viernes, 15 de mayo de 2009

El himno nacional

El otro día, en un encuentro de fútbol, al sonar el himno oficial del estado español se produjo una potente pitada, cosa bastante previsible sabiendo que el partido lo disputaban el Athletic de Bilbao FC y el Barcelona CF.

El hecho, que no manifiesta nada que no se sepa, es decir, que mucha gente del País Vasco y de Cataluña le tiene manía a todo lo que suene a español, ha permitido que muchos saquen a relucir su indignación. Aunque los comentarios han sido variopintos, una frase puede valer como epítome: “no se puede consentir que se ofenda a los símbolos de todos”.

¿Todos? ¿Qué todos? ¿Son acaso los símbolos de los que pitaron? No parece lógico pensarlo. ¿Son mis símbolos? Pues no, tampoco. Cuando veo la bandera pienso en un ministerio, y cuando escucho el himno me acuerdo de cuando sonaba con la imagen de Franco de fondo al terminarse por la noche la programación televisiva (sí, sí, antes la televisión se acababa). Desde luego, lo que no experimento es ningún sentimiento patriótico. ¿Se pueden regular los símbolos por ley? Si de lo que se trata es de que ciertas combinación de colores sirva en las reuniones internacionales para que los demás sepan de dónde vienes, sí, se puede. Pero si de lo que se trata es que la gente se sienta identificada con ellos, pues no.

En estos asuntos relacionados con el nacionalismo siempre pasa lo mismo: el personal, con intención o sin ella, tiende a confundir dos planos de la realidad: el administrativo y el sentimental. Y, curiosamente, lo hacen todos los nacionalistas, sean estos españoles, vascos, catalanes o serbios.

Pero esta confusión es falaz y estúpida. La realidad administrativa es la del carné de identidad, y la de la agencia tributaria, y la de las obras públicas. Y la sentimental es la que se experimenta al identificarse con el grupo. La primera encuentra sus reglas en el derecho positivo, mientras que la segunda bebe de la tradición. Aunque a veces haya transferencias, pretender que coincidan es como pretender que el amor sea una actividad racional.

Los símbolos son de todos, sí, pero de todos los que se sienten representados por ellos. Y no hace falta ser independentista para no conmoverse con la bandera o el himno. Yo no me conmuevo ante ellos. Nada. ¿Soy por ello un traidor? En absoluto: pago todos mis impuestos. ¿Soy español? Administrativamente sí: es un hecho: lo pone en mi pasaporte. ¿Y sentimentalmente? No lo sé. Intento saber qué significa sentirse español y no acabo de tenerlo claro. Hablo castellano, pero eso también lo hacen cientos de millones de americanos. Me gusta mucho la comida de aquí, pero también la francesa, y la india, y... Si tuviese que decir un par de músicos diría Ian Anderson y Stravinsky. ¿Filósofos? Nietzsche y Russell. ¿Escritores? Borges y Dostoievsky. ¿Cineastas? Hitchcock y Kubrick. ¿Una ciudad para vivir? París.

Supongo que sentirse de una determinada nación, o pueblo, o tribu, debe implicar una identificación instintiva con cierto modelo estandarizado de individuo, un modelo que le permita a uno decir sí, así, así soy yo. A veces tengo la tentación de describirme como europeo, pero sé que tiene más de pose intelectual que de emoción.

Hoy, en la radio, mientras sonaba una canción de Police, he escuchado a un imbécil decir que Police le gusta a todo el mundo salvo a algunos "recalcitrantes". Es evidente que para este individuo la música de Police viene a ser un himno. Hasta aquí me podría parecer bien. Pero eso no le basta. No le basta con emocionarse él. Tenemos que emocionarnos todos los demás. Por cojones.

Joder, qué asco me dan.

8 comentarios:

  1. Vaya... no puedo poner ningún matiz... bueno sí... yo no viviría en París, prefiero Aachen... París es demasiado grande, casi no me gusta ni con dinero, que es el matiz que hace que cualquier ciudad sea "casi buena" para vivir.

