domingo, 10 de mayo de 2009

Star Trek XI

Desde crío Star Trek me ha parecido fascinante. Pese a los años, los escepticismos y las lecturas, mi utopía sigue siendo ese futuro de gente civilizada que ha convertido el trabajo en juego y la disciplina en lealtad, y que se enfrenta a “esa cosa de ahí fuera” con el mayor arma que hay a bordo de la nave Enterprise: la mente de sus tripulantes.

Ayer vi la undécima entrega cinematográfica de la saga. Con el despliegue publicitario de las grandes producciones, los de la Paramount, deseosos de revitalizar la franquicia, han retomado los personajes de la serie original para contar cómo empezó todo.

Pero no solo han hecho eso. J. J. Abrahams, el director, ha filmado una de acción. Con espectaculares efectos especiales, tan perfectos que ya no lo parecen, y mucho dinamismo, y sus gotitas de sexo, y sus toques de humor, y los imprescindibles guiños al lector avezado, la película es de esas perfectas para alienarse un par de horas retrepado en la butaca.

Pero no es Star Trek. No hay una cosa ahí fuera que quiere cargarse el mundo quizá porque es un bebé cósmico que no sabe lo que hace. No es por esa mezcla de arrojo e inteligencia del tándem Kirk-Spock por lo que vencen. No hay conflicto filosófico, ni psicológico, ni ético. No hay perplejidad.

No soy un ingenio, al menos no demasiado: para los de la Paramount, Star Trek es, y siempre será, un negocio. Si hablo del asunto no es porque me sorprenda que hayan sacrificado el espíritu de la saga al negocio, sino porque me parece una buena muestra de un problema mucho más general: ¿hasta dónde vale la pena diluir un producto con tal de hacerlo vendible?

La cuestión se plantea del siguiente modo: para que pueda haber más películas de Star Trek, para que podamos volver a ver a Spock y a Kirk cabalgando por la galaxia, es necesario hacer que el producto sea más comercial, apto para un público más amplio, acostumbrado por lo general a mucha acción y poca reflexión.

Vale, entendido. Sea. Pero, ¿cuál es el resultado de la operación? Una falsificación mediocre, algo que apenas si tiene que ver con lo que un podía esperar. No se trata de un mal episodio, que los ha habido. No se trata de mal café, se trata de descafeinado.

Lo terrible, y ahora viene la generalización, es que este descafeinarlo todo es uno de los signos de los tiempos que corren. Con tal de “llegar a la gente”, creadores y políticos nos brindan versiones simplificadas de los originales del pasado que luego hacen brillar mediante fuegos de artificio. Con tal de llegar a la gente hoy dejan para mañana el rigor, la profundidad, la creatividad y todo aquello que suponga riesgo. Seamos hoy mediocres que mañana tendremos tiempo de ser algo más, parecen decirse nuestros proveedores de imágenes e ideas.

Pero resulta que hoy siempre es hoy y mañana siempre es mañana.

9 comentarios:

  1. Yo creo que el mensaje subliminal que dan todas estas n-cuelas es uno que dice que da igual lo que hagas, siempre mejora sin que hagamos nada para que mejore.

    La idea de la opinión pública es que siempre podemos esperar seis meses para ver mejores ordenadores, los efectos especiales mejoran con la siguiente película y todo es siempre más caro de lo que lo fue, la medicina siempre debe curar más enfermedades y el cambio climatico... sin que hagamos nada, acabarán encontrando el modo de que no se note lo que hace, los coches siempre serán más rapidos y consumirán menos y los sueldos serán tambien cada vez más altos...

    Nos creemos que el futuro hoy, será siempre mejor que el hoy de hoy y cuando mostramos lo malo que puede ser el futuro, no nos referimos a lo que pasará sino a lo que podria pasar y por eso no hacemos nada, porque "alguien" debe estar tomando medidas para que no pase lo que podría pasar.

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  2. Osea, que mero entretenimiento la peli. Pues lo que suele ser habitual, lo raro sería que hicieran algo que mantuviera a la gente sentada en la butaca mientras salen los créditos dándole vueltas a lo que acaban de ver. Es lo que quieren. El otro día me pusieron un enlace en mi blog a un artículo sobre el cine español muy interesante. Por si te apetece leerlo y que no nos extrañe la porquería de cine que hacemos:

    http://lasclasesmedias.blogspot.com/2009/05/acerca-de-las-subvenciones-al-cine-en.html

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  3. Outsider: me ha encantado tu comentario, porque una de las cosas que más odio es ese "alguien encontrará algo" con el que tanta gente certifica su injustificada fe en el progreso ininterrumpido.

    Padme: muy interesante el artículo: gracias. la verdad es que nunca he entendido por qué hay que subvencionar productos que pretenden competir en el mercado. Entiendo que haya pasta para estudiantes, escuelas, universidades, es decir, para proyectos de formación. Pero no para proyectos comerciales: algo no cuadra

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  4. Yo creo que no se subvenciona productos de mercado... se tratan de inversión de futuro político, a fin de cuentas los artistas subvencionados son ganchos con los que obtener votos... y todos los partidos tienen una colección de actores, actrices y demás parafernalia a los que enchufar ya sea con subvenciones o programas de TV a cambio de esa sonrisa que pueda convencer al votante de turno.

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  5. Pues me alegro que os haya resultado interesante. Ciertamente creo que hay cosas mucho más importantes que subvencionar pero podría estar de acuerdo con la subvención al cine si se consiguiera hacer un cine de calidad. Pero el resultado está a la vista y después de leer el artículo me recordó a los agricultores que consiguen subvenciones para cultivos que después se mueren de risa sin que sean recolectados. Es más de lo mismo. La pasta es lo único que importa.

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  6. Outsider: tú lo has dicho: compra de apoyos políticos.

    Padme: en efecto: la pasta es lo que importa. Y eso es lo triste: que sea el objetivo final. A eso me refería cuando unos post más atrás hablaba de los incentivos: todo está bien si sirve para incentivar la creatividad, la innovación, la búsqueda de nuevas soluciones. Pero cuando el incentivo se convierte en objetivo, la jodemos. Y en esas estamos.

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  7. Y cuando te plantan un objetivo sin incentivo? Pues yo te lo diré. Para los que proponen los objetivos y dan con una gilipollas como yo, les sale el negocio redondo. Porque raro es que no los cumpla y encima gratis. Y eso sin tener muy claro que el objetivo merezca la pena lo más mínimo.

    Estoy un poquito quemada. No hagas mucho caso.

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  8. El incentivo se puede limitar a la posibilidad de recibir una palmadita en la espalda, un empujoncito cualquiera al ego de cada uno, la simple autosatisfacción.

    Algunos saben manejar tan bien estas motivaciones que consiguen que los gilipollas hagamos cosas por nada. Suele coincidir con esos que apelan a la responsabilidad de los demás al tiempo que ellos no mueven una ceja si no es por un beneficio.

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