, decir: "soy ateo" y ese que lo decide soy yo. Y yo daría ya por cerrada esta discusión, no hacemos más que repetir las mismas ideas de distinta forma y no nos vamos a convencer, cada uno tiene su modo de ver las cosas.

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  15. Alberto: había dado por zanjada la discusión en mi anterior respuesta a Asier pero no había visto tu resuesta.
    Dices que quieres argumentos no desideratas, estoy intentando argumentar, otra cosa es que mis argumentos no te resulten convincentes de la misma manera que a mi no me resultan convincentes los tuyos.
    Dices que yo digo que "negando la libertad ¡tenemos la excusa para ser libres!" no es cierto, para ser libre no se necesita excusas, el que se niega a asumir su libertad y la responsabilidad que lleva aparejada es el que necesita excusas.
    Por otra parte hablas refiriéndote a la libertad como "algo superior" "seres mágicos" "alma". Todas esas cosas las dices tu, para mi la libertad no es nada de eso, yo soy ateo y materialista, la libertad para mi no tiene que ver nada con seres superiores, eso serán prejuicios tuyos. Para mi la libertad es algo tan prosaicamente humano como tirarse pedos.
    Las amebas se desplazan de un sitio a otro y hacen cosas como nosotros los humanos, pero no son conscientes de lo que hacen, nosotros sí, por eso podemos intervenir conscientemente para cambiar las cosas y por lo tanto somos responsables de nuestros actos, pero no somos conscientes porque tengamos un alma ni nada de eso, sino porque nuestro cerebro a evolucionado en ese sentido (hablando de evolución me alegra también, por cierto, que cites a Darwin, Marx también conoció las teorías de Darwin en vida y las apoyó porque concordaban con las suyas)Y ahora ya sí, si no tienes nada más que añadir doy por zanjada definitivamente la discusión.

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    1. Zanjada la discusión (aunque es una pena, porque el tema de las amebas es muy interesante) solo quiero apuntar que, cuando hablo de los errores del marxismo, por supuesto no hablaba de Marx, criatura mía, sino del marxismo, que es otra cosa.

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  16. Cierto, el propio Marx llegó a declarar "yo no soy marxista" pues ya en vida suya había gente que iba propagando ideas contrarias a las de Marx bajo la etiqueta de "marxismo".
    Pues si tienes ganas de seguir con las amebas seguimos, por mi no hay problema, yo lo hacía por no aburrirte porque parece que la conversación no daba más de sí, no hacemos más que navegar en círculos alrededor de las mismas ideas y no avanzamos nada.

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    1. Genial, sigo pues:

      El comportamiento de las amebas está dirigido por los gradientes químicos de su entorno: igual que nosotros olemos moléculas en el aire, ellas olfatean la concentración de ciertas moléculas en su entorno y deciden, según dichas concentraciones, la dirección y sentido de su avance con la idea de pillar la mayor cantidad posible de alimento.

      ¿Has visto amebas en el microscopio? Es un espectáculo. Te lo recomiendo (os lo recomiendo): es otro mundo, pero otro mundo que está en este: son seres unicelulares, microscópicos, la sencillez encarnada. Sin embargo, si nos liberamos de prejuicios, si nos olvidamos de todo, la sensación es la de estar viendo a unos animalitos buscando su sustento, animalitos con su voluntad y su libertad de elección y su todo.

      ¿Sabes que las amebas, estos bichos unicelulares, bajo ciertas condiciones, son capaces de unirse y formar estructuras parecidas a hongos y soltar desde sus sombrillas esporas y gracias a ellas trasladarse grandes distancias y colonizar nuevos territorios? Lo uno se hace múltiple, y toma decisiones, y afronta su destino. ¿Son libres las amebas?

      Propongo un gedankenexperimen (‘experimento mental’, para los que no dominéis el idioma del imperio):
      Cogemos dos gemelos univitelinos y los metemos en dos cubas de aislamiento sensorial y conectamos sus sentidos a un ordenador y les proporcionamos a través de él las informaciones propias de una vida. Si los humanos somos libres, es de entender que estos gemelos, lejos de comportarse como las amebas, no se verán condicionados por los gradientes químicos de su entorno y ejercerán su libertad en algún momento y se diferenciarán uno de otro tomado decisiones distintas. Pregunto: ¿cuándo y a cuento de qué pasará esto?

