domingo, 8 de noviembre de 2009

Carrera armamentista

El afán por conseguir estatus dicen los antropólogos y biólogos evolucionistas que tiene su origen en la selección sexual: más nivel dentro de la manada, más accesos sexuales, más transmisión de genes.

El estatus entre los animales se basa en rasgos fácilmente apreciables: tamaño, fuerza, arrojo... Entre los pueblos primitivos se ritualiza un poco la cosa, pero es claramente apreciable la continuidad: la fuerza, la belleza física entendida como síntoma de salud, los potlach…

¿Y qué pasa en nuestra desarrollada civilización?

Pues lo mismo. No hemos cambiado nada, salvo en las formas externas. Cubiertas las necesidades básicas le dedicamos unas cantidades enormes de recursos a la cosa del aspecto. Las industrias de la moda o la perfumería son de las que más dinero mueven en el mundo. La gente se vuelve loca por la ropa y llena los centros comerciales en los escasos ratos de ocio que les dejan los trabajos donde se dejan la piel para ganar el dinero con el que comprar la ropa de moda, y el calzado de marca, y el móvil de última generación, y el coche station wagon con el que mejorar lo más posible el propio aspecto para follar más y mejor, lo cual vienen a significar hacerlo con más ejemplares y de mejor calidad.

No pretendo ponerme moralista. La finalidad me parece genial. Lo que apena es el medio. Me apena que no seamos capaces de reconocer la trampa, el despilfarro estúpido que supone toda carrera armamentística. Si todo el mundo conduce BMW, para sobresalir hay que ir sentado en un Porche. Pero si todo el mundo va en Seat, el BMW basta. Lo malo es que, cuando nos damos cuenta de que el BMW basta, hacemos el esfuerzo y nos hacemos con uno. Todos. Entonces el que antes tenía un BMW hace a su vez un esfuerzo y se agencia un Porche. De este modo estamos como al principio, todos iguales salvo el destacado, pero con una gran diferencia: todos hemos tenido que invertir muchos más recursos para mantenernos como estábamos. Sí, es la carrera de la Reina Roja de Alicia. Sí, es un sin sentido.

¿Qué falla aquí? Pues falla el punto de vista individualista. Uno solo no puede luchar contra la carrera armamentística, porque entonces será el único Seat en un mar de BMWs. Solo podemos parar el despilfarro de nuestros propios recursos adoptando puntos de vista colectivos.

Con perdón.

3 comentarios:

  1. Un placer haberle encontrado por el ciberespacio. Un saludo de un ex-alumno del Ignacio Ellacuría.

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  2. Juan Antonio, ayúdame: en 17 años en esto de la enseñanza habré tenido..., no sé, ¿2500 alumnos?

    Si te apellidas Calderón dímelo, porque así quedaré bien. Si no..., bueno, dímelo también: supongo que me sabrás perdonar.

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  3. Impresionado me hallo de que se acuerde de mi apellido. Efectivamente, compañero de pupitre de Abelenda, llegando tarde todos los lunes de COU (y el resto también, pero era el lunes cuando tenía matemáticas con usted), y me puso un notable de nota global ese año, cuando tenía un suficiente. Seguiré entrando por aquí de vez en cuando.

    Saludos.

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