Leyendo la poesía de Borges me digo que, como escritor de versos, tan solo soy un plagiario, un mal plagiario. Entonces, de pronto, me asalta la duda: ¿y como persona?
La respuesta me viene cuando me doy cuenta de que, la pregunta en sí, es borgiana.
Naturalmente no soy Borges, ni otro Borges, ni el otro Borges: soy, todos los somos, resultado de una cantidad enorme de influencias. Somos plagiarios de muchos, y a las particulares combinaciones de influencias, o de plagios, le llamamos personalidad.
El orgullo y la ingratitud nos hacen olvidar nuestras deudas. Pero cuando, de pronto, ves tanto de ti en un lugar concreto bajo un nombre concreto el recuerdo vuelve y el yo se diluye, el manos durante un rato.
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