martes, 12 de enero de 2010

Saber incorporado

Para los antiguos era evidente que la Tierra era plana, y la idea de que esta en realidad pudiese ser esférica resultaba perturbadora, cuando no increíble.

Hoy, sin embargo, nadie tiene problemas en aceptar la aproximada esfericidad del planeta y en resolver las dificultades que esto conlleva (que los de “abajo” no se caigan, por ejemplo) echando mano de la fuerza de la gravedad universal, fuerza que nadie entiende pero que casi todos aceptan.

Si esto es así se debe a que el conocimiento de la forma de la Tierra es un saber incorporado, concepto desarrollado por Nietzsche y que pone de manifiesto un hecho curioso: no nos basta saber algo: necesitamos, además, interiorizarlo, sentirlo como real. No basta disponer de la verdad: hay que acreditarla como tal.

La situación intermedia surge cada vez que un nuevo conocimiento llega a la sociedad. La teoría de la evolución por selección natural de Darwin y Wallace, por ejemplo. Mucha gente la acepta como parte del canon científico, pero poca gente sabe exactamente qué significa. Se acepta la idea vaga de que los animales tienden a adaptarse al medio y que eso provoca los cambios que gradualmente dan lugar a las distintas especies, cuando no es eso lo que dice la teoría. Pero lo peor no es la falta de conocimiento, sino la no incorporación de alguna de sus consecuencias. Una de ellas, quizá la más importante, es que nada hay en la naturaleza humana de trascendente, pues no somos más que una de las muchas especies que pueblan la Tierra surgidas de esa sorprendente y azarosa combinación de azar y necesidad que es la evolución.

Esta situación de saber pero no sentir es frecuente. Y terrible, porque lleva a quienes la sufren a vivir en una especie de esquizofrenia, de desdoblamiento de la personalidad. Son muchos los que, por ejemplo, habiendo comprendido intelectualmente el sin sentido de la religiones, son incapaces, sin embargo, de aceptar un mundo sin trascendencia. Es el caso de tantos que, no siendo creyentes, no ven con los mismos ojos la religión en la que se han criado que la vivida por otros.

Para muchos el saber científico es algo que hay que aceptar pero que produce tristeza por lo que tiene de expulsión del paraíso. Es esa gente para la cual saber que la Luna es un enorme peñasco entra en contradicción con su romántica contemplación.

A lo que voy es que el conocimiento duele si nos cambia, pero no si nos criamos con él. Por eso es tan importante hacer el mundo lo más transparente posible. Los misterios son deliciosos si lo son de verdad, pero perniciosos si consisten en ocultación premeditada, pues los primeros estimulan la imaginación y la investigación, mientras que los segundos nos sumen en el desconcierto y la superstición.

Hoy sabemos muchas cosas. Sabemos que no existen entidades divinas ni fantasmales. Sabemos que la vida no tiene ningún sentido salvo el que queramos darle cada uno. Sabemos que nuestra propia naturaleza no juega necesariamente en nuestro favor, sino en el de los genes. Durante el siglo XX hemos aprendido más sobre el cosmos y sobre nosotros mismos que en toda nuestra historia y prehistoria. Sin embargo, no hemos incorporado ese conocimiento. Por el contrario, parece como si lejos de aumentar, el saber incorporado estuviese disminuyendo. La causa de esto es, teorías de la confabulación aparte, la desidia inherente a las sociedades opulentas. Dicho menos pedantemente: nos volvemos vagos. La vida laboral nos genera un cansancio que nos hace olvidar lo importante y dedicarnos simplemente a lo urgente. No merece la pena meterse en más problemas de los necesarios. No merece la pena entrar en discusión con quien piensa distinto.
Qué pereza... Total, qué mas da...

Hace unos años, en el estado norteamericano de Kansas, se abolió la obligatoriedad de la enseñanza de la evolución, lo cual dio entrada en las escuelas a la teoría del creacionismo. Esto es como si una ley dijera que, para explicar la reproducción humana, en vez de contar a los niños la cosa del pene, la vagina*, los espermatozoides y los óvulos, también se les puede enseñar la teoría de la cigüeña que viene de París. Pero así fue. Cuando los científicos americanos se dieron cuenta de lo que había ocurrido, vieron la necesidad de participar en el debate social, debate del que, encerrados en su torre de marfil, habían desertado.

Es terrible, pero la superstición lleva las de ganar. Hay muchas razones, pero dos destacan sobre las demás: una es que ser supersticioso es fácil, mientras que ser escéptico cuesta más. La otra es que, por definición, el escéptico no está convencido de nada. Esto, siendo bueno, implica que el supersticioso es poco proselitista, a diferencia del creyente que, convencido de lo suyo, no se corta a la hora de hacer propaganda.

