sábado, 10 de enero de 2009

Imprevistos

Nos hemos creído que controlamos el mundo. Por eso cuando, como hoy, se produce un fenómeno meteorológico imprevisto en forma de tremenda nevada, todo el mundo se lleva las manos a la cabeza: desde los usuarios de líneas aéreas hasta los responsables de las administraciones locales pasando por la mismísima ministra encargada de estos asuntos, todo el mundo se queja por lo sucedido y busca a quién culpar.

Por la mañana, antes de que la nevada sobre Madrid empezase a hacerse evidente, otra noticia llamaba mi atención: el locutor, con sorna pero sin dar signos de saber muy bien por qué, contaba que el coche que va a utilizar Obama para acudir a su investidura es a prueba de meteoritos. No sé cómo estará formulada la noticia original, o qué le habrá contado el vendedor al encargado del transporte del flamante futuro presidente USA, pero lo que sí sé es que no es posible fabricar nada a prueba de meteoritos.

A lo que voy es que el mundo es, esencialmente, impredecible: para intentar prever los fenómenos meteorológicos utilizamos los ordenadores más potentes del mundo y las matemática más avanzadas. Gracias a ello somos capaces de realizar predicciones aproximadas con bastante fiabilidad para plazos que no van más allá de las setenta y dos horas, y aún así nos equivocamos: como hoy.

Es posible blindar un vehículo para que soporte impactos hasta cierto punto. Pero si un meteorito, al llegar a la superficie terrestre, tiene el tamaño de un balón de fútbol, por poner un ejemplo, no es que abolle la chapa del coche, es que lo pulverizará. Y no es posible predecir si un meteorito así le caerá encima al bueno del señor Obama.

Nos hemos acostumbrado a que haya gente que nos diga lo que va a pasar: analistas, expertos, científicos, gurús, economistas, ejércitos enteros de profesionales viven hoy día de predecir el futuro: y por lo general aciertan, hasta que dejan de hacerlo: entonces se monta la de dios y todo el mundo se echa las manos a la cabeza.

Pero no deberíamos de sorprendernos: lo impredecible es inevitable. Y la razón es obvia: si no es predecible, no lo vamos a intentar evitar, sencillamente porque no lo pre-vemos. Antes del once de septiembre nadie previó que se pudiese producir un ataque terrorista desde al aire. Desde entonces las medidas de seguridad en los aeropuertos se han vuelto insultantemente duras. ¿El próximo ataque se producirá con un avión? No, porque ahora sí se prevé tal posibilidad. Entonces, ¿cómo será? Desde luego, de ninguna de las formas previstas: será de un modo imprevisto.

Algo parecido pasa con la economía: es francamente difícil, por no decir imposible, predecir las consecuencias de la imaginativa codicia de los ingenieros financieros: solo después de descubrir las consecuencias de sus trapicheos las instituciones toman medidas para supervisarles. Pero, ¿sirve esto de algo? Es difícil decirlo. Lo que sí podemos decir con toda seguridad es que la próxima crisis financiera se producirá por algo imprevisto.

Hace sesenta y cinco millones de años cayó un meteorito que exterminó a los seres más poderoso del planeta, los dinosaurios. No podemos saber qué hubiese pasado si no hubiese caído, pero lo cierto es que cayó, y el devenir sobre la superficie de la Tierra cambió. Una de las consecuencias de aquel accidente es que unos bichos sin importancia encontraron una oportunidad para evolucionar. De aquellos bichos procedemos nosotros, los humanos, lo cual nos convierte en producto de un accidente. También podría ser que, antes incluso de que nosotros mismos nos suicidemos con nuestras guerras, contaminaciones y cambios climáticos, otro meteorito acabase con la especie. Sería un muy poético y circular imprevisto.

Un buen ejercicio consistiría en revisar la influencia de los imprevistos en nuestras propias vidas y analizar hasta qué punto la situación actual, sea personal, familiar, nacional o mundial ha dependido de tales sucesos imprevistos: entonces entenderíamos lo difícil que es realizar previsiones fiables, más que nada porque, como dijo Bohr, predecir es muy difícil, sobre todo el futuro.

4 comentarios:

  1. oye, pones tantas cosas que uno podría estar una vida debatiendo. pero lo que me ha llamado la atención es el tema del coche antimeteoritos. joer, hasta donde puede llegar la estupidez. que dicho sea de paso, no sé a quien achacársela si al propio Obama, al fabricante del vehículo o al periodista que escribió o dio la noticia.

    bona nit :)

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  2. yeray said,

    estimados amigos, he desarrollado la siguiente teoría acerca de los tres monos, me gustaría a ser posible que fuese publicada en su blog, es una teoría política que se basa en la jerarquía y esta registrada en el registro general de la propiedad intelectual. Un saludo a todos.