    Pero lo mejor es tener varias... una para cada momento... para cada situación... y sentirse ciudadano del mundo, si fueramos muchos así... podríamos obviar los simbolos y todo lo que llevan detras... aunque probablemente muchos quedarían sin trabajo por ello...

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  2. El fundamentalismo es como los pedos: sólo molesta el de otros.

    Por cierto, en la misma ciudad en la que se jugó la final es tradición que todos los años, antes de empezar la cremà de la falla del Ayuntamiento, se salude al mismo himno con una sonora pitada. Pero esto ni sale en las noticias, ni hace que ningún memo se rasgue las vestiduras. Quizá porque es una verdad mediática que el susodicho himno sólo provoca rechazo entre catalanes y vascos.

    Saludos.

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  3. No lo recordaba... ja ja... será que no les cuadra que tanto el ayuntamiento como la comunidad los gobierne un partido "nacional" y no "nacionalista", me pregunto cual es la diferencia... ¿será que la política lingüistica es distinta? y allí no es obligatorio aprender en Valenciano... ¿o sí?... va a ser que no será... que es.

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  4. Nadie te puede exigir conmoverte o sentir algo viendo el escudo o escuchando el himno, eso está claro.

    Pero eso no tiene nada que ver con el hecho de que los símbolos sean o no sean de todos. Lo queramos o no. Vivimos en un país donde no se martillea con el himno, por tanto, todo aquel al que le suene chirrioso puede vivir perfectamente feliz y contento.

    Obligar la emoción es una cosa. El abucheo es otra muy distinta.

    A Obama le gusta su himno (;-)

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  5. Ese "Lo queramos o no" no va conmigo. No soy ni monárquico ni militarista, y no sé por qué debo aceptar que una marcha militar y monárquica me represente. Representará al Estado, eso no puedo evitarlo, pero no a mí.

    En cuanto al abucheo, pienso que debería ser considerado un derecho fundamental.

    Puede que a Obama le guste su himno: me alegro por él, porque se va a hartar.

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  6. He pensado lo mismo... me refiero a Obama... se va a hartar de himno, cada vez que abre una puerta... chunta chun... yo creo que no renuevan más veces por prescripción médica...

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  7. Llegué aca buscando la simbología de una pequeña estatua con tres monos que encontré en la calle.

    Me pareció interesante lo que escribiste, sin embargo, sin ser un nacionalista radical ni nada, me da pena que chiflen (soy Argentino y en mi país mucha gente chifla los himnos de otros países, lo que me dá más pena todavía) algo como un himno que para muchos es un símbolo que representa la unión de millones de personas que buscan el bienestar general, que es mi definición personal de patria.
    Entiendo perfectamente que un himno para vos no sea un símbolo, ni así una bandera, y también entiendo que pienses que tu país no es el que en mejor condiciones está porque a mí también me pasa, pero lo que no entiendo es por qué chiflar algo que muchas personas realmente SIENTEN. Me suena a que es como entrar a una Iglesia y chiflar el padrenuestro por no creer en Dios o en Jesús.
    Personalmente tampoco creo en ninguno de los dos, pero mucha gente cree y me parece bien.

    Expresaste excelentemente todo lo demás y escribís muy bien, felicitaciones. (:
    Mi humilde opinión.

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  8. De tus palabras se deduce que eres una persona considerada y respetuosa. Y eso es admirable. Pero pienso que lo primero que tienen que hacer quienes piden respeto para sus símbolos es respetar a quienes no los sienten como propios. Por eso me parece que lo más sano sería que en ninguna circunstancia se mostrasen símbolos patrióticos. Así evitaríamos violentar a nadie. Cada uno es muy libre de envolverse en su bandera o de pasarse escuchando el himno patrio todo el santo día. Pero no entiendo por qué hay que imponerle estas cosas a los demás.

    El ejemplo que pones de Dios y Jesús me parece interesante: no, nunca entraré en una iglesia a "chiflar", pero si resulta que, pese a no entrar, aun así me intentan imponer algunas de sus locuras, sí chiflaré, claro que sí. Lo del himno viene a ser lo mismo.

    Gracias por las felicitaciones. Y bienvenido.

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