No pretendo animar al personal a caer en los pecados de los otros, pero sí que animo a no callar, a opinar siempre que surja la oportunidad, a defender con argumentos y con pasión las propias convicciones. Quizá sea el caso de que no se tengan convicciones. Eso sería genial. Entonces se puede ser vehemente en defensa de la única convicción incuestionable: la duda.

A.

* ¿A alguien se le ocurre una explicación racional de por qué el programa Word da la palabra “vagina” como inexistente? Joder, están enfermos.

10 comentarios:

  1. Últimamente soy más activista que nunca en mi crítica a las religiones, hoy mismo me he revelado con la tontería de los horóscopos en una clase de italiano ya que perdían el tiempo determinando si un niño que no había nacido iba a ser de uno u otro signo... como fuera que los calendarios se han modificado sucesivamente a lo largo de la historia, les he demostrado que cualquiera de ellos habría pertenecido a un signo distinto dependiendo del momento de la historia en el que hubiera vivido con lo que las diferencias entre los mismos son absurdas... no les ha sentado bien y nuevamente he pensado aquello de que calladito estoy más guapo.

    Lo de la vagina no lo sabía... pero independientemente de ello, lo de enfermos, no lo dudes.

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  2. Me imagino la situación: están ellos tan contentos hablando de sus tontunas y entonces llega el listillo y se pone a dar por saco con calendarios y astronomías, je je je.

    Lo que cuentas refleja muy bien cómo funcionan las cosas. A una gran mayoría la verdad le interesa bastante poco. Lo único que quieren es sentirse grupo, sentirse arropados, y para ello hacen uso de todos los medios posibles para socializar. Y uno de los más importantes es el de compartir supersticiones. Por eso hay tanta gente que, sin creer, aún distingue entre la religión “propia” y la de los demás.

    En cualquier caso, y sabiendo que no vamos a convencer a muchos, pienso que merece la pena decir lo que se piensa, aunque no sea más que para que los otros se acostumbren a que hay otras formas de ver el mundo. Yo, la verdad, con eso me conformo.

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  3. Puf, casi no consigo ni convencer a mis hijas que ahora dicen que quieren hacer la comunión... así que como para ni tan siquiera intentarlo con el resto.

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  4. Habeís tocado un par de temas que a mí personalmente me interesan bastante: por un lado el gregarismo, el sentirse "arropado",cómo tú dices.
    Por otro lado pero muy relacionado,la falta de sentido crítico, la credulidad de la gente.
    Como comentabas, Alberto, no hace mucho en una de tus entradas, lo que más abunda es la mediocridad e intentar salirse del rebaño suele ser peligroso.

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  5. Después de una época muy cínica y nihilista, volví a abrazar la idea de que dios existe: realmente me vino muy bien, porque estaba sumido en una auténtica depresión (con tratamiento de antidepresivos y todo) y eso me sirvió para dejar de pensar en suicidarme, ya que yo era de los que pensaba que, como mi vida es intrascendente, a quién le importaría que yo me matara, y qué, el que yo estuviera vivo, o muerto, daría igual en el orden de las cosas. Aunque crea en que existe un dios, no creo en las religiones organizadas, al menos en la religión católica, y choco mucho con amigos católicos extrictos y practicantes. Realmente mis amigos me siguen considerando un cínico, y un nihilista, y yo pienso que sí, que tengo esa dualidad. Por un lado, mi lado cínico se burla de mi creencia en dios, y mi lado creyente le responde que lo necesita para seguir tirando, y se hace extraño. Lo que nunca creeré es que a dios le importa que usemos condones, o que fumemos marihuana o chorradas así, tengo un código moral, pero no está basado en ganarme un cielo, sino en el simple hecho de no hacer a los demás lo que no quiero que me hagan a mí. También tengo el pensamiento, tal vez algo naif, de que detrás de la ciencia, al final encontraremos a dios, algo parecido a lo que pensaba Teilhard de Chardin, que consiguió unir religión y ciencia. Por todo eso, definiría mi creencia en dios como algo que calma esa necesidad, casi animal, de creer que las cosas tienen un sentido y que todo está ordenado, que mi vida me pertenece y puedo controlarla, en vez de ser algo expuesto a toda clase de azares. Mi creencia en dios no es el eje fundamental de mi vida (no piso una iglesia por voluntad propia), y no es algo que vaya a defender a capa y espada frente a cualquier "hereje". Sin embargo, como digo, incluso mientras escribo esto, algo en mi interior me dice "ay, idiota, ¿cómo puedes decir eso?, nada existe, todo es mentira".
    Los horóscopos me parecen graciosísimos. Creo en el I Ching: no son más que consejos ambiguos, que sirven para centrar la mente cuando estás muy agobiado (nada de prever el futuro, ni gaitas), y el word, hasta donde yo sé, permitía añadir palabras al diccionario (mira que no venir vagina). Yo desde hace tiempo uso OpenOffice, y me quito de lios de licencias y de "ir con un parche en el ojo" navegando por internet.
    También, por cierto, me gustaría saber si lo de no poder cortar y pegar en los post sólo me pasa a mí, y si lo de deshabilitar los botones de dirección (las flechas) mientras se escribe es algo hecho a posta, o también fallo mío. :D
    Saludos.

