domingo, 12 de febrero de 2012

Resabios místicos


Leyendo lo cerca que creía Schopenhauer que estaba el arte de la verdad, recuerdo lo que me costó quitarme de encima precisamente ese prejuicio, el de considerar al arte algo especial e indefinible que estaba de alguna manera por encima del mundo de las cosas. Y es que resabios místicos quedan mucho después de haber neutralizado las creencias más evidentemente supersticiosas. Uno puede dejar de creer en dios con cierta facilidad, pero el aliento místico permanece en la creencia en el yo, en el carácter taumatúrgico del arte, en el seguro devenir del progreso, o en la objetividad de lo real.

Sea sustitución de unos ídolos por otros, o nuevos ropajes para los mismos instintos, la cuestión es que el estado de lucidez solo se alcanza tras haberse desembarazado de un buen montón de cosas, y no solo de los santos y vírgenes de escayola. El pensamiento supersticioso está detrás de toda creencia en destinos futuros, mundos espirituales y leyes inmutables. En suma, en todo pensamiento que nos considere algo más que barro pensante.

El pensamiento supersticioso es el que nos hace identificar las palabras con las cosas, los mapas con los territorios, las fórmulas de la física con la realidad y, en general, el mundo de los fenómenos con otros de símbolos que inventamos para pronto olvidarnos que lo hemos hecho.

Las más preciosas creaciones humanas, el arte y la ciencia, se convierten en basura si las hacemos religión.

11 comentarios:

  1. Me has sorprendido. Yo nunca pensé nada parecido con respecto al arte y a la verdad y por eso mismo, me he quedado "de pasta boniato" de ver que alguien abrigó tal creencia, por otra parte mucho menos disparatada que otras.

    Un saludo, Alberto.

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  2. Tengo una duda existencial, y algo off-topic: a la larga, hacer lo que uno quiere por encima de lo que uno "debiera" ¿da alguna satisfaccion? yo cada dia me encuentro mas arrepentido, y eso que "realmente" no he renunciado a nada. Lo digo por un post en el que pusiste que renunciaste a tu carrera de informatico por ser escritor de poesia.

    Es que sigo con mi crisis existencial y mas perdido que nunca, y con la que esta cayendo, no parece una buena idea empezar nuevas empresas o "vivir de lirica". (Perdon por la falta de tildes, pero es que este navegador me las pone dobles, m´´as, por ejemplo)

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  3. Es que, tambien recuerdo a Lorenzo, el cual nos decia que la vida no paga nunca las costas, y a Nietzsche, que en su evangelio solo estaba el mandamiento de ser duro, ya que al que iba en contra corriente lo unico que le esperaba era el desierto... Malas perspectivas :(

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  4. Cuando “renuncié a mi carrera informática” no lo hice para irme a una buhardilla a pasar hambre y escribir cuentos a la luz de una vela: saqué una oposición y me hice funcionario. Por lo demás, en los dieciocho años que han pasado desde entonces, he escrito apenas una veintena de cuentos y me han publicado dos, así que…

    Sencillamente, no hay reglas. A veces es fácil tomar ciertas decisiones porque un montón de factores apuntan en la misma dirección. Pero en otras ocasiones los vectores de influencia apuntan todos en direcciones contrarias, y entonces cualquier decisión parece buena, o mala. Hacer lo que a uno le viene en gana puede ser suicida, pero ser eternamente prudente puede convertirte en un muerto en vida.

    No, no me convertí en un cuentista de éxito. Ni siquiera en un cuentista. Sin embargo, he hecho y hago otras muchas cosas interesantes que me deparan esporádicos momentos de satisfacción. Ahora bien, ¿hubiese sido más feliz como informático?, ¿y como escritor de buhardilla? Pues chico, no tengo ni idea. Es verdad que en los detalles mi plan no fraguó, pero también es verdad que sí en la idea subyacente, que era dedicar mi cabeza a cosas interesantes.
    Insisto, no sé, no hay reglas, quizá solo una, y es no sujetarse demasiado a las reglas. No me parece inteligente quemar naves y emprender caminos sin retorno: los fenómenos irreversibles siempre me han puesto nervioso, aunque esto solo es un reflejo de mi cobardía o, como diría Bukowski, de mi imaginación. Por otra parte, ¿qué acto no es irreversible?, ¿qué decisión no cambia el universo que habitamos? Además, cambiar casi siempre es bueno...

