miércoles, 30 de noviembre de 2011

Nostalgia de la profundidad


El viajero más lento, colección de textos de Enrique Vila-Matas, me produce la misma sensación, aunque más intensa si cabe, que sus novelas: la de estar ante una tupida e intrincada tela de araña que, sin embargo, carece de espesor.

Con el material aportado por dos formas de la memoria, la erudición y el recuerdo personal, Vila-Matas encuentra a veces, y se inventa otras, conexiones entre la vida y la literatura, entre los personajes y los autores, convertidos a su vez en personajes en ese eterno juego de espejos que es su escritura. Pero, como en las obras de Jaume Plensa, las conexiones parecen componer un retrato en hueco, un volumen vacío sobre el que Vila-Matas se deleita dibujando complejos jeroglíficos que, sin embargo, nunca llegan a penetrar la carne.

Si digo esto no es por criticar: quizá tenga razón y no haya más. Lo único que ocurre es que tanta desnudez despierta en mí la nostalgia de la profundidad.

Twin I and Twin II
Jaume Plensa


7 comentarios:

  1. Pruebe con esto de V-M, a ver qué tal:


    http://www.elpais.com/articulo/portada/Grandes/tarados/sentimientos/elpepuculbab/20111119elpbabpor_40/Tes

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  2. Estoy seguro de que a Vila-Matas le hubiese encantado: podría decirse que su texto conteste al mío y ponga las cosas en su sitio, si no fuese porque él escribió su justificación-confesión antes que yo mi juicio de superficialidad. Pero, ¿a quién le importa la aburrida secuencialidad del tiempo?

    Me he sentido muy identificado con ese literato mirón que se dedica a trabajar y tomar notas de la vida mientras los demás se divierten y viven: ah, cuántas horas acodado en una barra mirando con perspectiva los devaneos del prójimo.

    Lo que nunca he sabido resolver, y ese es el quid de la cuestión artística, es si uno es mirón por literato o literato por mirón. Vamos, que no sé si uno se dedica a observar porque es incapaz de bregar directamente con la vida o si bien, por el contrario, es el artístico afán literario el que le lleva a uno a la observación ornitológica.

    Durante años defendí la segunda alternativa. Hoy me inclino por la primera.

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  3. De todos modos no olvide aquello de Hofmanstahl:

    "¿Donde está la profundidad? En la superficie"

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  4. Tenía la idea de que Hofmannstahl no ubicaba la profundidad en la superficie, sino que la ocultaba en ella. Por otra parte, es obvio que de los demás tan solo conocemos su superficie y que, a partir de ella, reconstruimos el resto, o nos lo imaginamos, que viene a ser lo mismo. Sí, puede ser que Vila-Matas utilice la superficie para ocultar cual tesoro de pirata su hondura y dejarla allí para que la descubramos. Entonces el problema es mío, que no sé leer el mapa. O quizá del mapa.

    ¿Sabe que esto de la superficie y la profundidad tiene su correlato físico? En un mundo de tres dimensiones, cualquiera de sus habitantes se comunica con el resto a través de una superficie, sea un ser vivo, un agujero negro o una partícula subatómica. Podríamos decir que todos los seres tridimensionales tenemos una cara que mostrar a los demás.

    Desde este punto de vista, la literatura, el arte, el lenguaje, serían distintas formas del patético intento de recomponer la tridimensionalidad a partir de la bidimensionalidad, la profundidad a partir de la superficie.

    ¿No le parece?

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  5. Si vivimos en un universo holográfico, en que el todo es sólo información, está claro que somos el reflejo de algo más profundo e inalcanzable. Algo que sentimos y que cada uno define o vive como puede.

    La dualidad soy artista porque miro - miro porque soy artista la resolví con una anuncio de FNAC que promocionaba sus tarjetas de cliente con una foto de un tipo con gafas y alguien dándole la susodicha tarjeta, y que ponía algo como "De miope a intelectual", el orden de los factores no altera el producto, y para otra muestra, esa frase de san Francisco de Asís que decía algo así como "Imita la fe y luego la fe llegará sola".

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  6. Juan Antonio, el principio holográfico tiene dos versiones: una en la que el mundo se refleja en superficies a partir de las cuales le reconstruimos. Otra en la que solo están las superficies. No comparto eso de que "está claro que somos el reflejo de algo más profundo e inalcanzable". Si cuanto somos está en las pantallas, ¿por qué pensar que hay más? Siempre acabamos volviendo al noúmeno kantiano, cuando resulta que este únicamente sirve para explicitar la imposibilidad de la certeza.

    Tampoco estoy de acuerdo con tu aplicación de la propiedad conmutativa. De los ejemplos que das, el primero no lo entiendo y el segundo solo dice que da igual por qué camino llegues a la locura. Sea como fuere, no es lo mismo mirar porque quieres escribir que escribir porque miras. En el primer caso se da ese escritor artesano que va buscando cual perdiguero cosas que contar y le da la barrila a los amigos para que le cuenten sus vidas. En el segundo caso es la investigación personal del mundo la que lleva a escribir.

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  7. Me apunto la segunda teoría, que no concía, es verdad, si yo ya no quiero ser "metafísico" :P

    La segunda la explicaré: La persona en sí misma (y tal vez un grupo cercano de gente) claro que conoce sus motivaciones, y no le parecerá lo mismo, pero para los de fuera, que sólo ven el resultado, les da igual: ¿Mesi se esfuerza porque gana mucha pasta o gana mucha pasta porque se esfuerza? No importa, la gente quiere que meta goles y gane su equipo, ya está. Lo demás es meterse en buscar los tres pies al gato (un ejercicio que encuentro tan práctico de hacer como cualquier otro, ojo). Lo segundo era un intento rápido de explicar una teoría que decía algo así como que si tu estas contento, te ríes, pero si te ríes, acabas contento (los circuitos neuronales funcionan en ambos sentidos) Nietzsche decía que donde mejor actuaba un actor era interpretando su propia vida, supongo que pensé en que si alguien quiere ir de escritor que quiere abstraer el mundo e intentar comprenderlo, para luego escribir sobre las conclusiones que ha sacado, al final acabaría teniendo cierta mirada de escritor, aunque al principio solo fuera pose y apariencia.

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