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  6. Juan Antonio: no entiendo porque asocias el cinismo con la falta de fe, se puede ser ateo y no ser cínico ni nihilista, de echo, parafraseando a Zizek, me atreveria a decir que los autenticos "creyentes" de hoy en día somos los ateos, porque los otros creyentes, los oficiales, no necesitais creer verdaderamente en nada, ya que hay un "Otro"(Dios) que se encarga de creer por vosotros, es una especie de creencia delegada.
    Es decir: si yo no mato a nadie no es porque Dios me diga que está mal, sino porque "yo creo" que está mal. No es necesario creer en ningún Dios para tener una etica y unos principios.
    Dices que quieres sentir que tu vida "te pertenece" o algo así y que no esta sometida a toda clase de azares y tal. Precisamente si aceptamos que Dios existe y que todo tiene un sentido (el que él ha establecido) entonces es cuándo tu vida no te pertenece, no se si me he expresado bien. ¡Tu vida te pertenece! Dale tú el sentido.

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  7. Mi vida es mía, claro, pero quiero decir que siempre hay una parte que no controlas, esa parte azarosa, que hace que estés en el lugar equivocado en el peor momento. Me gusta pensar que puedo controlar esas situaciones, aunque suene infantil, además de, como ya he dicho, pensar que la vida tiene un sentido y un orden.
    No he dicho que lo contrario de la fe sea el cinismo, he dicho que en mí, iban juntos nihilismo y cinismo: creía que nada es verdad, y me gustaba destrozar falsas creencias en los demás, deporte peligroso, por otra parte :)

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  8. Outsider: sin saber nada en realidad y sin querer meterme yo en asuntos domésticos, pregunto: ¿has probado a ofrecerles una fiesta?

    Me parece este un asunto interesante porque refleja un déficit de la visión escéptica del mundo. Al tiempo que nos hemos esforzado por liberarnos de supersticiones también nos hemos llevado por delante ceremonias, festejos y protocolos que al estar monopolizados por las iglesias pesamos que les pertenecían, cuando lo único que hicieron fue apropiarse de ellas: comunicarle a los demás que hemos dejado una cierta época de la vida para ingresar en otra; o que hemos decidido vivir en pareja con otra persona; o que uno de los nuestros ha muerto; o, simplemente, celebrar que lo peor del invierno ha pasado y que a partir de ahora los días serán cada vez más largos, son hitos que todas las culturas ritualizan. Y la verdad es que no tiene nada de malo porque, queramos o no, vivimos en grupo, y hay que comunicarse con el grupo. Las ceremonias son eso, ritos de paso, protocolos consuetudinarios.

    Al matar a dios hemos abandonado las iglesias. Bien. Pero con ello hemos perdido las ceremonias. Pero nada nos impide reinventarlas. No es malo establecer una pareja: lo malo es que un tipo vestido de persa nos diga qué podemos y qué no podemos hacer. ¿Por qué no darnos una terrible comilona la noche del 21 de diciembre? ¿Por qué no hacer una fogata la noche del 21 de junio y saltar sobre ella? ¿Por qué no celebrar el abandono de la infancia y el ingreso en esa edad en la que todo son preguntas?

    **

    Juan Antonio, en serio, no comprendo cómo puedes creer que en el universo vive bajo la égida de un dios ordenador. ¿Lo que acaba de pasar en Haití te parece compatible con ninguna clase de orden?

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  9. Ha sido incluso más fácil que eso, pues le he dicho que si quiere hacer la comunión ya llega tarde para apuntarse a ningún catecismo y tendrá que empezar el año que viene, así que como no va a ir con su amiga ya no quiere hacerla. Después me ha preguntado que si iba a tener regalos como los demás y le he dicho que no, que los suyos serán mejores así que en lugar de la comunión intentaremos visitar Disney... iglesia de otra religión (la del culto a la parafernalia y el comercio), pero en cualquier caso menos esotérica.

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  10. Reitero que yo soy el primero que admite absurda mi creencia en dios, y ya dije que no la voy a defender. ¿qué porque creo, entonces? ¿por qué toma heroína un heroinómano, sabiendo que es mala para la salud? Puede que un día me "desintoxique", pero mientras mi creencia sea más barata y con menos efectos secundarios que la paroxetina, y con los mismo beneficios, seguiré con ella.

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