lunes, 17 de enero de 2011

Epsilones 40

La entrada anterior pretendía ser una presentación de la nueva actualización de Epsilones. Pero me he ido calentando y ha pasado lo que ha pasado.

En fin: que lo sepáis: hay cosas nuevas en Epsilones. En particular, una nueva sección en la que pretendo hablar de filosofía...

Ya me diréis.

Es así

Antes de la caída del bloque soviético, los estados que podían decidir sobre sí mismos se habían adherido a uno de los siguientes tres modelos económicos: el capitalismo salvaje (los USA, por ejemplo); el comunismo burocrático y gerontocrático (la URSS, por ejemplo); y una tercera vía que miraba en lo productivo al capitalismo y en lo social al comunismo (la Europa llamada del “estado del bienestar”). El resto de la humanidad sufría como podía la explotación de los estados grandes, la explotación de sus propios estados o, simplemente, la miseria.

Pero el muro cayó, y empezó la guerra. La URSS era un desastre para sus propios ciudadanos, pues era incapaz de subvenir sus necesidades. Pero era genial para los europeos de a pie, porque su mera existencia asustaba al capitalismo lo suficiente como para obligarle a hacer graciosas concesiones: eso es, exactamente, el estado del bienestar: el pago que los capitalistas europeos aceptaron pagar para que no pasase en sus estados lo que pasó en la URSS.

Caído el muro, disuelta la URSS, el miedo ha desaparecido. El capitalismo ya no tiene miedo. Los USA ya no tiene  miedo. Y se nota. La economía mundial ha enloquecido. Más. Y el imperialismo estadounidense ha campado por sus respetos. Y ha decidido imponer su modelo. Porque eso es lo que hacen los que ganan las guerras. Y los USA han ganado la guerra. La tercera. La primera guerra mundial fue química. La segunda guerra mundial fue física. Todos esperaban que la tercera fuese matemática. Y en cierta manera lo ha sido, pues se ha librado en los ordenadores, en el mercado continuo de las bolsas. Y la han ganado ellos: los USA. ¿La prueba? Es evidente: siendo ellos los que han generado la actual crisis económica, son ellos los que imponen las reglas para superarla. ¿Es concebible algo tan demencial si no es porque alguien ha ganado una guerra?

Confieso mi ingenuidad. Como todo el mundo, le he dado siempre importancia a lo que sé hacer. Y lo que sé hacer es pensar, bien o mal. Pero el poder no reside ni en las ideas ni en las palabras, por mucho que se empeñen los poetas. El poder reside en la fuerza y en el dinero. Y los USA tienen ambas cosas. Da igual lo que pensemos en Europa. Somos débiles. Posiblemente seamos viejos. Lo que es seguro es que somos dependientes. Sea lo que sea, hemos perdido la guerra. Porque la guerra no era contra el Islam, como nos han hecho creer. La guerra era contra Europa, contra esa mentalidad grecolatina que aunaba el placer y la inteligencia. Se acabó: toca trabajar y callar, trabajar y morir trabajando. Se acabó: el sueño resultó realmente un sueño, fugaz por definición. El dólar manda. Y lo que manda es agachar voluntariamente la cerviz hasta que la propia naturaleza nos impida levantarla.

En algún momento he defendido que las ideas podían cambiar el mundo. Pero ahora no confío en ello. Para nada. Por mucho que nos pongamos exquisitos, las ideas nada pueden contra los tanques y los mercados.
Los viejos podemos conformarnos con nuestra vejez y dedicarnos a disfrutar de la vida lo que podamos. Los jóvenes... joder, los jóvenes lo tenéis crudo. Pero no pasará nada, porque nunca pasa nada hasta que es demasiado tarde. Es así. 

domingo, 2 de enero de 2011