El viajero más lento, colección de textos de Enrique
Vila-Matas, me produce la misma sensación, aunque más intensa si cabe, que sus
novelas: la de estar ante una tupida e intrincada tela de araña que, sin
embargo, carece de espesor.
Con el material aportado por dos formas de
la memoria, la erudición y el recuerdo personal, Vila-Matas encuentra a veces, y se
inventa otras, conexiones entre la vida y la literatura, entre los personajes y
los autores, convertidos a su vez en personajes en ese eterno juego de espejos
que es su escritura. Pero, como en las obras de Jaume Plensa, las conexiones parecen componer un retrato en hueco,
un volumen vacío sobre el que Vila-Matas se deleita dibujando complejos jeroglíficos que,
sin embargo, nunca llegan a penetrar la carne.
Si digo esto no es por criticar: quizá
tenga razón y no haya más. Lo único que ocurre es que tanta desnudez despierta
en mí la nostalgia de la profundidad.
Twin I and Twin II
Jaume Plensa