    La teoria de los tres monos:

    Habrán visto alguna vez unas figuras que representan a tres monos: uno sordo, otro mudo y otro ciego……

    Yo la primera vez que me encontré con esta figura estaban colocados jerárquicamente, arriba estaba el mono ciego, en el medio el mono mudo y abajo el mono sordo. Reflexioné sobre esta forma de colocar a los monos y llegé a la conclusión de que la comunicación no era posible. El mono ciego arriba no ve nada luego cualquier cosa que transmita al de abajo es podríamos decir pura fantasía, el mono mudo que está en medio puede escuchar las fantasías del de arriba pero no puede transmitir nada al sordo que esta debajo que de cualquier manera no puede escucharle. Así pues, de la forma en que yo encontré a los monos hay planos nodales ( regiones en donde la comunicación es nula) que impiden la correcta comunicación. Existen distintas formas de colocar a los tres monos pero todas ellas excepto una son situaciones no enlazantes o de comunicación rota.
    La combinación correcta es: arriba el mono sordo, que ve y le dice al de en medio lo que ve, en el medio el ciego que no necesita ver pues está en medio, solo necesita escuchar lo que dice el de arriba y transmitírselo al de abajo que es el mudo, pues no necesita hablar solo escuchar, ver y poner rumbo a donde mejor convenga. Cada mono por separado tiene dos virtudes y un defecto, colocados jerárquicamente en función de sus habilidades obtenemos un mono que ve, habla y escucha, los monos juntos podrían llegar sin duda a donde no llegaría por separado. Esto es un claro ejemplo de unidad en la diversidad.
    Otra parábola parecida aunque sin duda de más fácil solución se da en el caso del pastor, las ovejas y el perro…,en este caso el pastor está arriba, el ve y le dice al perro lo que ve, el perro fiel al pastor escucha al pastor y ladra a la oveja que se quiere descarriar, la oveja escucha ve y obedece en silencio, no al pastor directamente sino al perro. La virtud del pastor es la observación, la del perro su fuerza y la del rebaño la obediencia, problemas llegan cuando los rebaños pretenden no necesitar pastores y los lobos ocupan el poder. En nuestra sociedad existen muchos ciegos en el lugar que no les corresponde, carecen de perspectiva de futuro que es la cualidad primera que ha de tener un dirigente y nos dirigen desde la sombra, o las cosas se ponen mal cuando arriba se colocan los mudos, que ven pero por sus propios intereses se callan a la boca, de hecho aprovechan su posición para silenciar todo aquello que no les conviene. En química hablamos de estados enlazantes y antienlazantes, aquí aplico el término para hablar de los monos, si colocamos a los monos correctamente se produce un estado enlazante, cada mono obtiene ventajas de la unión y la comunicación es posible, hablamos de estado antienlazante cuando alguno de los monos al estar mal colocado impide la correcta comunicación ente él y los demás monos o entre él y el entorno, la figura resultante es mas desfavorable que cada mono por separado y cada uno tiende a irse por su lado, ¿para que aguantar encima un peso que nada aporta de beneficio a todos los miembros del conjunto?

    El nombre del autor es Yeray Santana.

    Para mas información consultar el blog:
    http://elnen.blogspot.com/2005/11/la-teoria-de-los-tres-monos.html

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  3. A mí los imprevistos me parecen divertidas collejas de ¿quién sabe qué? en nuestra pretenciosa mollera. Quiero decir: si no nos generáramos angustiosas pretensiones de ovnisabiondos, no tendríamos por qué airear nuestros imprevistos con ese típico victimismo propio del ser resentido con las creatividad de la vida.
    Pre-ver no es una exigencia humana, sino una autoexigencia humana. Renegamos de la creatividad, eso tan azaroso que nos lleva a mundos posibles con leyes desconocidas. Nos agarramos como viles garrapatas. Ni siquiera queremos morir.
    Si al menos miráramos hacia otro lado, podríamos intuir la circunstancia posible y paralela de un mundo en el que Obama no es el presidente de los EEUU y, dada esa ausencia de fama (un negro más que vive en los EEUU), ¿a quién le importa que caiga un meteorito en una carretera del desierto de Arizona sobre el coche de un honrado americano que lleva un tarta de cumpleaños para su hija?
    Conclusión: subyugar los imprevistos, o al menos intentarlo, es privilegio una vez más de ricos, poderosos y famosos.
    En el balcón de mi casa a veces me encuentro pelotas de juguete que, obviamente, caen impulsadas desde la calle por obra de ciertos niños con mala leche. Ellos dicen que se les han caído imprevistamente y yo no me lo creo porque sé que las pelotitas no caen del cielo.
    ¿he de quedarme todas las tardes vigilando mi balcón para controlar ese imprevisto? Se me ocurre que podría solicitar al ayuntamiento de Madrid que me quitaran el balcón. Pero ¡a ver dónde tiendo la ropa! Hay que joderse.

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  4. no seaS¡¡¡¡¡¡¡ juanitooooo te amoooooooooooo
    y tambien ati erik y luis jijiji

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