    Te he aclarado, ¿verdad? En cualquier caso, no te preocupes: como ya decía Schopenhauer y ha demostrado la moderna neurociencia, primero es la voluntad y luego el conocimiento, así que ya saldrá el sol por donde tenga que salir.

    Termino con una pregunta: ¿tú sabes lo que deberías hacer y lo que querrías hacer? Te lo digo porque saber ambas cosas me parece lo más difícil del mundo.

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  5. Mi problema es que mi vida ha tomado el, curioso, giro de poder asegurarme las castañas, pero he renunciado a ello, porque aunque mi mente me diga "sé hormiga" mi corazón me pide "ser cigarra", aunque yo tampoco me veo como hippie, durmiendo en furgoneta, viviendo de lo que vaya pidiendo a los transeuntes, pero el cuerpo me pide viajar, buscar miradas complices, charlas insustancialmente apasionadas, no pensar en el reloj ni el mañana, vivir el presente por una, primera, vez en mi vida, crear algo en vez de "fabricar" algo. Echo la vista atrás y me veo siempre subyugado, encajonado, regularizado: colegio-instituto-universidad-oficina, sin tiempo y a veces, sin ganas, de hacer nada, pero es como si estuviera viviendo una segunda (tercera, cuarta) adolescencia, con energias, con nuevos puntos de vista, con nuevas coordenadas en el mapa... pero veo en mi interior esas dos contradicciones, el hombre tranquilo de siempre con este nuevo aspirante a aventurerillo, y cuando pienso "a lo mejor soy yo y mi inexperiencia, a lo mejor al final sí merece la pena tomar riesgos" veo gente mayor que yo cansada y muy desanimada, tanto en el bando que eligió "lo correcto" como en el bando que se arriesgó. Y entiendo que no se puede cambiar sin arriesgar, bañarse y guardar la ropa, pero, tal vez, realmente es eso, ¿en qué quiero arriesgar?.

    Bueno, siento la chapa, pero es que yo también necesitaba cierto desahogo. :(

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  6. Si ya has renunciado a las castañas, no veo cuál es el problema: te deseo buen viaje. ¡Mándanos una postal!

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  7. He renunciado a la bolsa grande de castañas, pero no a todas las castañas :D

    Sigo iendo a mi curro habitual, de ahí mi duda, si cortar del todo ya. Y como te decía, no asegurarme una forma de ganar algo de dinero va en contra de mi naturaleza.

    Cuando era más joven mi ideal era trabajar 6 meses al año, asegurarme el sustento para los restantes 6, y en esos 6, dedicarme a mi mismo, a hacer algo que me gustara.

    La verdad es que ahora me sigue pareciendo un buen plan, pero no se como dar el salto, no sé dónde ir, no sé que negocio sería el más rentable y el que me dejara más tiempo libre para mí.

    La verdad es que toda mi duda era esa, tal vez lo he enredado demasiado :P. El problema es realmente más sicológico y es que ¡me enseñaron a no renunciar a esas cosas (un gran sueldo) aun a detrimento de mis gustos y verdaderos intereses! pero creo que en esta vida hay más cosas que el dinero.

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  8. Ahora lo entiendo, Juan Antonio, tú lo que quieres es vivir muy bien, como todos.