      ¿Quizá cuando tomen conciencia de sí? Pero, si son igualitos, tomarán conciencia de sí al mismo tiempo, ¿no? Una vez alcanzado el estado de consciencia, ¿tomarán en tal caso decisiones distintas? Si esto ocurre, ¿cuándo pasará, a cuento de qué? Se trata de dos seres conscientes de sí, conscientes de sus decisiones y de sus actos. ¿Habrá algún momento en el que tomen decisiones distintas?

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  17. Yo creo que sí tomarían decisiones distintas porque por muy iguales que sean nunca serán iguales al 100%, a veces una pequeñísima diferencia puede tener mucha importancia en un momento dado, un segundo más o menos puede ser la diferencia entre coger el tren o que se te cierren las puertas en las narices, y ese suceso azaroso puede cambiar el curso de tu vida, tal vez en ese tren viajaba la que podía haber sido la madre de tus hijos. Responder una pregunta más o menos en un exámen puede ser la diferencia entre acabar siendo antropólogo o periodista, retrasarte un minuto al regresar a casa puede salvarte la vida si el edificio se derrumba, un minuto antes y estarías muerto. Por eso un par de sinapsis de diferencia entre las neuronas de los gemelos puede hacer en un momento dado en que se encuentran ante un dilema que uno acabe decantándose hacía un lado y otro hacía el contrario.

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    1. Pues creo que acabas de darnos la razón, puesto que para justificar la posible diferencia en la toma de decisiones recurres a la causalidad de un mundo físico caótico, en lugar de apelar a la supuesta libertad intrínseca en el ser humano que venías defendiendo.

      El párrafo que acabas de escribir lo podíamos haber escrito Alberto (supongo) o yo perfectamente. No queda ni rastro de lo que comentabas hace un par de mensajes: "pero siempre hay un momento en el que uno decide asumir lo que es o no asumirlo". Si los dos gemelos deciden siempre lo mismo o lo que deciden difiere solamente debido a una diferencia en las 'condiciones iniciales', ¿dónde queda la libertad?

      Por cierto, muy buen "gedankenexperimen", Alberto. Mi postura es que en un caso ideal tomarían las mismas decisiones pero que en la práctica la más mínima diferencia en las condiciones iniciales o incluso el mismo azar cuántico desembocarían en diferencias notables (lo que ha dicho Almazul, vamos).

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  18. Asier, ya te lo dije en un mensaje anterior: la diferencia para mi está en asumir o no asumir la propia libertad, quien no está dispuesto a asumirla siempre puede encontrar miles de excusas para no hacerlo. La libertad para mi consiste en decidir ser libre. Intentaré un enésimo ejemplo, a ver si se me entiende: Imagínate que una persona tiene que tomar una difícil decisión entre una opción A y otra opción B, y como duda mucho y no se aclara al final decide echar una moneda al aire, si sale cara tomará la decisión A y si sale cruz la B. Este es el ejemplo de una persona que no se atreve a ser libre, a cargar sobre sus hombros la pesada carga de la responsabilidad por la decisión, por eso decide delegar esa responsabilidad en el azar. A esta persona le da miedo su libertad.
    La persona que asume su libertad sabe que puede equivocarse en la decisión, sabe que alomejor no dispone de toda la información que necesitaria para tomar una decisión correcta, y pese a todo ello decide asumir esa libertad y las consecuencias que se deriven de ella, para resumirlo en una frase: La libertad es una elección, consiste en el mismo acto de decidir ser libre, de asumir tu libertad.

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    1. Y justo antes de tomar la decisión de ser libre, ¿eres libre?

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  19. Buen koan...jeje
    La libertad comienza en el momento en que eres consciente de estar tomando una decisión y la asumes como propia, eso es lo que pienso yo, si no eres consciente no puedes ser libre ni responsable.

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