martes, 14 de junio de 2011

La novena sinfonía

Desde Beethoven, la novena sinfonía es algo especial. Desde luego, la suya lo es: grandiosa, emocionante, universal. También las respectivas novenas de Schubert, Bruckner, Dvorak, Mahler o Vaughan Williams fueron especiales para ellos, aunque solo sea porque fueron las últimas. Muchos vieron en esta coincidencia una maldición por la cual todo el que osase llegar a escribir una novena sinfonía se iba al otro barrio poco después. Y es que la superstición es ubicua.

Con estos antecedentes, es de entender que el mundo recibiese con expectación la noticia de la novena sinfonía de Shostakovich. Además, estamos en 1945, los aliados han ganado la Segunda Guerra Mundial, y el ambiente es propicio para algo monumental.

Entonces llegó el músico ruso y se rió de todo el mundo, tanto de aquellos que esperaban una respuesta a la novena de Beethoven como los que ansiaban, Stalin incluido, un enardecido y épico canto de victoria. Shostakovich, en vez de entrar al trapo, optó por escribir una burla, un juego, un monumento, sí, pero al sarcasmo, a la ironía, un divertimento.

Stalin se enfadó. Tampoco al personal le hizo mucha gracia, y la obra fue recibida con frialdad. Y es que a la gente no le gusta que la defrauden. Sin embargo, la novena sinfonía de Shostakovich es magnífica. Aquí tenéis el primer movimiento. Disfrutad.



PD: Shostakovich escribió seis sinfonías más después de esta.

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