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  9. Muy buenas a todos :)
    ["El mundo como voluntad y representación":
    §1 "El mundo es mi representación": ésta es una verdad que tiene validez para toda esencia que vive y que conoce; aunque sólo el hombre puede concebirla a través de la consciencia reflexiva, abstracta; y lo hace realmente, de modo que concebirla es ya poseer el sentido filosófico. Entonces le resulta claro y cierto que él no conoce un sol ni una tierra, sino sólo un ojo que ve un sol y una mano que siente una tierra; que el mundo que le rodea existe sólo como representación, es decir, sólo en relación a un otro, al ser que se lo representa, que no es sino él mismo. Si existe alguna verdad a priori es ésta, por ser la afirmación de aquella forma de toda experiencia posible e imaginable que es más general que todas las demás; más general que el espacio, el tiempo y la causalidad, pues todas estas formas ya la presuponen, y si bien cada una de ellas, que hemos reconocido como otras tantas configuraciones particulares del principio de razón, vale únicamente para una clase particular de representaciones, la división en objeto y sujeto, en cambio, es la forma común de todas esas clases, la única bajo la cual cualquier representación, sea del tipo que sea, abstracta o intuitiva, pura o empírica, es posible y pensable.]
    Schopenhauer hereda de Kant los conceptos de fenómeno/noúmeno que representan grosso modo "mundo percibido"/"mundo real" y los transforma en representación/voluntad. Mientras que la 'representación' seguirá siendo "experiencia sensible", es decir, el mundo que percibimos, Schopenhauer considera el "mundo real" realmente como una "voluntad" ciega, caprichosa, inexorable, que produce y destruye a los seres sin miramientos ni objetivos, incluyéndonos a nosotros mismos, los hombres. Schopenhauer considera que es en el hombre, donde, como en un espejo, se produce la objetivación de la voluntad misma (en distintos grados: la ciencia, las artes, especialmente la música, la práctica de la compasión y la negación de la voluntad de vivir).
    La vida es un negocio que no repara en gastos, un continuo oscilar entre el dolor y el aburrimiento, pues la voluntad se manifiesta en nosotros como insatisfacción, eterno querer y no querer.
    "Querer es esencialmente sufrir, y como vivir es querer, toda vida es por esencia dolor. Cuanto más elevado es el ser, más sufre... La vida del hombre no es más que una lucha por la existencia, con la certidumbre de resultar vencido. La vida es una cacería incesante, donde los seres, unas veces cazadores y otras cazados, se disputan las piltrafas de una horrible presa. Es una historia natural del dolor, que se resume así: querer sin motivo, sufrir siempre, luchar de continuo, y después morir... Y así sucesivamente por los siglos de los siglos hasta que nuestro planeta se haga trizas."
    Es a través de las diversas objetivaciones de la voluntad donde el hombre encuentra un poco de paz, digamos, que por un instante se sitúa en el "ojo el huracán"; a través de la contemplación artística el hombre encuentra un consuelo momentaneo ante esa feroz absorción de la Voluntad.

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  10. Resultándome muy simpático el viejo Schopenhauer, y muy interesante su reelaboración de la metafísica kantiana, no puedo evitar pensar que sus conceptos han quedado obsoletos. Ese impulso vital que él llamó voluntad hoy lo analizamos, dentro de la teoría de la complejidad, como lo que tienen en común todos esos fenómenos en los que aparecen sistemas organizados a partir de la energía que, expandiéndose desde el big bang, aquí y allá, en medio de su loca carrera entrópica, da lugar a esos ocasionales grumos que llamamos seres vivos.

    Pero voy al tema que nos ocupa: la doctrina del arte de Schopenhauer emana de su idea de que el mundo, tal como lo percibimos, es un engaño, una mera representación. Para alcanzar la verdad, el conocimiento no vale, porque forma parte de esa representación. Pero en la voluntad somos individuos, por lo que solo suspendiendo esa individualidad, solo haciendo caer el velo de Maya, podemos alcanzar la verdad. Schopenhauer experimentó esa suspensión en ciertas experiencias estéticas, y por eso vio en el arte un paso a la negación de la voluntad.

    Pero hoy sabemos que la experiencia estética es mucho más compleja: valoraciones instintivas de fertilidad y simetría, aprendizajes culturales, sentimientos de pertenencia, actos de reafirmación personal, ceremonias de inclusión social, manifestaciones ideológicas, las manifestaciones artísticas son una mezcla de muchas cosas entre las que no veo un acceso directo al noúmeno. No niego, por supuesto, la capacidad catárquica que a veces tiene, ni el alivio que a veces supone para los sinsabores de la existencia. Pero de ahí a suponerle un pasaporte a la verdad verdadera…

    Cuando leí a Schopenahuer era yo joven y me sentí muy identificado con su visión del mundo en general y del arte en particular. Pero hoy no puedo compartir sus ideas, aunque sí su pesimismo. Estoy más cerca de Nietzsche cuando decía, por ejemplo, que ninguna música es profunda ni significativa ni habla de la cosa en sí, o cuando, utilizando los conceptos schopenhauerianos, dice que “con al religión, el arte y la moral, no tocamos a la “esencia del mundo en sí”. Estamos en el dominio de la representación…” .

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  11. Sin duda obsoleto pero...
    ¡qué apasionante soteriología!
    ¡qué pesimismo tan brillante!

    :D

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