lunes, 30 de mayo de 2011

Aya de Yopougon

Aya de Yopougon es un tebeo escrito por Marguerite Abouet y dibujado por Climent Oubrerie. Cuenta las aventuras de tres amigas adolescentes del barrio de Yopougon, en Costa de Marfil. Bajo la premisa de que no todo es hambre y pobreza, nos presenta la vida cotidiana de las chicas, sus ligues, los líos con la familia y las distintas formas en que ven el futuro. Muy bien contado y con un dibujo expresivo y amable, sorprenden tanto las similitudes como las diferencias, porque por encima de las constantes universales se aprecian las diferencias antropológicas.

Técnicamente llama la atención lo terriblemente efectiva que resulta la obra. El dibujo es magnífico, sencillo, pero sin caer en la ofensiva simpleza de las novelas gráficas hoy tan de moda. Y el guión es tremendamente ágil. Maneja montones de historias con montones de personajes, pero siempre tenemos, pese a la brusquedad de los cambios de escenario, de estar en el fondo en la misma historia, en el mismo mundo.

Literatura en estado puro, de esa que te permite, aunque solo sea por un rato, vivir otras vidas.



Por cierto: vamos por el sexto tomo, así que... pido disculpas. 

sábado, 28 de mayo de 2011

Imperio de paletos

Dándole vueltas a las vicisitudes de la política patria, me he acordado, una vez más, de este tema de José Carlos Molina. El título es impresionante. A ver quién adivina a qué imperio se refiere.

Por cierto: yo estuve allí.




Por sugerencia de Elektra, ¡Galeras!:



Claudio Tolcachir

La representación en el Matadero de la trilogía teatral de Claudio Tolcachir formada por Omisión de la familia Coleman, Tercer cuerpo y El viento en un violín ha sido un acontecimiento. No se puede combinar con más inteligencia el humor y el drama. De hecho, utiliza unos diálogos rápidos e hilarantes para hacernos bajar la guardia intelectual y hacernos sentir, cuando más confiados estamos, como auténticos mazazos emocionales las peripecias de unas vidas despistadas que sobrepasan a veces las fronteras de la locura.

Si le unimos a esto unos actores magníficos, creíbles y entregados, pues eso, un placer. 







lunes, 23 de mayo de 2011

Un mundo maravilloso


La mariposa de las manchitas rojas se llama Zygaena. Del bicho dorado de la derecha y de los otros dos más pequeños no sé nada. La foto la tomé antes de ayer, en un precioso sendero que recorre la costa de Muros de Nalón, en Asturias.   

Subo esta foto a la red como prueba de que el mundo, pese a todo, es maravilloso. Después de la depresión en la que caí ayer por la noche, hoy intento pensar que la gente que ha votado a corruptos, fascistas y chulos de mierda para dirigir sus ayuntamientos y autonomías están enfadados, y tristes, y frustrados y que, por eso, han hecho lo que han hecho.

Y si pienso así es porque pensar que han votado a sabiendas de lo que hacían a corruptos, fascistas y chulos de mierda me produce demasiado asco.

domingo, 15 de mayo de 2011

You Can Close Your Eye

Yo era un chaval. Mi madre vino de la compra con una sorpresa: aparte del pan y las legumbres y la leche y demás, traía una bolsa con un montón de LP’s. La cosa es que a un motorista, al arrancar, se le cayó una bolsa. Aunque le llamaron, no hubo forma de llamar su atención. Cuando los que estaban en el paso de peatones comprobaron que la bolsa contenía discos, se desentendieron. Todos menos mi madre, que arrambló con la bolsa.

Mi hermano y yo no dimos crédito: ni la cueva de Alí Babá ni el tesoro de Barba Roja nos hubiese resultado más fascinante. Luego, el tiempo, hizo su selección, y demostró que el tipo de la moto tenía gusto. Uno de aquellos discos era Mud Slide Slim and the Blue Horizon, de James Taylor. Todo me fascinó. Su voz. Su guitarra. Y todas las canciones. Pero una en especial: You Can Close Your Eyes. Aquí os propongo una versión en directo: si podéis, escuchad el resto: es magnífico.






domingo, 8 de mayo de 2011

Demasiado contemporáneo

Esta mañana, al salir del Auditorio Nacional de Música de Madrid, he oído cómo una señora de sesenta y tantos años le decía a otra: “la última ha sido demasiado contemporánea”.

Tal cosa no me hubiese llamado la atención si no fuese porque la pieza a la que se estaba refiriendo la buena mujer era Muerte y transfiguración, poema sinfónico que su autor, Richard Strauss, terminó de componer en 1889...

Y no lo mencionaría aquí si no fuese porque ese es el sentir general de un público que ve demasiado contemporánea la música compuesta de finales del siglo XIX en adelante. Y me refiero a los que van a las salas de conciertos.

Me iba a poner a disertar acerca de la decadencia de occidente y esas cosas, pero mejor ilustro la cosa con la pieza más conocida de Strauss (la introducción de Así habló Zaratustra) y me voy a tomar algo.



jueves, 5 de mayo de 2011

Por la borda

Hay mucha gente que no entiende que el derecho a un juicio justo no se inventó para defender los derechos de los malos, sino los de los buenos. Que Bin Laden era un canalla es algo bastante obvio a juzgar por las cosas que decía en los vídeos que he visto por televisión. Pero eso no es suficiente para condenarle. Para condenar a alguien hace falta un juicio, con abogados, fiscales y jueces. Hacen falta pruebas y profesionales que sepan valorarlas.

No digo que no las haya. Lo que digo es que no ha habido un juicio. Y eso es algo que me preocupa muchísimo, y no por Bin Laden, sino por mí: no me gustaría que un día, alguien, sin juicio ni abogados ni jueces, me acusase, me condenase y me ejecutase en una sola operación.

Ahora alguien dirá que le gustaría ver qué pensaba si una hija mía hubiese muerto en las Torres Gemelas. No lo sé. Quizá mantuviese mis ideas o, por el contrario, llevado por el dolor y la ira pidiese la pena de muerte a todo el que llevase barba y turbante en veinte mil kilómetros a la redonda. Pero, y este es el quid de la cuestión, precisamente por eso es necesario un procedimiento legal transparente llevado a cabo por profesionales, para que las sentencias dependan de la razón, y no del odio y la rabia.

El gobierno de los USA ha tirado por la borda una nueva oportunidad de demostrar que sus criterios son distintos de los de los terroristas. Unos, llevados por el odio, matan. Los otros, también.

La venganza, el ojo por ojo, el linchamiento, son pruebas de lo poquito que nos hemos alejado de nuestro pasado animal, si es que nos hemos alejado algo.

Lo que digo: por la borda.