sábado, 28 de noviembre de 2009

Un mundo trivial y emotivo

La trivialidad de la sociedad contemporánea es una cuestión de mercado. Ahora, la masa tiene en conjunto una capacidad de consumo tan grande que se ha convertido en el objetivo prioritario de la producción. Es lógico por ello que la cultura y la política se hagan para ellos. Y la masa es trivial y emotiva, luego la política y la cultura se han hecho triviales y emotivas.

Esto no es malo en sí. Lo ha dicho otras veces y lo repito sin ironía: a mí no me ofende que la gente goce en los centros comerciales o leyendo a Ruiz Zafón. Lo único malo es que el mundo no es trivial. Por contrario, es complejo, impredecible, paradójicamente lleno de elementos extraordinarios. Siendo así, una cultura trivial poco nos puede ayudar a entenderlo. Siendo así, una política trivial poco nos puede ayudar a vivirlo.

Hace unos días una emisora de máxima audiencia hizo a través de Internet una encuesta entre los oyentes. La pregunta venía a plantear si determinada ley era constitucional o no. Las miles de respuestas fueron negativas en un sesenta y tantos por ciento. Pero esto es lo de menos. Lo de más es que miles de personas contesten a una pregunta respecto de la cual no saben nada. La inmensa mayoría de esas personas no se ha leído la ley en cuestión. La mayoría de esas personas no sabe nada de nada de derecho constitucional. La mayoría de esas personas no sabe nada de nada de técnica jurídica. Sin embargo, van y opinan. ¿Basándose en qué? Pues en sus emociones, claro está.

Es como si en un matemático presentase a la sociedad una demostración de un teorema y la gente pudiese votar acerca de su corrección. ¿Qué validez puede tener la opinión de quienes no solo no sabe matemáticas sino que ni siquiera se han leído la demostración? ¿Se puede decidir la verdad matemática en función de emociones?

Lo malo es que exactamente así funcionan las cosas: los partidos políticos les dicen a sus votantes lo que saben que les hace sentir, no pensar. Los medios le dicen a la gente lo que sabe que estimula a comprar sus productos, igual que hace la cultura, incapaz de hacer llegar a la gente nada que no sea de fácil y trivial digestión.

El resultado de todo esto es que la imagen del mundo se ha reescrito, muy democráticamente, a imagen y semejanza de quienes menos saben de él.

Todo conocimiento es metafórico. Toda descripción del mundo es una aproximación, una simplificación, un mapa. Pero unos mapas son peores que otros. Y el que ahora estamos usando parece esbozado por un niño de dos años.

4 comentarios:

  1. Hace tiempo penmsaba que la emoción era la cáscara del contenido... Voy viendo que las emociones tienen sus contenidos, pero claro, pedirle a alguien que eche manos de sus emociones para juzgar una ley es una manipulación propia sobre todo de quien lo pregunta y sabe de antemano que la mayoría de la gente carece de conocimientos previos... En realidad sería mejor preguntar ¿y a usted que le parece, cómo le sienta a su forma de pensar o en relación a sus prejuicios, sus miedos? Estoy de acuerdo, muy de acuerdo, porque esto es una versión pervertida del despotismo ilustrado: nada para el pueblo pero con el pueblo...

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  2. Sí, estoy de acuerdo en lo de la manipulación, pero lo cierto es que esta es posible porque somos como somos. Si los "malos", sean estos políticos, periodistas o gente de la cultura, pueden hacer "el mal" es porque los demás, los de a pie, entramos al trapo de sus manipulaciones, y si lo hacemos es porque, de alguna manera, nos ofrecen justo lo que queremos.

    A lo que voy es a que el mundo no es consecuencia de extrañas y oscuras fuerzas o de las maquinaciones de los poderosos, sino el resultado de la naturaleza humana.

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  3. Alguna vez lei: si te cuesta lo que haces es porque lo estás haciendo mal.

    ¿Cómo puede ser que usted piense tan sencillamente y bien?

    Lo cual no quiere decir que pensar metódicamente sea algo sencillo. Creo que hay que tener un gran entrenamiento.

    Muy buenos sus post.

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