miércoles, 30 de septiembre de 2009

Test para utópicos

Cuando la desigualdad es inevitable resulta relativamente fácil luchar contra ella. Pero, ¿qué ocurre si tenemos las herramientas necesarias para diseñar una nueva humanidad? ¿Cómo hacemos al personal? ¿Todos iguales? Entonces, ¿quién nos va a poner el café? ¿Todos buenos? Pero, ¿la creación no está relacionada en parte con la violencia? ¿Es necesario el mal?

Hasta ahora la construcción de utopías se basaba en el material humano disponible convenientemente modelado según las teorías psicologicas y sociológicas del utopista de turno. Ahora podemos actuar incluso sobre la materia prima. Podemos diseñar la especie. Algo así como Walden Dos, pero más. Podemos eliminar instintos primitivos; corregir deficiencias intelectivas; potenciar la memoria o la percepción espacial; aumentar la empatía o la agresividad. Podemos crear un ser humano nuevo.

Yo no sabría qué hacer. La ausencia de límites me produce vértigo. La vida es un juego de tensiones. Puede ser duro a veces, difícil, pero sabes cuales son tus límites. Si de pronto no los hay, si de pronto te conviertes en dios, ¿hacía dónde tirar? Y lo que es más difícil de contestar: ¿por qué?

El sinsentido de la vida se hace, ante este test imposible, absolutamente patente: los límites nos muestran el gradiente por el que ascender o deslizarnos. Incluso los caminos laterales para escapar de la norma. Pero ahora el hombre aparece como uno de los diseños posibles con que modelar un montón de barro. La evolución es sabido que actúa chapuceramente. Pero al menos tenía contra lo que luchar: la muerte.

Ampliemos el test. El universo es una fluctuación del vacío. Quizá podamos crear universos. Supongámoslo. ¿Por qué hacerlo? ¿Por qué una forma y no otra?

Todas estas preguntas son sinsentidos. La ausencia de finalidad impide que su propia formulación tenga sentido. Solo la existencia de seres conscientes da ciertos visos de significado a tales planteamientos, pero las contestaciones deben ser necesariamente subjetivas: todo lo que hagamos será porque nos apetezca, porque así nos divertimos, porque algo tenemos que hacer.

El universo no tiene sentido. El que nosotros nos convirtamos en dioses no cambia las cosas.

1 comentario:

  1. "La ausencia de límites me produce vértigo" dices; Eso es lo que Kierkegaard llamaba "el vértigo de la libertad".
    Efectivamente, el universo no tiene ningún sentido establecido a priori, estamos solos ante el abismo de la existencia,solos y libres (libres no solo en el sentido de que podemos elegir entre el bien y el mal, sino en el de que podemos determinar lo que es el bien y el mal en si mismos)

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